La famosa escultura de un toro embistiendo está ubicada en la ciudad de New York. Conocida como el Toro de Wall Street, fue creada por el artista italiano Arturo Di Modica, en el año 1989. Esta hermosa obra de arte está construida en bronce, tiene un peso de 3,2 toneladas, una altura de 3,4 metros y un largo de 4,9 metros.
Según explican desde Mapfre, Arturo Di Modica gastó todos sus ahorros de la época para su construcción, que costó 360.000 dólares. Lo que no muchos saben es que no pertenece a la ciudad de New York, sino que fue un acto de “vandalismo artístico” después de la crisis financiera y caída de los mercados en 1987. El escultor la instaló sin permiso frente a la Bolsa de Valores como regalo de Navidad en diciembre de 1989 como “símbolo del optimismo financiero y prosperidad” y de “la fuerza y el poder del pueblo».
Desde esa época, esta escultura es muy famosa a nivel mundial, siendo la imagen del distrito financiero de New York, y ha sido objeto de innumerables criticas anticapitalistas, religiosas, vandalismo y famosa por protagonizar un sinfín de películas y huelgas. Actualmente, está ubicada en el parque público Bowling Green del bajo Manhattan, a tan solo unos metros de la Bolsa de Valores (NYSE). Se estima que es una de las esculturas más fotografiadas del mundo y visitada por millones de personas al año.
Este toro, según Mapfre, genera para muchísimas personas total admiración, fuerza, optimismo, prosperidad y esperanza en la adversidad. Pero, para otros, genera rechazo al sistema, idolatría, oposición política, religiosa y de género, entre otras. Las emociones que este Toro mueve en los inversores de todo el mundo o profesionales de las finanzas son incalculables.
Su significado en las inversiones representa la demanda/comprador de activos financieros, invertir en diferentes activos como bonos, acciones o divisas con el objetivo de generar ganancias en un tiempo determinado a través de los mercados alcistas (‘bullish market’), por eso este animal cuando embiste lo hace con los cuernos hacia arriba, representando el alza de los mercados financieros. Cuantos más toros existan en los mercados, los precios continuarían subiendo y la euforia será cada vez mayor. Por ejemplo, el S&P 500 registra una ganancia media del 10,5% anual en los últimos 30 años, el Euro Stoxx 50 sube más del 139% desde el 2008, estar comprado en divisas emergentes ha generado ganancias alrededor del 40% en los últimos 10 años y la acción de MAPFRE en el Ibex 35 ha subido más del 110% desde el año 2000.
Por el otro lado, se encuentra el contrapeso la oferta/vendedor, simbolizado con un oso. Este animal representa los mercados bajistas (‘bearish market’), porque los osos atacan con las garras hacia abajo. En las diferentes crisis económicas, el miedo en los mercados se representa con este animal. Con cada estampida de oso, los mercados se desploman, caen los precios y el nerviosismo crece. Como ejemplo en la historia de los mercados ‘bearish’, tenemos el crack financiero de 1929 donde se experimentaron perdidas del -86%; el lunes negro de 1987, con el -28%; la caída en el año 2000 de las puntocom, con una bajada del -78%; la crisis de las hipotecas ‘subprime’ en el 2008, con un -54%, y la más reciente en el 2020, con el Covid-19, donde los mercados perdieron alrededor del -40%.
Por lo anterior, las emociones que generan en los mercados financieros los toros y los osos van mucho más allá de una escultura o una representación gráfica. En realidad estos animales mueven toda clase de sentimientos en las inversiones.