El agua supone el 35% de la estructura de la piel y está localizada en la dermis. Según explica el doctor Román Barabash Neila, miembro de la Asociación Española de Dermatología (AEDV), es fundamental beber suficientemente agua al día para mantener las funciones de barrera y protección de nuestra piel, así como para mantener sus características y cualidades estéticas.
El especialista recomienda que a la hora de la higiene hay que evitar ducharse con agua muy caliente o muy fría. Lo ideal es el agua tibia y no ducharse más de una vez al día, ya que esto supondría una agresión para la piel. Así, advierte que el exceso de limpieza o de exposición al agua de nuestra piel también puede deteriorarla en caso de pacientes sanos o agravar enfermedades dermatológicas ya existentes. “En el punto medio está la virtud”, insiste Barabash.
Por un lado, incide en que la mayoría de los cosméticos basan su composición en el agua, siendo esta el vehículo fundamental para conseguir efectos positivos en nuestra piel. Por otro lado, destaca en la importancia de este elemento, utilizado como arma terapéutica para muchas de las enfermedades de la piel como la psoriasis, la ictiosis o las dermatitis atópicas que son tratadas en muchos casos con hidroterapia, utilizando diferentes aguas termales o medicinales.
Un lujo a nuestro alcance
Pequeños actos como darse un baño caliente antes de acostarse genera un sueño más reparador, según un estudio de la Universidad de Loughborough, y así la piel está más descansada. Además, entre sus múltiples beneficios para la piel destacan: limpiar, calmar, refrescar cuando uno está sometido a mucho calor, hidratar, proteger, incluso fijar el maquillaje en la piel. Además de en su ingesta, el agua tiene muchas propiedades y es fundamental para tener un aspecto sano tanto por dentro como por fuera. El agua se convierte así en una gran aliada para la belleza y la salud.