“La vida saludable y los cambios en el estilo de vida han demostrado ser temas potentes para la inversión en estos últimos años, abarcando un amplio rango de empresas e industrias”. Así arranca el informe que el Crédit Suisse Research Institute ha publicado sobre su estudio “Grasas: un nuevo paradigma para la salud”.
En el trabajo, Stefano Natella, director global de investigación de patrimonio del negocio de banca de inversión de Credit Suisse, y Giles Keating, VP de IS&R y subdirector global de inversiones de banca privada y gestión de patrimonios riqueza de la firma, analizan en profundidad el ecosistema de las “grasas”, examinando los cinco tipos de grasas, los principales alimentos ricos en grasas y quiénes los producen, la investigación médica sobre éstas y la percepción de los médicos, consumidores y funcionarios de salud.
Las grasas conforman uno de los tres macro-nutrientes de cualquier dieta; las proteínas y los carbohidratos son los otros dos. Durante los últimos cincuenta años –dice el trabajo-, la sabiduría nutricional general ha sido la de recomendar un consumo moderado de grasa, reducir la ingesta de grasas saturadas (mantequilla, manteca de cerdo, leche, carne roja, aceite de coco) y el colesterol (huevos, aves de corral, carne de res), a la vez que aumentar el consumo de las grasas poli-insaturadas (soya, maravilla, maíz, aceites de semilla de algodón), además de carbohidratos (pasta, pan, azúcar, etc.).
Pero los autores piensan que hemos llegado a un punto de inflexión. “Nuestro propio análisis y la investigación médica más reciente apoyan estas nuevas tendencias”. La investigación médica ha demostrado que el consumo de colesterol, básicamente, no tiene ninguna influencia sobre el nivel de colesterol en la sangre o en las potenciales enfermedades cardíacas. Tampoco se ha podido probar el vínculo entre el consumo de grasas saturadas y el riesgo cardiovascular.
“La conclusión del presente informe es simple. Las grasas naturales no procesadas son saludables y claves para la evolución de una sociedad que se centra en el desarrollo de individuos saludables y no sólo en el tratamiento de aquellos que están enfermos. Los alimentos naturales ricos en grasas mono-insaturadas y saturadas son una de las fuentes preferidas de energía de las que dispone nuestro cuerpo para su uso y almacenamiento. Omega-3 tiene grandes propiedades de protección para el corazón y el cerebro. Bienvenido al nuevo mundo de las grasas”, dicen los autores del trabajo.
Las conclusiones del estudio señalan que el consumo de grasas ha aumentado a nivel mundial durante los últimos cincuenta años de un 19,5% de la ingesta total de energía en 1961 a un 26% en 2011. Esperamos que esta tendencia no sólo continúe, sino que se acelere en los próximos quince años. Pero, además, el consumo de grasas naturales es menor que el “ideal”y que se podría incrementar con seguridad bastante más allá que los niveles actuales.
“Basándonos en la investigación médica y en nuestra propia investigación, podemos concluir que el consumo de grasas saturadas (mantequilla, aceite de palma, aceite de coco y manteca de cerdo) no suponen ningún riesgo para nuestra salud y en especial para el corazón. Las grasas saturadas, en realidad, constituyen una fuente saludable de energía y tienen un efecto positivo en el patrón A/B”, dice el informe del Crédit Suisse Research Institute.
Entre las grasas “buenas” encontramos omega-3 (linaza, salmón, aceite de pescado) y grasas mono-insaturadas (aceite de oliva, carne y frutos secos), aclara el trabajo, que añade que “la mayor parte de la investigación sobre omega-3 muestra consistentemente los beneficios de la ingesta adicional de este ácido graso, pues reduce el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular y disminuye el riesgo de enfermedades mentales, tales como Alzheimer o demencia”.
¿Cuál es el pronóstico?
A nivel mundial, se espera que las grasas aumenten desde el actual 26% de la ingesta de calorías al 31% en 2030, con un crecimiento más rápido en grasas saturadas, pasando de un 9,4% de la ingesta total de energía al 13%. Esto implica que el consumo per cápita de grasas crecerá en un 1,3% anual durante los próximos quince años, en comparación con una tasa del 0,9% en los últimos cincuenta años. «Esperamos que las grasas saturadas aumenten en un 2% al año, en comparación con una tasa histórica de 0,6% al año; las grasas mono-insaturadas en un 1,3% anual, en comparación con un 1,0%; los poli-insaturados omega-6 debieran reducirse en un 0,2% anual, en comparación con una tasa de crecimiento de más del 1,3%, y los poli- insaturados omega-3 debieran aumentar en un 0,7% anual, en comparación con el 1,6% anual en los últimos 50 años».
Para terminar, los autores detallan alimentos cuyo consumo crecerá y sobre rlos que no: los principales ganadores serán probablemente los huevos, la leche y los productos lácteos (queso, yogur y mantequilla) y frutos secos con tasas anuales de crecimiento de alrededor del 2,5% al 4%. Los perdedores son probablemente el trigo y el maíz y, en menor medida aceites vegetales extraídos por solvente. El consumo per cápita de carne debiera crecer a una tasa del 1,4% anual y el pescado a una tasa del 1,6%, con el apoyo de una industria acuícola en rápida expansión.
Puede acceder al estudio completo en inglés a través de este link