En el Colegio de Economistas de Madrid, se ha presentado recientemente el libro de Guillem López Casasnovas que lleva por título “El bienestar desigual, qué queda de los derechos y beneficios sociales tras la crisis”.
En el acto, además del autor, han participado el gobernador del Banco de España, Luis María Linde; el decano-presidente del Colegio de Economistas de Madrid, Pascual Fernández; el presidente del Consejo General de Economistas, Valentín Pich, y el director de la editorial de Ediciones Península, Ramón Perelló.
Durante la presentación, Guillem López Casasnovas –catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Pompeu Fabra y uno de los mayores expertos en gasto social de nuestro país– ha analizado el estado de nuestro sistema de protección social y la viabilidad del Estado del Bienestar, apelando a la responsabilidad individual como elemento decisivo para encarar el futuro del sistema de protección público español, con el objetivo de marcar una hoja de ruta hacia un bienestar más compensado y una reforma de la política social que dé respuestas a los retos que se acercan, con más equidad intergeneracional.
En la obra, el autor pone en valor todo aquello que se ha conseguido y explica que “se pretende olvidar que nada es gratuito, que no hay derechos sin deberes, que las cuotas sociales ya no son suficientes para financiar las prestaciones, que considerar que las cosas son de todos y de nadie suele ser una invitación al dispendio…”
La propuesta que hace López Casasnovas para superar esta disyuntiva se basa en reformular la protección social en un sentido menos estatalizada, mejor gestionada y más comunitaria, en la que la política intervenga sólo para conseguir grandes consensos y en la que la tecnología supere las inercias de la burocracia, todo ello acompañado por una mayor responsabilidad individual.
Asimismo, es partidario de reforzar los valores de lo que ya se ha conseguido gracias a lo que aportan los proveedores clave, los profesionales de prestigio, de la asistencia y de la investigación, para que los ciudadanos sientan el sistema como suyo y no como algo políticamente dado.
Encaminar las políticas sociales, a su entender, requiere identificar correctamente de dónde surgen las desigualdades, y entender que el ámbito desde el que mejor se combaten es desde el trabajo y la familia, y no desde el funcionariado, y que no es, por tanto, sólo un asunto de presupuesto.