Desde que Muhammad Yunus ganó el Premio Nobel de la Paz en 2006, los microcréditos han crecido en popularidad y alboroto. Con el foco en personas de bajos recursos sin historial crediticio y, por lo tanto, excluidos del sistema financiero, los microcréditos han ganado un lugar importante en la lucha contra la pobreza. Sin embargo, sus condiciones son criticadas a menudo.
¿Acaso estamos en posición de decidir qué es lo mejor para los demás? Indudablemente, los avances tecnológicos de los últimos años suponen una oportunidad jamás imaginada para llegar a lugares más remotos y ofrecer mejores condiciones.
En la revista número 17 de Funds Society España, el fundador de Microwd, Alejandro de León, explica que en la compañía ofrecen microcréditos en Latinoamérica con los intereses más bajos de la zona.
“En Microwd dedicamos una gran parte de nuestro tiempo a seleccionar a quienes llamamos mujeres extraordinarias. A diferencia de la mayoría de microfinancieras, preferimos prestar a menos mujeres y confiarles mayores cantidades. Esta selección de mujeres extraordinarias nos ha permitido reducir el riesgo de impago (manejamos un 4,47%), generar 2,45 empleos por microcrédito y fomentar que el 66% de las emprendedoras ahorren”, explica.
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