Precisamente, la iliquidez es una de sus principales características, a la que podemos sumar su poca correlación con los activos tradicionales, por lo que aportan diversificación. Otra de las diferencias respecto a los tradicionales es que podemos encontrar activos alternativos tanto en los mercados públicos como en los privados.
Podemos clasificar los activos alternativos en dos clases principales de inversiones. La primera está formada por vehículos que invierten en activos no tradicionales, como las infraestructuras, el sector inmobiliario y el capital privado. La segunda implica estrategias que invierten en activos tradicionales mediante el uso de métodos no tradicionales, como por ejemplo, las ventas en corto y el apalancamiento.
Algunos ejemplos de activos alternativos más populares son el private equity, el inmobiliario y las infraestructuras o las materias primas y la deuda privada.
Sin embargo, al ser productos más ilíquidos, el inversor debe hacer un análisis de su situación financiera y horizonte de inversión, ya que su iliquidez puede suponer un riesgo.