Desde hace años devoro libros por el mero placer de la lectura, pero también con un objetivo oculto: cocinar lo que leo. Algunos amigos son víctimas de nuestras cenas literarias, en las que tan importante es lo que se come como lo que se bebe. Estos ‘Menús literarios’ son el resultado.
Bram Stoker escribe toda la parte de ‘Drácula’ que transcurre en Transilvania de oídas, nunca estuvo allí. Uno se pregunta si la escritora Emily Gerard, de la que Stoker obtuvo toda la información pintoresca de la región, era una gourmande, ya que nada más comenzar la novela aparece la primera mención culinaria del libro: Jonathan Harker prueba un “paprika hendl” y le parece de suficiente interés como para pedir la receta a la camarera y poder compartirla con Mina, su prometida, cuando regrese a Inglaterra.
En el diario de Jonathan Harker (escrito en taquigrafía desde Bistritz) leemos:
“Partimos con bastante puntualidad y llegamos a Klausenburgo después del anochecer. Allí pasé la noche en el Hotel Royale. Almorcé, o más bien cené, un plato de pollo condimentado de algún modo con pimentón rojo, que aunque estaba muy bueno me provocó mucha sed. (Nota: recuerda pedir la receta para Mina.) Le pregunté al camarero, y me dijo que se llamaba ‘paprika hendl’, y que, como era el plato nacional, podría pedirlo en cualquier lugar de los Cárpatos”.
Así, antes de explicarnos nada sobre su misión, Stoker plantifica la acción en una taberna transilvana a las puertas de los Montes Cárpatos y deja claras tres cosas: la primera, que Jonathan Harker es curioso, prueba el plato típico de la región, quiere saber más, aunque como es sabido ‘la curiosidad mató al gato’; la segunda, que estamos ante una novela de opuestos: Oriente (los Cárpatos, el peligro, la vieja Europa y en definitiva, el mal), frente a Occidente (Gran Bretaña, el progreso, el orden victoriano, el triunfo del bien); y por último, nos demuestra que este libro está al día con las nuevas tecnologías, una constante en toda la novela.
Drácula se publica en 1897 y su protagonista, Jonathan Harker, escribe su diario utilizando la taquigrafía, un sistema revolucionario perfeccionado por un compatriota británico pocos años antes de la publicación de la novela. Más adelante se mencionarán las transfusiones de sangre, el psicoanálisis, el fonógrafo, los telegramas… pero al final Van Helsing y sus muchachos conseguirán acorralar al vampiro armados con ristras de ajos, crucifijos y una daga nepalí.
Volvamos a la comida. Según nos vamos adentrando en los Cárpatos y acercándonos al misterioso castillo del conde Drácula, Bram Stoker va sumando características góticas a su relato: escenarios fabulosos, ancianas supersticiosas, atmósfera de misterio, pero no se olvida de contarnos con todo detalle lo que desayuna su héroe:
“He desayunado más paprika, una especie de gachas de harina de maíz que según me han dicho eran ‘mamaliga’, y berenjenas rellenas de carne picada, un plato excelente que ellos llaman ‘impletata’ (nota: pide también la receta)”.
Poco después nos describe con detalle su cena en el Hotel Golden Krone de Bistritz: un kebab en toda regla, que al héroe le recuerda a la comida para gatos que vendían por las calles de Londres. Poco podía imaginar el pobre Jonathan que en esa zona se empalaban más cosas que la carne de buey. Ya estaba muy cerca del castillo del conde Drácula.
“Tomé lo que ellos llaman ‘filete del salteador’: trozos de tocino, cebolla y buey, sazonados con pimentón rojo, pinchados en brochetas y asados en el fuego… ¡al estilo sencillo de la carne para gatos que se vende en Londres!”
No hemos pasado de la séptima página y ya tenemos material más que suficiente para componer un menú literario. La comida está clara: berenjenas rellenas (impletata) con mamaliga y pollo a la paprika (paprika hendl), o bien brochetas de carne para los menos audaces. ¿Para beber? Stoker no decepciona y poco después nos ofrece el maridaje perfecto, un vino blanco de la región, el Golden Mediasch, que aunque ya no se produce puede equipararse con un riesling transilvano que también provoca “picazón en la lengua”, y se encuentra con relativa facilidad en bodegas de Europa y América.
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