Se lleva prediciendo el fin de las oficinas desde la aparición del wifi y los ordenadores portátiles, pero el COVID-19 ha terminado por ocasionar el auge del trabajo remoto, en muchos países del mundo. Según apuntan desde Steelcase, ahora, se pronostica una mayor implementación del teletrabajo aún cuando la pandemia haya desaparecido, pero existen indicadores que apuntan en otra dirección: el trabajo desde casa no funciona ni para todo el mundo, ni durante todo el tiempo.
Según una encuesta realizada por Gensler Research Institute en Estados Unidos, alrededor de un 90% quiere volver a trabajar en una oficina. Pero entonces, ¿por qué seguimos hablando de la desaparición de las oficinas?
Una investigación de Steelcase señala tres conceptos erróneos comunes que “siguen alimentando la idea de que trabajar exclusivamente desde casa vale siempre para todo el mundo, y aseguran que la clave para elaborar un modelo eficaz y productivo de cara al futuro pasa por ofrecer flexibilidad y combinar la actividad presencial y la remota”.
El primero de los mitos que señalan desde Steelcase es “que la gente trabaje desde casa no es más barato”. En su opinión, es cierto que reducir el gasto en inmuebles y otros servicios relacionados con el espacio de trabajo puede suponer un ahorro económico, pero “existen una serie de gastos ocultos que hay que tener en cuenta antes de enviar a las personas a casa a tiempo completo. Además, se crea una situación de desigualdad entre las esferas más altas de la empresa y el resto de la organización”.
En este sentido, la investigación de Steelcase revela que el 75% de los directivos trabaja en una mesa destinada exclusivamente para ello, mientras que el 46% de los demás empleados comparten mesa con otras funciones. Además, casi la mitad de los cargos con más rango dicen disponer de una silla ergonómica, una cifra que baja hasta el 24% en el resto de la empresa.
Según la firma, eliminar la oficina podría suponer, además, una fuga de talento en las empresas. Según un estudio llevado a cabo por Workplace Future y Virgin Pulse, solo un 5% de los empleados que teletrabajan siempre o a menudo quieren quedarse en su empresa de manera permanente, mientras que para los que nunca han trabajado en esta modalidad el porcentaje asciende al 28%. “Otros fenómenos a tener en cuenta son la pérdida de innovación y capital social que se pierde cuando disminuye la colaboración entre los empleados, además del descontrol de los accidentes laborales, la falta de ergonomía, los problemas de seguridad informática o la mala iluminación”, añaden.
El segundo de los mitos que identifica es que “las personas son tan productivas como en la oficina, o incluso más”. En este sentido argumentan: “Todo depende de cómo las empresas midan la productividad de los empleados, ya que algunas formas de trabajo se pueden realizar fácilmente desde casa. Pero la verdadera productividad de los trabajadores en términos de creatividad, innovación y transformación es sumamente difícil de medir a corto plazo, especialmente durante una pandemia, y es muy difícil de lograr de manera virtual. Además, también pueden surgir problemas de concentración, ya que hay elementos en los hogares que distraen constantemente durante la jornada laboral”.
Por último, Steelcase señala un último mito: “Las personas que trabajan desde casa tienen un mejor equilibrio entre su vida personal y profesional”. Está claro que algunos beneficios del teletrabajo son que no se viaja tanto y que se pasa más tiempo en el hogar, pero también hay ciertos inconvenientes, como por ejemplo que las personas tienden a trabajar más horas al desdibujarse la línea entre lo profesional y lo privado.
“Cuando se trabaja desde casa es tentador estar disponible desde que sale el sol hasta que se pone. Además, los desplazamientos al trabajo o tomar un café en el bar ayudan a crear importantes límites entre la vida privada y la laboral y fomentan cierta actividad física frente al sedentarismo que se produce cuando se trabaja en casa. El teletrabajo de manera exclusiva también podría provocar un fenómeno conocido como desintegración temporal. Las personas pueden sentirse un poco desorientadas y perder la percepción del futuro y el paso de los días, un fenómeno que está relacionado con la soledad y una sensación de falta de propósito”, apuntan desde Steelcase.