Existen muchas similitudes entre navegar alrededor del mundo e invertir con éxito. Ambas actividades combinan el know-how tecnológico con la gestión del riesgo. Y las dos precisan del trabajo en equipo para ganar a largo plazo.
Ese es el motivo por el que Robeco decidió convertirse en patrocinador de Team Brunel, la participación neerlandesa en la Volvo Ocean Race 2014-15. En esta carrera alrededor del mundo competirán ocho embarcaciones a partir del 1 de octubre. Se tardarán nueve meses en completar este épico viaje, haciendo escala en nueve puertos a lo largo de la ruta.
Este patrocinio encaja de forma natural ya que el espíritu pionero ha formado siempre parte del ADN de Robeco. “Fuimos los primeros en tomarnos en serio la inversión en sostenibilidad, en invertir en mercados emergentes y de los primeros usuarios de los modelos de inversión cuantitativa”.
El modelo cuantitativo en alta mar
El análisis cuantitativo también es utilizado por Team Brunel para ayudar a la recopilación de datos y a la navegación, así como para minimizar riesgos. “Utilizamos el análisis cuantitativo mediante la recopilación de hechos, al igual que lo hace Robeco antes de plantearse una inversión,” dice Bouwe Bekking, capitán del barco de Team Brunel. “Tratamos de abarcar tantos datos y cifras como podemos. Tenemos que navegar los 360 grados y hemos de cubrir todos los ángulos posibles para cada dirección del viento, que precisan de velas distintas.”
“Cuando se navega por el océano hay muchos aspectos involucrados – el viento, el clima, el tamaño de las olas – que utilizamos tantas combinaciones de datos como es posible para recrear las condiciones reales de la jornada. Lo introducimos todo en el modelo y después aplicamos esta información para predecir la velocidad en todas las condiciones de navegación. Cuantas más combinaciones podamos comprobar para calcular a qué velocidad irá el barco, mejor.”
“Obviamente, cuanto más rápido navegas más necesitas una adecuada gestión del riesgo, o las probabilidades de chocar contra un iceberg o una ballena aumentan mucho. Con la inversión pasa igual,” comenta Peter Ferket, jefe de inversiones de renta variable. “Queremos asumir determinados riesgos y buscamos oportunidades, pero, al mismo tiempo, la gestión del riesgo es clave para evitar lo peor del mercado.”
“Para que así sea, nuestro enfoque de inversión cuantitativa está muy arraigado en la organización. Es algo directamente vinculado con el uso del mayor volumen de datos e información que sea posible. Pero no solo nos fijamos en los resultados anteriores de una empresa; nos reunimos periódicamente con la dirección y analizamos la información cualitativa de las empresas para combinar datos que sean tanto prospectivos como retrospectivos.”
“En nuestra evaluación también empleamos información no financiera de una empresa para decidir si es una inversión interesante. Lo que a primera vista parece una gran oportunidad necesita un análisis más detenido para evitar decepciones.”
“Y también tenemos en cuenta factores ambientales, sociales y de buen gobierno (ASG) y el análisis cuantitativo como indicadores de riesgo. Por tanto, si una acción está en la cartera pero pierde puesto en la clasificación de ASG o cuantitativa, eso constituye una señal para examinar más detenidamente la empresa.”
Dominar los datos en cualquier situación
Utilizar el análisis cuantitativo o de otro tipo para la gestión de riesgos depende de unos datos precisos, sobre todo cuando nos adentramos en aguas desconocidas. Eso plantea retos tanto a los navegantes como a los inversores.
“El uso de los datos funciona satisfactoriamente para navegar por ejemplo desde Alicante a Ciudad del Cabo, pero el auténtico problema está en sitios como China, donde los datos y las cartas de navegación son muy malos,” comenta Bekking. «Por tanto, tenemos que hacer cálculos de riesgo. Por ejemplo, el barco tiene un calado de cinco metros, por lo que tenemos que saber la profundidad del agua y hacer cálculos para que la quilla siempre esté por encima.
El mayor problema es la climatología. En el hemisferio septentrional las previsiones meteorológicas son realmente precisas y se puede incluso planificar cómo cambiara el viento con el transcurso de las horas. Pero una vez que te adentras en el hemisferio sur, navegando por ejemplo desde Abu Dhabi a China, los modelos de previsión meteorológica están mucho menos desarrollados y pueden estar totalmente equivocados.
Entonces tienes que empezar a realizar valoraciones; posicionarte en relación con los rivales pero sin poder confiar en toda la información. Hay que decidir: ¿nos separamos de los demás y nos lo jugamos todo a una carta, o hacemos lo mismo y no asumimos riesgo alguno en términos de posicionamiento?”
Es una maratón, no un sprint
Tanto Robeco como Team Brunel saben que tomar atajos puede ser tentador, sobre todo si las circunstancias son complicadas. Pero la Volvo Ocean Race es una maratón, no un sprint, y es importante mantener la mano firme en la caña. Eso es de aplicación tanto en el mar como en la oficina.
“Un atajo puede ahorrarte tiempo, pero tienes que ser consciente de los riesgos que eso puede entrañar,” comenta Ferket. “Normalmente, tratamos de lograr buenos resultados en todas las condiciones; no queremos ser los mejores cuando los mercados suben para después ser los peores cuando retroceden. Queremos ser los mejores durante un período prolongado, y hacerlo también bien en mercados bajistas.
Es igual que ganar la Volvo Ocean Race. No sirve de nada ganar una etapa y después hacerlo mal en la siguiente, o incluso no cruzar la línea de meta. Nuestro objetivo es generar valor añadido durante un horizonte temporal de tres a cinco años, que está integrado por muchas etapas distintas en diferentes condiciones de mercado. No nos sirve ser los mejores un año y los peores el siguiente.”
Gestión del riesgo como salvavidas
Y, aunque la inversión da a veces disgustos, para Bekking una meticulosa gestión del riesgo puede ser una cuestión de vida o muerte.
“Mi peor pesadilla es perder un miembro de la tripulación en un mar embravecido,” confiesa. “Un barco es reemplazable, pero una persona no lo es. No hay mucho riesgo de chocar contra algo. Solo he visto una ballena una vez, la primera vez que di la vuelta al mundo en 1985, pero hay icebergs en el Océano Austral. Acabamos de seguir al norte de las zonas peligrosas; nuestros barcos van ahora a 30 nudos y chocar contra algo sería como estrellar un coche contra una pared a 70 kilómetros por hora. Nos destrozaría.”
“Hemos tratado de encontrar los límites de este barco en particular, ya que es un diseño nuevo y todos los márgenes de seguridad se han fijado muy por encima de los de la última embarcación. También hemos probado la tripulación, por supuesto, para ver cómo se desenvuelven sus nuevos miembros. Una vez que empecemos la regata seremos incluso más exigentes, por lo que cualquier problema detectado de antemano nos ayudará. Estamos deseando empezar la carrera.”