Durante la adolescencia las relaciones sociales con los compañeros de clase juegan un papel clave en el desarrollo personal y mental de los jóvenes, llegando incluso a ser parte de la causa cuando se desencadenan problemas de índole psiquiátrica. En este sentido, el ciberacoso —según los últimos estudios, puede sufrirlo hasta un 40% de los jóvenes en alguna etapa de su vida escolar— está íntimamente conectado con el desarrollo de emociones negativas como el enfado, la tristeza, la frustración o la culpa, lo que a la postre puede derivar en respuestas y motivaciones desadaptativas que obstaculicen el desarrollo del adolescente, como los deseos de venganza.
Los trabajos más recientes sobre el tema arrojan resultados que conectan estos episodios con la posibilidad de que la víctima se convierta a su vez en un acosador. “Debido a la dificultad para regular emociones negativas que algunos sujetos manifiestan tras haber sufrido episodios de acoso escolar o de ciberacoso con anterioridad, éstos pueden presentar en su entorno conductas parecidas”, señala la doctora Cirenia Quintana, investigadora del grupo Recursos Personales Positivos, Bienestar y Salud en Contextos Aplicados de la Universidad de Málaga.
La tendencia detectada en las víctimas de este tipo de experiencias de ejercer actitudes similares sobre otros compañeros ha despertado el interés de la comunidad científica sobre los diferentes factores personales que puedan disminuir esta consecuencia. El perdón parece ser uno de ellos. La experta, junto a la doctora Lourdes Rey, del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos, son autoras de una investigación publicada por la revista Computers in Human Behavior, en la que se ha analizado el papel predictor del perdón en conductas de ciberacoso en una muestra de 1650 adolescentes de centros públicos de Secundaria de la provincia.
Reemplazar las emociones negativas por otras positivas
“Desde la psicología positiva, explica Lourdes Rey, el perdón se ha definido como una predisposición emocional, comportamental y cognitiva por el que las víctimas de una ofensa reemplazan las emociones negativas (enfado, rencor, odio…) por emociones positivas (amor, empatía, compasión…), favoreciendo no solo un mejor ajuste psicológico, sino también una reducción de la probabilidad de exhibir conductas agresivas”.
Los resultados revelaron que más de un 16% de los encuestados reconocían haber sido víctimas de ciberacoso y un 11% afirmaba haber sido responsable de alguno de estos episodios. Por otro lado, los datos probaron que, independientemente del género y de la edad, los adolescentes víctimas de acoso que informaban de mayores niveles de perdón reducían de manera significativa la tendencia de acosar a otros compañeros.
Desde el punto de vista aplicado, las investigadoras coinciden en que estas conclusiones son un buen punto de partida para diseñar en los centros escolares planes de trabajo mejor adaptados a los jóvenes victimizados y a aquellos con mayor riesgo de serlo. “En este caso el perdón es un factor adicional a cuantas propuestas sean necesarias para confeccionar programas más efectivos de intervención antibullying”, concluye Quintana.
El estudio ha sido financiado por el I Plan Propio de la Universidad de Málaga (PPIT.UMA. B1.2017/23).
Referencia: Cirenia Quintana-Orts y Lourdes Rey (2018): “Forgiveness and cyberbullying in adolescence: Does willingness to forgive help minimize risk of becoming a cyberbully?”. Computers in Human Behavior, 81 (2018), pp. 209-214.