Las SPAC son empresas creadas para conseguir que una compañía salga a bolsa a través de un proceso diferente al de una OPV. Tras su salida a bolsa, la SPAC busca empresas privadas para comprar, de forma que, a través de esta transacción, convierten empresas privadas en públicas.
Es decir, una SPAC es un vehículo de inversión utilizado para recaudar capital, el cual se utilizará para adquirir una compañía privada y así facilitar su salida a bolsa mediante una fusión con la SPAC.
Para entender bien en qué consisten, antes hay que definir el concepto de OPV (Oferta Pública de Venta), que es la primera venta de acciones emitida por una compañía. Es decir, es cuando una empresa decide comenzar a vender sus acciones al público, cuántas venderá y a qué precio, el cual se decidirá en base a la predicción de demanda y vendrá recomendado por un banco de inversión.
¿Por qué se quiere evitar la OPV? En comparación, la OPV exige que la compañía presente documentos para recaudar fondos como parte de su intención de salir a bolsa, además, implica la celebración de giras informativas y una exposición intensa al foco mediático.
Crear una SPAC se ha convertido en una forma popular de hacer que las empresas privadas pasen a ser públicas, pero es sólo una de muchas maneras y su uso o no dependerá de la naturaleza del negocio de la entidad interesada en salir a bolsa.
¿Pero qué sucede si la SPAC no puede encontrar una compañía para adquirir o si el acuerdo de compra no consigue cerrarse? Si la SPAC no encuentra ninguna empresa con la que fusionarse en un plazo de dos años, se disuelve y el efectivo se devuelve a los inversores. En caso de fusión, los accionistas pueden conservar o reembolsar sus acciones.