La popularidad de los filtros, unido a los cientos de perfiles en redes sociales que abusan de los retoques para reducir centímetros de su cuerpo y la presión social existente sobre la imagen corporal, ha provocado un incremento de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA), sobre todo entre los más jóvenes. De hecho, un estudio de la Universidad de Aston (Birmingham) afirma que los usuarios de las redes sociales modifican su dieta en relación con lo que comen los perfiles a los que siguen. Además, las personas que más tiempo pasan en redes sociales tienen más problemas con su imagen y sus hábitos de consumo, según la Escuela de Medicina de la Universidad de Pittsburgh.
La anorexia, la bulimia nerviosa y el trastorno por atracón son los principales trastornos del comportamiento alimentario que ponen en riesgo su salud física y mental. De hecho, el 11% de los jóvenes españoles podría sufrir algún tipo de trastorno alimentario, según un estudio de la Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia (ACAB).
Sin embargo, esta no es la única cifra alarmante. Según un informe de la Agencia de Calidad de Internet, existen casi 4 millones de publicaciones en la Red con las etiquetas #Ana (anorexia) y #Mía (bulimia), hashtags empleados por los afectados para compartir trucos o experiencias que ayuden a otros a adelgazar. A lo que se suman las 5,8 millones de fotos publicadas solo en Instagram con la etiqueta #anorexia.
Pero eso no es todo. También proliferan retos que fomentan la delgadez extrema. Entre los más populares, destacan el conocido como #A4Paperchallenge, que anima a publicar una imagen que demuestra que nuestra cintura es más estrecha que una hoja DIN A4 o el #iphone6challenge, para probar que nuestras dos rodillas juntas no miden más que el modelo de móvil en cuestión (13,8 cm).
Desde Qustodio, plataforma de seguridad y bienestar digital para familias, han analizado algunos de los síntomas más comunes que pueden ayudar a las familias a detectar a tiempo futuros problemas alimentarios:
Aumento del interés por su apariencia física: uno de los primeros indicios que vemos en los jóvenes es el deseo de obtener un físico diferente. Los cuerpos empiezan a cambiar y al no encontrarse seguros de sí mismos comienzan a obsesionarse con la ropa, no se ven bien con nada o comienzan a utilizar ropa demasiado ancha para disimular su figura.
Cambios bruscos en el carácter: mayor irritabilidad, soberbia y menor comunicación y confianza en los padres. Los adolescentes tienden a huir de las conversaciones y mostrar síntomas depresivos.
Ejercicio físico excesivo: practicar deporte es recomendable, pero el aumento de la exigencia y la cantidad de horas que invierten los adolescentes en ello puede indicar que están haciendo ejercicio físico de forma compulsiva y poco racional.
Restricción en la ingesta de alimentos: evitar comer determinados alimentos, revisar el número de calorías que ingieren a diario o, incluso, reducir de manera significativa la cantidad de comida y negando la sensación de hambre son síntomas que debemos tener en cuenta.
En opinión de María Guerrero, psicóloga familiar experta de Qustodio, “es muy importante entender la gran influencia que ejerce internet en las vidas de nuestros hijos ya que todavía no se han formado una identidad. Por ello, es muy importante predicar con el ejemplo y enseñar que una dieta saludable es lo más recomendable, haciéndoles llegar el mensaje de forma sencilla y estimulando su participación en el proceso de compra y el cocinado. Además, debemos ser conscientes de qué ven y qué búsquedas hacen porque la mayoría de las veces buscan información en internet. Para ello, herramientas como Qustodio que nos permiten revisar su historial pueden sernos de gran ayuda porque una detección precoz es clave en estos casos”.