Sábado, 10 de enero de 2015. 5.25 am. La alarma estaba puesta para las 5.30 am, pero ya estoy duchado, vestido y listo para salir. Sin embargo, estoy temblando de miedo, muerto de miedo, y totalmente bloqueado. El cuerpo no es tonto y sabe lo que se viene encima.
A pesar de tener motivos para estar confiado y tras haber entrenado muy bien tenía que estar más tranquilo. De agosto a octubre 10 semanas preparando el marathon de Chicago y después 12 semanas más in crescendo con mucha bici y agua y un mes de diciembre donde de 31 días pude salir 27 a entrenar a las 6 de la mañana para completar varias semanas de 10 horas de entrenamiento. No viajar en Navidad ayudó mucho en este plan.
Salgo del hotel y camino los escasos 100 metros a la zona de boxes. Es noche cerrada, mucho viento y apenas 13 grados que me hacen tiritar de frío mientras preparo todo en la transición.
El café, el musicón que ponen y la ilusión van venciendo el miedo y cuando me pongo la crema, la vaselina y el neopreno ya estoy dando saltos de emoción. Llegamos a la playa y hay un poco de oleaje, pero tampoco dramático.
Los 300 del half y los 100 del full salimos todos a la vez para dar dos vueltas en forma de triángulo marcado por bollas. Salimos desde la arena, salida limpia y a unos 100 m noto la famosa barra de arena donde sé que se puede andar porque no cubre así que aprovecho y medio nado/ando otros 100 m hasta que definitivamente toca nadar.
Los primeros 500 m contra corriente y movidos, decido apretar y darle con todo lo que tengo de pies y manos, me cuesta 10 minutos de corazón desbocado pero giro justo cuando el reloj marca los 500 m y tengo ahora casi 1000 m de corriente a favor que aprovecho para recuperar y ver amanecer de reojillo. Las olas me impiden ir a pies de nadie pero noto que avanzo bien. Segunda boya y enfilo a la playa con corriente cruzada.
Salgo a la arena, saludo a los niños y vuelta al agua donde repito la misma maniobra solo que ahora los del half no están y voy mucho más solo. Salgo en 1.09h contento, aunque al andar un poco en el mar es un dato algo tramposo. Tres minutos de transición y salgo con la bici.
Como siempre, mareado, mojado, aturdido y espeso mientras me acoplo a la bici y pongo todo en orden. Hace fresquito y agradezco la manga larga. Los primeros 80 kms son contra el viento, así que cuando me pasa un grupito de 4 a distancia legal me engancho sin dudarlo para que me protejan del viento. Sé que voy por encima del ritmo previsto pero la idea es regular a la vuelta con viento a favor.
Los relevos van entrando y las dos primeras horas de bici pasan rápido a 28-29 kms por hora. Sigo comiendo, bebiendo y concentrado aunque paso un mal momento en el km 80 y otro muy malo en el 110 cuando voy solo porque los demás han parado a hidratarse.
Me alimento y trato de desconectar mentalmente aunque me frustra mucho ir solo a 31km/h con viento a favor. Finalmente pasa el bache y cuando me pasa uno a 34km/h me pongo a 7 metros suyo y decido que éste es mi tren hasta dejar la bici. La media sube hasta los 30.0km/h y ahora voy de nuevo muy cómodo controlando la energía que gasto.
Los kilómetros finales de la bici me sirven para aflojar el ritmo, mayor cadencia, sorprenderme a mí mismo con el tiempo final (5.55 h, a más de 30 de media) y comenzar a pensar que «solo» queda un marathon por delante. No he pasado de media los 157 vatios medios que me dijo Jaime aunque en zonas puntuales sí, espero no pagarlo luego.
Dejo la bici y mientras me cambio me alegro muchísimo de ver a Sonsoles y a los niños, a pesar de lo avanzado del embarazo van aguantando muy bien según pasa el día. Llevo 15 minutos menos que el mejor de mis planes y ahora toca correr 42 kms. El objetivo es 4.30 h, parando a comer y beber en los avituallamientos pero corriendo sin parar entre ellos. Mentalmente es muy importante no saltarse esa regla porque si paras una sola vez psicológicamente estás hundido y te cae la minutada.
Empiezo a 5.30min/km que se convierten en 6.00 a los pocos kms, duelen bastante las piernas tras 8 h de competición, pero esto ya lo sabíamos antes de empezar. Bebo y voy comiendo lo que puedo aunque el estómago lo noto bastante encharcado. Me las apaño para cruzar la media marathon en 2.04h, 11 minutos mejor de lo previsto y ahí, al ver a la family, paso mi peor momento, llevo mala cara y ando 200 metros, pensar en irme otra vez 10 kms largos y volver de noche me parece un plan poco seductor.
Me lleno de valor y me comprometo a hacer del tirón 3 millas hasta el avituallamiento que hay allí, se va poniendo el sol, casi no sudo y noto la cara y el cuerpo lleno de sudor y sal así que decido hidratarme mucho.
Vuelvo a desconectar la mente pensando en los amigos con los que corro cuando entreno y descomponiendo la distancia en distancias más pequeñas conocidas y entrenadas mil veces. Ellos son parte importante de esto y vienen mentalmente a casi todas mis carreras.
Cuando me doy cuenta llevo 30 kms y vislumbro el último giro, ahora la cabeza se llena de análisis numéricos de ritmos, estimaciones de llegada, margen sobre las 12 horas que quiero bajar y saber si puedo aflojar un poco porque no voy muy fino.
Me entra flato y el estómago se me cierra por completo a falta de 8 kms y me asusto mucho, a ver si después de 10.30 h me voy a tener que parar! Así que me limito a agua y coca-cola.
7 kms, 5 kms, 3 kms, 2 kms, veo el giro, el puente y la larga entrada de meta, es noche cerrada, pero ya voy sonriendo como un niño, no llego la descarga de sensaciones que tuve en el primero pero me muero de ganas de ver a todos en meta y entrar con ellos de la mano. La ilusión de ver los focos a lo lejos es indescriptible, veo a los niños, les doy la mano y entro en meta con ellos super feliz.
4.21 h en el marathon y 11.35 h totales que significan dos horas de mejoría respecto al anterior.
Mientras la adrenalina fluye por mi cuerpo aprovecho para recoger todo y ayudar a Sonsoles con los niños, me da pánico que se ponga de parto, hoy no. Así que hago todo rápido con el 2% de batería que me queda. Ella tiene que descansar y bastante ha hecho al venir sabiendo la ilusión que me hace verles en estas carreras.
Queda por llegar un buen amigo, que viene 90 minutos detrás y bajo a animarle a la meta, mi lema es no se deja a nadie atrás y si tengo que empujarle a la meta lo haré pero va a llegar sí o sí. Mientras llega (va pasandolo mal) me acuerdo de Jaime, mi entrenador (@triluarca) y lo agradecido que estoy de todos los consejos que me ha dado. Él quería estar aquí, pero acaba de abrir una tienda de entrenamiento personalizado de triathlon en madrid (@soloridetri) y no ha podido venir.
En éstas aparece J y entra triunfante en meta, tras abrazar a su mujer e hija nos fundimos en un abrazo sudoroso que no parece importarnos demasiado, lo conseguimos!!!!!! Somos finisher de un Ironman!!!
Hoy domingo las agujetas se han apoderado de nosotros y andamos un poco raro cuando vamos a desayunar, pero los dos tenemos esa complicidad en la mirada, ese brillo en los ojos y esa sensación de que no tardaremos mucho en apuntarnos al siguiente reto….
Seguiremos informando…
Crónica de Íñigo Urbano, Portfolio Manager, VP en Banco Santander International, Miami.