El envejecimiento es parte intrínseca de la vida, pero desde los albores de la humanidad, no hemos cesado de buscar formas de frenarlo. Científicos de la Universidad de Arizona han echado un jarro de agua fría a estos esfuerzos, demostrando matemáticamente que es imposible frenar el envejecimiento de organismos multicelulares como los del ser humano. “Envejecer es matemáticamente inevitable, quiero decir que es totalmente inevitable. No hay escapatoria lógica, teórica ni matemática”, explica Joanna Masel, profesora de Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de Arizona.
Tal y como comprendemos hoy el envejecimiento, existe una ventana de esperanza para detenerlo si la ciencia pudiera idear cómo realizar una selección perfecta entre organismos. Por ejemplo, se podría conseguir si las células compitieran entre sí eliminando las más “lentas”, ligadas al envejecimiento, conservando las demás intactas.
Sin embargo, la solución no es tan fácil. A nivel celular se dan dos procesos al envejecer, según explican los autores del estudio. Por un lado las células se ralentizan y van perdiendo funcionalidad, como por ejemplo cuando las células del cabello dejan de producir pigmento y salen las canas. Por otro lado, algunas células intensifican su crecimiento, generando el riesgo de aparición de células cancerígenas.
Según nos hacemos mayores casi todos terminamos por desarrollar células cancerígenas, aunque posiblemente no manifiesten síntomas
Masel y su colaborador Paul Nelson han demostrado que incluso si la selección natural entre células fuera perfecta, seguiríamos envejeciendo porque las células cancerígenas son “tramposas” al competir con las sanas. “Según envejeces la mayor parte de tus células están ralentizándose y perdiendo fuelle, pero algunas –las cancerígenas- están desatadas, creciendo como locas. Esto genera una paradoja: si te deshaces de las células lentas, ayudas a que proliferen las cancerígenas, y si te deshaces de las cancerígenas, proliferarán las células lentas y cansadas que provocan el envejecimiento. Es decir, no se pueden hacer las dos cosas a la vez”, confirma Nelson.
Así, aunque ya sabíamos que la única certeza al nacer es que vamos a morir, ahora hay una ecuación matemática que lo expresa demostrando que el envejecimiento es una “verdad indiscutible” así como una “propiedad intrínseca del ser multicelular”, advierte Nelson.