El mercado ecológico creció más de un 7% en 2015 y movió cerca de los 75.000 millones de euros en el mundo. Este rápido crecimiento ha obligado a las autoridades europeas a adaptarse al nuevo paradigma y tomar decisiones. Uno de los puntos de inflexión que se han discutido es la cantidad máxima de pesticida que puede presentar un producto agrícola para que se le continúe considerando ecológico.
Estos productos se caracterizan por su proceso de producción, el cual se halla libre del uso de pesticidas sintéticos en el caso de la agricultura, y de suministrar antibióticos en cuanto a los animales. La Unión Europea, así como organismos dentro del propio país, se encarga de regular la validez de estos procesos y establecer la normativa.
La Comisión de Agricultura se ha enfrentado recientemente a una importante disyuntiva y es el nivel de pesticidas máximo que puede poseer un alimento sin dejar de ser considerado ecológico. Y es que el problema al que se enfrenta el mercado “verde” es que sus productos pueden contaminarse muy fácilmente. “Si tu vecino es un agricultor tradicional no puedes prevenir que el viento lleve a tus cultivos ecológicos los pesticidas que él utiliza”, indica Isabelle Buscke, responsable en Bruselas de la Federación Alemana de Asociaciones de Consumidores.
Las actuales negociaciones son fruto de las reformas que se acordaron tratar en la consulta pública de 2014. Tras años de negociaciones legislativas, el pasado julio se alcanzaba el primer acuerdo político entre la Comisión, el Parlamento y el Consejo, aunque aún se halla a la espera de la votación definitiva.
La Comisión defendía que solo los alimentos libres de pesticidas – menos de 0,01 mg. por kilo- se podrían calificar como ecológicos
Las discusiones se desarrollaron en torno a quienes se encontraban a favor y pedían una indemnización para los agricultores que sufrieran una contaminación involuntaria y aquellos que exigían incrementar la vigilancia.
La alimentación ecológica se trata de un mercado en apogeo, los precios continúan siendo uno de sus principales frenos para atraer nuevos consumidores ya que productos como el vino o el aceite ecológico pueden llegar a incrementar su precio en un 30% o 50%. Sin embargo, los demandantes de este tipo de productos están dispuestos a pagar la diferencia, ya que lo consideran un compromiso con su salud y bienestar, pero, sobre todo, una contribución a mejorar el medio ambiente.