“Ser feliz como un una perdiz”, o bien “como una lombriz”, nadie habla de ser feliz como una emperatriz. En otras lenguas, la felicidad se asocia también con motivos animales o naturales, como en inglés que se habla de ser “feliz como un campista”, o “feliz como una almeja”. Ahora, que además está de moda abrazar árboles como terapia para sentirte mejor nos preguntamos ¿qué dice la ciencia de todo esto?
Un reciente estudio liderado por la Universidad de British Columbia en el campus de Okanagan decidió realizar una encuesta, en la que los participantes debían documentar qué sensaciones despertaba la naturaleza que se encontraban en su vida diaria. Debían tomar una foto del elemento natural (algo que no hubiera fabricado el hombre) y anotar que sensaciones provocaba. Otro grupo se ocupaba de fotografiar y anotar las sensaciones que provocaban objetos realizados por el hombre, mientras que un tercer grupo se mantenía al margen de este juego.
La idea era registrar las sensaciones que provocan los elementos naturales que vemos en el día a día. Por ejemplo, el amanecer en la ventana de casa, un árbol al lado de la parada del autobús, una flor que crece entre el asfalto. Holli-Anne Passmore, psicóloga especializada en bienestar que ha liderado este estudio, recibió más de 2.500 fotografías con anotaciones emocionales de las 395 personas que participaron en el estudio.
Un resultado extraordinario, que superó sus expectativas. “Aunque lo que más me sorprendió fue el impacto positivo registrado en el bienestar de los participantes y su voluntad de compartir esas sensaciones, ante el mero hecho de prestar algo de atención a la naturaleza que nos rodea”, explica Passmore.
Ya existe documentación científica que sugiere que las personas que viven en un entorno rodeado de espacios verdes suele ser mas feliz e incluso más longeva que los que habitan en ámbitos puramente urbanos. Passmore pertenece a un grupo especial de estudio del departamento de Psicología de UBC Okanaga que se conoce como el “Equipo Feliz” y que está trabajando para probar científicamente que la naturaleza aumenta la felicidad, y que este efecto puede conseguirse incluso en medios urbanos, prestando la atención adecuada a los elementos naturales que nos rodean.
Referencia: Holli-Anne Passmore, Mark D. Holder. Noticing nature: Individual and social benefits of a two-week intervention. The Journal of Positive Psychology, 2016; 12 (6): 537