La estanflación tiene lugar cuando hay inflación sin crecimiento económico. De esta forma, la estanflación deja un escenario donde situaciones de subida de precios, aumento de desempleo y estancamiento económico se dan a la vez, lo que puede generar el empobrecimiento de la población.
Se trata de una combinación que se tacha de tóxica por su complejo manejo y corrección. Por un lado, se debe tratar de contener la inflación, al tiempo que se necesita impulsar la economía. Sin embargo, las medidas que frenan la inflación también frenan el crecimiento económico.
Pongamos un ejemplo: cuando una economía está estancada se suele recurrir a políticas monetarias y fiscales expansivas, que implican bajar los tipos de interés y los impuestos. Sin embargo, estas medidas favorecen la inflación. Si, en cambio, se aplican políticas restrictivas, estas frenarían el crecimiento. Por lo que la complejidad del problema es muy alta.
Aunque parezca un término reciente, lo cierto es que fue acuñado en 1965 por el entonces ministro de finanzas británico, Ian MacLeod.
¿Cuándo se registró por última vez este inusual fenómeno? La estanflación es un fantasma que visitó España, y gran parte del mundo, en los años 70, con la crisis del petróleo. Fruto de las restricciones del petróleo, los precios del crudo aumentaron, un aumento de precios que se trasladó a los costes de producción llegando a los productos de consumo, es decir, generó inflación, al tiempo que la economía no crecía.