El gestor global de fondos sostenibles y multiactivos Candriam ha lanzado una nueva iniciativa de compromiso colaborativo para abordar los riesgos planteados por los productos y los servicios de la tecnología de reconocimiento facial (“Facial Recognition Technology”) como parte de su compromiso y de sus valores de gestión corporativa.
La iniciativa a dos años anima a los inversores a participar en un diálogo informado y constructivo con las empresas como parte de un programa de compromiso colaborativo. Se invita a los inversores a firmar la Declaración del Inversor sobre Reconocimiento Facial (“Investor Statement of Facial Recognition”), que está respaldada por los Principios para la Inversión Responsable. Con el fin de lanzar esta iniciativa, Candriam ha publicado un documento orientativo que evalúa las oportunidades y los riesgos de inversión asociados a esta tecnología.
El reconocimiento facial es el proceso de identificar o verificar la identidad de una persona utilizando una fotografía o un vídeo de su cara. El mercado del reconocimiento facial ha crecido de manera constante y se prevé que alcance 9.600 millones de dólares en 2022, a medida que los gobiernos y las empresas utilicen la tecnología para incrementar la seguridad y mejorar las eficiencias. Se calcula, además, que existirán mil millones de cámaras de vigilancia en funcionamiento a finales de 2021.
La TRF se basa en tres etapas que engloban la detección facial, la captura y el cotejo. Mediante la combinación de la inteligencia artificial, el aprendizaje automático y el “Deep Learning” (que imita las redes neuronales), puede procesar enormes cantidades de datos y de imágenes, lo que la convierte en una herramienta muy útil en materia de seguridad, vigilancia policial, medicina y marketing.
La tecnología se utiliza en todo el mundo, salvo en Luxemburgo, Bélgica y Marruecos que categorizan el uso del reconocimiento facial por parte del estado como una violación de la legislación nacional. En Estados Unidos, ciudades como San Francisco, lugar de nacimiento de esta tecnología, también han prohibido el uso de esta tecnología a los organismos de vigilancia policial y a otros organismos locales.
En la última década, la emergencia de la TRF para la vigilancia de masas ha planteado preocupaciones acerca del impacto de la tecnología sobre la privacidad, la protección de datos y las libertades civiles, y las empresas han tenido que hacer frente a acusaciones de violaciones de los derechos humanos. También se han planteado cuestiones acerca de la precisión de la TRF, cuyo uso ha provocado identificaciones erróneas además de presentar sesgos raciales y de género.
En relación con la iniciativa, Benjamin Chekroun, analista de Voto por Poder y Compromiso en Candriam, declaró: “La rápida penetración de la tecnología de reconocimiento facial, combinada con el creciente número de cámaras de vigilancia, en la vida cotidiana, proporcionan a los gobiernos y a las empresas unos poderes que no están sometidos a supervisión, para monitorizar la sociedad. Puesto que la regulación va por detrás del despliegue y del uso del reconocimiento facial, existen riesgos creíbles para los derechos humanos. La Declaración del Inversor sobre Reconocimiento Facial permitirá que los inversores se comprometan de manera colaborativa con las empresas en sus procedimientos de diligencia debida sobre derechos humanos así como en sus mecanismos de supervisión y de reparación, a la hora de abordar las cuestiones de la privacidad y las libertades civiles».
Katherine Ng, directora de Investigación Académica, Principios para la Inversión Responsable (“Principles for Responsible Investment”), añade: “Aunque la tecnología conlleva una promesa innegable y podría ser una fuerza para el bien, la forma en la que la tecnología de reconocimiento facial está diseñada y se utiliza actualmente también conlleva riesgos e implicaciones sociales para las personas, lo que justifica la acción de los inversores sobre este tema. Por lo tanto, damos la bienvenida a los esfuerzos y al liderazgo consciente de los inversores, los cuales, por delante de la regulación, pretenden ampliar la lista tradicional de cuestiones ESG y comprender cómo, dónde y cuándo el reconocimiento facial se puede utilizar de manera pertinente y por parte de quién».
El interés de los inversores por los riesgos potenciales relacionados con la TRF ha crecido significativamente, impulsado por los avances tecnológicos y por la adopción global de productos TRF. A principios de este año, Candriam realizó una encuesta a 300 inversores que reveló que el 30% de los encuestados consideraba que la TRF era una herramienta conveniente y útil, aunque el 70% de los inversores expresó ciertas reservas acerca de la misma.
Candriam participa activamente en una variedad de iniciativas de colaboración relacionadas con los riesgos digitales y tecnológicos que incluyen la iniciativa de “Responsabilidad Corporativa para los Derechos Digitales” (“Corporate Accountability for Digital Rights”).