La compañía Gestión Fondo Educativo (GFED) ha propuesto el primer decálogo de inversiones para las fundaciones. Su objetivo es que sirva de guía a las fundaciones ante los retos de crecimiento y consolidación a los que se enfrentan. Según María Vázquez, directora general y socia fundadora de GFED, “esta nueva guía de inversión es una iniciativa pionera en el sector y puede considerarse una hoja de ruta de apoyo a las fundaciones para generar beneficios sostenibles y multigeneracionales”, explica Vázquez.
Este decálogo constituye básicamente una serie de líneas de actuación que permitan aportar seguridad económica a las fundaciones, a través de una gestión eficiente que genere rentabilidades sostenidas en el tiempo. Desde GFED destacan que para que las fundaciones puedan apoyar proyectos de forma sostenible necesitan que sus patrimonios afectos o endowments aporten recursos estables e intergeneracionales.
“Los endowments, tan conocidos en EE.UU., deben gestionarse por profesionales expertos del mundo financiero ya que la rentabilidad conseguida año a año tiene que destinarse tanto a financiar los proyectos como a acrecentar el patrimonio para seguir generando beneficios en el largo plazo. Es un círculo virtuoso que les permite tanto autofinanciarse como atender el hoy y el mañana”, apuntan desde la compañía, especializada en la gestión institucional tipo endowment de activos financieros.
Según los últimos datos de la Asociación Española de Fundaciones (AEF), el número total estimado de fundaciones españolas activas hasta 2014 fueron 8.866. Tras la crisis económica el sector ha ido recuperando terreno, sin embargo Vázquez señala que aún queda mucho por hacer en España. “El tercer sector necesita la existencia de la filantropía estratégica y, son las fundaciones dotadas de un endowment -estabilidad financiera- las que podrían desarrollar esa filantropía enfocada en el cambio sistémico y en sentar las bases sólidas sobre las que construir el futuro de nuestra sociedad”, explica. Además, este tipo de gestión tiene dos objetivos: generar rentabilidades anuales para la financiación de proyectos a largo plazo y consolidar el patrimonio a largo plazo para asegurar el éxito en el futuro.
El decálogo elaborado por GFED aporta las siguientes recomendaciones para la inversión de las fundaciones:
- Planificar hoy. Para mantener una situación estable a largo plazo, es fundamental pensar en las necesidades actuales y planificar las futuras. Comience lo antes posible, determine su situación patrimonial e incluya el ahorro en sus objetivos. No se trata de hacer predicciones sobre lo que puede ocurrir, sino tomar decisiones para que el futuro ocurra.
- Invierta a largo plazo. No se deje influir por las noticias a corto plazo. El valor del largo plazo es confiar en convicciones firmes que den consistencia a las inversiones. Solo emprendiendo este camino se puede optar, haciendo cosas bien, a multiplicar lo que tenemos hoy.
- Diversifique. La diversificación es la mejor forma de reducir el riesgo de las inversiones. Diversificar es “no meter todos los huevos en la misma cesta”.
- Busque una rentabilidad estable anual. Al patrimonio invertido hay que exigirle que trabaje para las generaciones futuras, pero también para las actuales. Hay que requerir que las inversiones crezcan y se consoliden a largo plazo, y también que sean una fuente de rentas anuales. No se conforme solo con crecimientos a largo plazo.
- Aporte de forma periódica. Las aportaciones periódicas permiten unos resultados en la inversión más estables, pues se distribuye mejor el riesgo de aportar en momentos alcistas que se compensan con otros bajistas. Menos riesgo y más resultados.
- Mantenga disciplina en el gasto. La política de gasto referida al patrimonio invertido tiene que seguir unas reglas que equilibren la necesidad de rentas anuales con no descapitalizar a largo plazo a la fundación.
- Cuente con asesoramiento especializado. La gestión de las inversiones tiene que estar en manos de profesionales expertos en proporcionar a los inversores unos rendimientos razonables a largo plazo y cuanto más especializado, mejor. Independientes, con talento inversor, comprometidos en proteger y hacer crecer el patrimonio y, que respeten los principios éticos y sociales de la Fundación.
- Exija información y transparencia. Solicite a sus gestores la máxima información y transparencia. En última instancia los riesgos son de la fundación dueña del patrimonio invertido. La transparencia genera seguridad.
- Considere el impacto fiscal. Los impuestos y cargas administrativas y operativas en la gestión de las inversiones puede ser un coste importante y generar una reducción del patrimonio a largo plazo. Su control le permite el aquilatamiento de costes.
- Examine periódicamente su cartera. El control de los riesgos requiere una revisión constante: su identificación, medición, cuantificación y seguimiento, por lo que es necesario recursos suficientes para desarrollar un sistema que permita definir límites y responsabilidades, valorar adecuadamente los resultados y los riesgos. También le otorga dinamismo en la gestión.