El estilo de inversión growth apuesta por aquellas compañías denominadas de crecimiento, es decir empresas en fase de expansión y que se considera que pueden continuar creciendo de forma significativa en los próximos años. Se podría decir que no importa tanto el precio de la acción (en algunos casos puede incluso considerarse que la compañía está cara), sino que lo que se tiene en cuenta son las perspectivas futuras de crecimiento.
Es decir, se trata de comprar a un precio elevado y vender a un precio aún más alto, por lo que el riesgo de este tipo de inversión es que ese fuerte crecimiento esperado no llegue y el precio de las acciones caiga.
El entorno en el que operan estas compañías es cambiante y tiene mucha competencia, por lo que este estilo de inversión busca identificar a las empresas ganadoras, las que presentan un producto o servicio de gran valor añadido. Un ejemplo de este tipo de compañías son las tecnológicas.
Cabe recordar que este estilo de inversión no suele ofrecer rentabilidad vía dividendo a sus accionistas, puesto que este tipo de empresas pueden no reportar beneficios hasta que no alcanzan cierta madurez.