Los ETFs y fondos indexados son vehículos de inversión pasiva, es decir no intentan batir a su índice de referencia, sino replicarlo. Ambos son productos similares, pero tienen importantes diferencias que debemos conocer.
Los fondos indexados tienen la misma estructura y operativa de compra y venta que un fondo de inversión tradicional, sin embargo, como hemos dicho, su gestión es pasiva, es decir, replican a un índice, como, por ejemplo, el Ibex 35. Esta gestión pasiva permite que sus comisiones sean mucho más bajas que las de un fondo tradicional.
Por otro lado, los ETFs o fondos indexados cotizados también replican un determinado índice, pero se diferencian de los fondos indexados en que se comportan como una acción. Lo que nos permite comprarlos y venderlos en cualquier momento, mientras los mercados estén abiertos.
Cuando invertimos en un fondo indexado nuestra relación es con la propia gestora, si bien en el caso de un ETF nuestro contacto es con el bróker con el que operamos.
Otra de sus diferencias se puede apreciar en la transparencia. Los fondos indexados disponen de valor liquidativo diario frente al valor liquidativo intradía que ofrecen los ETFs. Además, en un fondo indexado la gestora puede dar acceso mensualmente a la composición de la cartera si bien, en el caso de los ETFs, podemos conocer esa composición diariamente.