Dos estudios han analizado las características de la personalidad de esas personas dogmáticas, es decir, las que sientan cátedra y no atienden a razones, incluso cuando se les presenta evidencia científica de que lo que dicen es mentira.
Los estudios, realizados por Case Western Reserve University, han dividido su análisis en dos tipos de dogmas: los religiosos –que en su versión más radical derivan en movimientos como el fundamentalismo islámico-, y los no religiosos, cada vez más numerosos. Por ejemplo, formas de vida como la alimentación vegana, puede considerarse dogmática, así como posiciones muy politizadas en algunos países como la opinión sobre el cambio climático, o incluso el evolucionismo darwiniano
¿Cómo podemos comunicarnos mejor con personas que ignoran datos y hechos perfectamente contrastables? En ambos grupos –religiosos y no religiosos- se ha observado que cuanto más alta es
la capacidad de razonamiento crítico del individuo, menor es su tendencia al dogmatismo. Sin embargo, la influencia de los valores morales o éticos del individuo es distinta en uno y otro caso.
“Las personas muy religiosas se aferran a determinadas creencias, especialmente las más alejadas del razonamiento analítico, porque esas creencias concuerdan con sus valores morales”, afirma Jared Friedman, estudiante de doctorado en Comportamiento Organizacional y co-autor del estudio. “Cuánto más correcto les parezca un dogma en relación con sus valores, más se afianza su pensamiento
dogmático”, añade Anthony Jack, profesor asociado de filosofía, que también firma el estudio.
Esto, según concluyen los investigadores, nos da una pista sobre como comunicarnos con grupos extremistas. Si estamos tratando con un dogmatismo de carácter religioso, apelemos a su sentido de la moral. Si estamos ante uno no religioso, debemos presentar argumentos más ligados a la lógica. “Los terroristas religiosos, en su burbuja, creen que sus actos son altamente morales y que están cambiando el mundo para corregir el mal y proteger algo sagrado”, añade Jack.
En lo relativo a la política el investigador se hace eco de las falsas noticias que propaga la administración Trump en Estados Unidos. “Al conectar emocionalmente con la población, consiguen que el público se crea lo que cuentan, ignorando los hechos”, que generalmente son fácilmente contrastables. Entre los seguidores de Trump hay un alto porcentaje de individuos que se autodenominan altamente
religiosos.
Dos redes neuronales
Los investigadores concluyen que el resultado de su estudio confirma hallazgos anteriores afirmando que el cerebro cuenta con dos redes –una empática y otra analítica– que interactúan en constante tensión. En las personas sanas, los procesos mentales van de una red a la otra, eligiendo la más adecuada para cada decisión o problema. Sin embargo, en la mente del dogmático religioso prevalece la red empática
mientras que en la del dogmático no religioso, es la analítica la que domina.
El dogmatismo, recuerdan los autores de esta investigación, afecta a numerosos aspectos de nuestra vida. Esperan que mediante estudios como éste y otros en curso se pueda cerrar la brecha entre polos de opinión opuestos que hoy parece insalvable.
Referencia: Jared Parker Friedman, Anthony Ian Jack. What Makes You So Sure? Dogmatism, Fundamentalism, Analytic Thinking, Perspective Taking and Moral Concern in the Religious and Nonreligious. Journal of Religion and Health, 2017; DOI: 10.1007/s10943-017- 0433-x