Hoy, 22 de abril, se celebra el Día Internacional de la Tierra. Se trata de una efeméride global establecida por Naciones Unidas en 2009 y que tiene como fin concienciar a la humanidad sobre la necesidad de preservar nuestro planeta. En este sentido, la industria de inversión lleva años impulsando la inversión sostenible y bajo criterios ESG, para remar en favor de este objetivo.
Con motivo de esta celebración, que se enmarca este año en el contexto de la pandemia mundial del COVID-19, Andrew Howard, responsable de análisis sostenible de Schroders, se plantea si esta situación marca un momento crucial para la lucha contra el cambio climático. “Los efectos devastadores de la pandemia del COVID-19 han tenido un impacto a corto plazo en las emisiones de carbono, pero no lo suficiente como para modificar el control del progreso climático de Schroders, que permanece inalterado al implicar un aumento de la temperatura a largo plazo de 3,9°C en su última actualización trimestral”, señala.
Howard está en lo cierto. Una de las principales moralejas medioambientales que nos está dejando esta pandemia es que la reducción total de la actividad económica y la limitación de la movilidad ha reducido las emisiones de forma sustancial, rebajando la contaminación de las principales ciudades del mundo. En su opinión, no podemos bajar la guardia y debemos aprovechar este momento para tomar un mayor impulso en la defensa de nuestro entorno.
“Durante la crisis financiera mundial de 2008-09 vimos una reducción del 1,3% de las emisiones y posteriormente una recuperación de un 6% hasta 2010, a medida que las inyecciones de apoyo fiscal en las principales economías impulsaban la actividad económica. No queremos que esto vuelva a suceder y, a medida que los responsables políticos, las empresas y los gobiernos comiencen a planificar la recuperación económica y social tras la pandemia, éste podría ser el punto de inflexión para que el cambio climático acelere la transición a una economía con bajas emisiones de carbono. Las economías de todo el mundo necesitarán apoyo fiscal y algunos responsables políticos, por ejemplo, los dirigentes de la Unión Europea han acordado que el plan de recuperación económica de la región será coherente con su compromiso de transición ecológica. El hecho de que otros sigan el ejemplo, o el grado de rigor que demuestren sus criterios, se hará más claro a medida que los compromisos se conviertan en acciones», defiende Howard.
Para Andrew Parry, responsable de inversión responsable en Newton IM, parte de BNY Mellon IM, la pandemia es una “llamada de atención” para los participantes del mercado, los responsables políticos y cada uno de nosotros sobre la fragilidad de este mundo tan complejo e interconectado. En este sentido considera que la respuesta mundial a la enfermedad está siendo cada vez más coordinada y demuestra que las políticas se pueden modificar profundamente cuando nos enfrentamos a una crisis, también a la climática.
“El coste social del COVID-19 palidece ante la creciente amenaza que supone el cambio climático para la humanidad y, aun así, sigue siendo difícil que se adopten medidas decisivas a nivel mundial. Si bien la respuesta inmediata de las autoridades ha sido, lógicamente, intentar limitar las consecuencias sociales de la crisis actual, esta situación representa una oportunidad para garantizar un futuro más saludable y más resistente para el medioambiente, y no deberíamos dejarla pasar. Hasta ahora, de los miles de millones de dólares movilizados a nivel mundial para estimular la actividad económica, la contribución directa a la transición climática ha sido escasa en comparación con las cantidades destinadas a apoyar a empresas que ya presentaban problemas”, señala Parry.
Por último, las gestoras han querido recordar en este día que la inversión en productos sostenibles, bajo criterios ESG o de impacto puede ser una forma de canalizar, sin perder rentabilidad, capital hacia el cambio. “Actualmente vemos importantes oportunidades para las empresas que se centran en soluciones dentro de la eficiencia de los recursos y la protección del medio ambiente. El principal motivo del atractivo de estas áreas se basa en sus potenciales rendimientos y tiempos de recuperación de estas soluciones. El ahorro de electricidad, el uso de menos recursos o el despliegue de productos más eficientes se traduce directamente en una mejor propuesta de valor para los clientes”, apuntan Thomas Sorensen y Henning Padber, gestores del Nordea 1 – Global Climate and Environment Fund, respecto a las oportunidades de inversión que observan.
Según la experiencia de estos gestores de Nordea AM, han identificado también oportunidades en el ámbito de la gestión de agua, el aire y los servicios ambientales como respuesta a los bruscos cambios de tiempo y a la mala calidad del aire. “Los consumidores están cada vez más preocupados por el medio ambiente y, por lo tanto, exigen productos que sean respetuosos con el medio ambiente, es decir, hechos con ingredientes orgánicos o naturales y producidos sin causar contaminación. También es importante para estos consumidores verdes que las materias primas de los productos finales sean trazables y que éstos se entreguen aplicando soluciones de envasado sostenibles”, concluyen desde Nordea AM.