Los precios de los bienes y servicios están sujetos a cambios, con el tiempo pueden aumentar o disminuir, pero se habla de inflación cuando se produce un aumento generalizado y sostenido de los precios de los bienes y servicios a lo largo del tiempo. No se considera inflación si solo sube el precio de unos artículos determinados.
Como resultado, cuando hay inflación se pueden adquirir menos bienes y servicios por cada euro. Pongamos un ejemplo: hace 15 años con un euro podía ir a la panadería y comprar una barra de pan y una bolsa de patatas, ahora, con ese mismo dinero, debido a la inflación, solo puedo comprar una barra de pan.
La inflación, por tanto, refleja la disminución del poder adquisitivo de la moneda. Una medida frecuente de la inflación es el Índice de Precios del Consumidor (IPC), que mide la variación de los precios de una cesta de bienes y servicios.
Para calcular la inflación se tienen en cuenta todos los bienes y servicios que consumen las familias, incluidos: artículos de consumo diario (como los alimentos); bienes de consumo duradero (como la ropa); y servicios (como la peluquería).
Una forma de calcular la inflación de una forma más precisa es a través de la inflación subyacente. Este tipo de inflación muestra la variación de los precios de forma menos errática ya que se excluyen del IPC los componentes más volátiles como son las energías (petróleo, gas, electricidad) o alimentos no eleborados como la frutra o la verdura.
¿Qué provoca inflación?
Las causas son muy diversas pero las más comunes son: la inflación por consumo o demanda y la inflación por costes.
La primera, la inflación por consumo, se da cuando la demanda crece más rápido que la oferta y como consecuencia los precios suben.
La inflación por costes ocurre cuando aumentan los costes de producción, lo que provoca que los productores suban el precio del bien o el servicio. Por ejemplo, puede ocurrir que suba el precio de las materias primas o la mano de obra y como consecuencia suba el precio final.
Además, hay varios tipos de inflación que se clasifican en función de la magnitud del aumento de los precios: inflación moderada (cuando los precios suben de forma lenta), inflación galopante (cuando en un periodo anual los precios incrementan en tasas de más de un dígito, por ejemplo, 20%) e hiperinflación (cuando el alza es muy exagerada y puede alcanzar tasas del 1000%).
¿Quién y cómo se controla la inflación?
La inflación, dentro de unos límites, es un fenómeno deseado que los bancos centrales se encargan de vigilar. El objetivo del Banco Central Europeo, que controla la cantidad de dinero que hay en circulación, es mantener una tasa de inflación anual en torno a un 2%.