En la última década, el bienestar social promedio en los países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) habría disminuido aproximadamente un 2% si se hubiera internalizado el daño producido por las emisiones de CO2, evitando así los peores escenarios futuros de calentamiento global, según BBVA Research.
El PIB per cápita es el indicador más utilizado en las comparaciones de desempeño económico entre países y resulta apropiado y útil para comparar la evolución del rendimiento de una economía a lo largo del tiempo. El PIB sintetiza el valor de los flujos intercambiados en el mercado por el lado del ingreso, el gasto y la actividad.
Según BBVA Research, se trata de un indicador incompleto del bienestar económico de una sociedad, pues debería de incorporar, además del consumo realizado, la equidad en su distribución, la disponibilidad de tiempo de ocio y la esperanza de vida de la población. Además, al ser un concepto medio, el PIB per cápita no captura el efecto que tiene la distribución del ingreso en el bienestar agregado.
Además, este indicador tampoco incorpora el daño generado por las emisiones de CO2, necesarias para alcanzar niveles altos de consumo.
BBVA Research ha estimado en su último informe ‘Bienestar y coste social del carbono’ una medida del bienestar económico de la sociedad incluyendo también el coste del carbono emitido para atender el consumo realizado. El coste para la sociedad de las emisiones, y por lo tanto el precio que habría de establecerse para internalizarlo, está sujeto a incertidumbre ya que depende del valor presente de los daños futuros del cambio climático, dependientes a su vez de escenarios climáticos alternativos.
Aseguran que internalizar el coste social del carbono emitido en la última década reduciría el bienestar en el promedio de los países OCDE en aproximadamente un 2%, de acuerdo a un escenario climático de referencia. Las diferencias entre países son significativas, sobre todo dependiendo de que el uso de las emisiones por unidad de consumo sea más o menos intensivo. Además, la corrección promedio aumentaría en 0,6 puntos porcentuales si se consideran las emisiones consumidas en lugar de las producidas, ya que la mayoría de los países desarrollados son importadores netos de carbono de economías emergentes.
Entre 2010 y 2019 el bienestar social de la economía española fue en promedio el 81% del que Estados Unidos registraba en 2019. Y es que actualmente España se sitúa por debajo de las economías más grandes de la Unión Europea, como Francia y Alemania, ambas con un 99%, e Italia con un 88%. Además, se encuentra bastante alejada también de países como Bélgica, Suiza, Reino Unido, Suecia, Islandia o Finlandia.
Sin embargo, España se posiciona por encima de Portugal, Grecia, Irlanda o la República Checa y exhibe un bienestar considerablemente mayor que el de los países de América del Sur como Colombia o Chile. Asimismo, es destacable el desempeño de España en esperanza de vida y tiempo libre. No obstante, no ocurre lo mismo con la desigualdad, donde España se encuentra en peor posición que países del norte de Europa como Noruega, Suecia o Islandia.
El coste social del carbono mejora la posición relativa de la economía española dada su menor intensidad de uso de emisiones de CO2 por unidad de consumo y también por tener un nivel de PIB per cápita menor. Al ir más allá del PIB, la brecha de España con países como Estados Unidos se reduce a la mitad cuando esta comparación se realiza en términos de bienestar social.
En este sentido, apunta el informe, España se sitúa por encima del promedio de los 36 países que conforman la muestra, con un 76% en relación al bienestar neto corregido del daño de las emisiones de CO2. Ocupa así el puesto 19, justo por detrás de Japón y por encima de Irlanda. No obstante, el informe considera que todavía tiene una brecha importante que cerrar con respecto a los países más avanzados de la OCDE.