Al estrés se le conoce como el “asesino silencioso” y causa muchos efectos perjudiciales que a menudo se pasan por alto. El estrés puede introducir dolor y tensión en nuestras actividades diarias, incluyendo el trabajo, los estudios, amistades, relaciones e incluso hábitos de sueño. También puede derivar en sufrimiento físico y manifestarse como dolor de cabeza, malestar estomacal o dolor de espalda. El estrés puede reducir, además, la capacidad de nuestro sistema inmunológico para luchar contra los resfriados y otras enfermedades de las que el cuerpo sería capaz de defenderse en condiciones normales.
Es importante aprender a identificar y manejar eficazmente el estrés en nuestra vida para aumentar nuestra longevidad y, sobretodo, hacerla más plena y feliz. El primer paso en la gestión del estrés es identificar la causa que puede ser desde un acontecimiento puntual en nuestra vida hasta un cambio de trabajo, un aumento de la carga del mismo o el nacimiento de un hijo. A veces las causas no son tan evidentes y pueden estar relacionadas con una mala habilidad para gestionar el tiempo, una excesiva preocupación y la falta de estrategias para combatirla. A continuación, cuatro simples formas de combatir el estrés en nuestra vida diaria:
-Escribir nuestro propio «diario de estrés»
Puede parecer surrealista e incluso contradictorio llevar un control de nuestro propio nivel de estrés, pero esto ayudará a identificarlo y a saber qué lo desencadena. Emplear 15 minutos diarios en describir cualquier evento que le haya causado estrés con su correspondiente consecuencia emocional o física, le permitirá establecer patrones y, por consiguiente, estrategias para gestionarlo de forma eficiente. Lleve este diario de estrés a su médico si necesita consejos adicionales.
-Aprender a decir «no»
Decir que no cuando estamos alcanzando el límite en volumen de tareas o responsabilidades es enormemente poderoso y gratificante. La gente respetará nuestros límites y estará más agradecida por nuestro tiempo cuando aceptemos asumir un favor o una responsabilidad adicional. Sea firme pero educado. Puede, incluso, practicar diciendo «no» ante el espejo para ganar confianza en sí mismo.
-Beber agua
Esto puede sorprenderle, pero mantener nuestro cuerpo hidratado nos ayudará a mejorar nuestro estado de ánimo y asegurar que nuestro cuerpo está recibiendo los nutrientes que necesita. Nuestro cuerpo produce una hormona, el cortisol, en respuesta al estrés. La deshidratación, incluso a un nivel bajo, aumenta los niveles de cortisol en el cuerpo.
-Comer bien
Además de beber agua, preste atención a lo que come. Las dietas altas en fibra y bajas en grasas saturadas tienen un efecto positivo en el humor general. Las vitaminas B, especialmente el ácido fólico (folato) y la vitamina B12 son conocidos por ayudar a prevenir los trastornos del estado de ánimo, incluyendo la depresión.