La desigualdad económica es un fenómeno generalizado y ha ido en aumento desde los años 80, generando dudas en torno a las políticas de crecimiento económico de todo el mundo, según un nuevo estudio publicado por World Inequality Lab. Las conclusiones del estudio se detallan en el primer informe sobre desigualdad: World Inequality Report, que también contiene datos relevantes sobre la desigualdad en España.
En 2013, con una riqueza media de casi 813.000 euros por adulto, el 10% de los individuos más ricos de España poseían casi el 57% de la riqueza personal del país. El 50% más pobre poseía el 7%, con un patrimonio medio ligeramente superior a los 18.900 euros. Las proporciones relativas de riqueza personal prácticamente no han sufrido cambios a lo largo de los últimos 30 años. En 2012, los españoles contaban con casi 146.000 millones de euros en el extranjero, aumentando considerablemente la concentración de la riqueza.
El informe destaca que la capacidad de los individuos más ricos para adaptarse y diversificar sus carteras de activos les ha permitido beneficiarse en mayor medida del boom del mercado inmobiliario mientras se resguardaban de su eventual colapso o a que, precisamente el auge de los mercados inmobiliario y bursátil en nuestro país, han sido el origen de que se haya duplicado la proporción de la riqueza personal frente a la nacional en los últimos 30 años.
El 1% más rico de la población mundial ha acumulado el doble que el 50% más pobre
Desde 1980 el 27% de todos los nuevos ingresos generados en el mundo fueron a parar al 1% más rico, mientras que el 50% más pobre de la población mundial únicamente acumuló el 13% del crecimiento total. Estas cifras resultan más impactantes al considerar que el 1% actualmente representa 75 millones de individuos, mientras que el 50% equivale a 3.700 millones. La población entre medias de estos extremos, en su mayoría compuesta por personas con ingresos medios y bajos en Norteamérica y Europa, ha experimentado una tasa de crecimiento de los ingresos muy baja o incluso nula.
La desigualdad de ingresos entre los individuos también ha aumentado considerablemente desde 1980. Tras la transición desde el comunismo a economías más capitalistas, los individuos más ricos de China y Rusia han visto crecer sus patrimonios de manera significativa. El 1% más rico duplicó su patrimonio, tanto en China como en Rusia, entre 1995 y 2015, desde el 15% al 30% y desde el 22% al 43%, respectivamente. Emmanuel Sáez, otro de los coordinadores del informe, recalca que «la combinación de privatizaciones y el auge de la desigualdad en los ingresos, ha impulsado el aumento de la
desigualdad de riqueza. Tanto a nivel nacional como global, el capital privado se ha ido concentrando progresivamente en unos pocos individuos. Este aumento ha sido extremo en EE.UU., donde la proporción de la riqueza que ostenta el principal 1% aumentó desde el 22% en 1980 hasta el 39% en 2014″.
La desigualdad de ingresos ha aumentado en prácticamente todas las regiones del mundo durante las últimas décadas, aunque a ritmos diferentes, haciendo hincapié en el importante papel que desempañan los gobiernos a la hora de mitigar la desigualdad. Desde 1980, la desigualdad de ingresos se ha incrementado rápidamente en Norteamérica, China, India y Rusia, mientras que en Europa ese incremento ha sido más moderado. Sin embargo, aún quedan excepciones a este patrón: en Oriente Medio, África Subsahariana y Brasil la
desigualdad de ingresos ha permanecido relativamente estable, en niveles extremadamente altos.
Lucas Chancel, coordinador general del informe, recalca a este respecto que, «el hecho de que las tendencias sobre desigualdad varíen tanto de un país a otro, incluso entre países con niveles de desarrollo similares, pone de manifiesto la importante influencia de las políticas nacionales sobre el desarrollo de la desigualdad. Por ejemplo, si consideramos los ejemplos de China e India desde 1980, China ha registrado niveles de crecimiento mucho más elevados, así como un progreso notablemente menor de la desigualdad que India. La conclusión positiva del informe World Inequality Report es que las políticas nacionales importan, y mucho».
La desigualdad continuará aumentando
La desigualdad de ingresos y riqueza a nivel global continuará aumentando si los países continúan en la misma trayectoria que mantienen desde 1980, a pesar del importante crecimiento de los países emergentes. En el año 2050, la proporción de la riqueza global acumulada por el 0,1% de los individuos más ricos del mundo, es decir 7,5 millones de personas en cifras actuales, será igual a la de la clase media, o 3.000 millones de individuos. Sin embargo, el aumento de la desigualdad global no constituye un futuro inevitable, y limitarlo tendría un impacto enorme sobre la erradicación de la pobreza mundial. Si todos los países siguieran la misma tendencia que Europa desde 1980, los ingresos del 50% menos favorecido de la población mundial podrían aumentar desde 3.100 euros en 2017 a 9.100 en 2050. Alternativamente, si los países siguiesen la tendencia de EE.UU., los ingresos de dicho
50% aumentarían únicamente hasta 4.500 euros en torno a ese año.
Basándose en los datos, el informe valora opciones para hacer frente a la desigualdad de ingresos y riqueza, empezando por la importancia de la transparencia de los datos económicos. Gabriel Zucman, coordinador del informe, asegura que «la creación de un registro económico global que controlara la propiedad de los activos financieros representaría un golpe importante contra la evasión de impuestos y el blanqueo de capital. Además, favorecería la efectividad de la tributación progresiva, la cual constituye una herramienta esencial para reducir la desigualdad económica».
El estudio subraya la necesidad de contar con políticas más ambiciosas para democratizar el acceso a la educación y trabajos debidamente remunerados, tanto en países ricos como emergentes. La inversión pública en protección del medio ambiente y salud también representa un elemento necesario para las generaciones más jóvenes. A lo largo de la historia, estas inversiones a largo plazo a menudo se han financiado mediante impuestos sobre el capital de los más ricos o acciones de reducción de la deuda.