Tras el episodio vivido esta semana en el Capitolio, llega un nuevo giro en la política estadounidense: Donald Trump se muestra indignado por lo ocurrido y reconoce su derrota, comprometiéndose a garantizar una transición ordenada. En un contexto más relajado, el foco vuelve a situarse en lo relevante: el control de la pandemia y las oportunidades de inversión que traerá la administración Biden.
Los analistas Banca March destacan el buen comportamiento que tuvieron ayer las bolsas del país, que dejaron a un lado lo ocurrido y marcaron nuevos máximos históricos. “La renta variable de Estados Unidos parece así descontar nuevas políticas expansivas, que traigan consigo una reactivación del crecimiento y el retorno a ciertos niveles de inflación”, señalan en su análisis diario.
El que sí ha sufrido ha sido durante este evento político ha sido el dólar, muestra de ello fue la caída de medio punto del índice DXY el pasado 6 de enero. “Esta acción crea un precedente de crisis constitucional severo en los EE.UU., provocando una mayor desconfianza en el dólar y otros activos domésticos”, explican los expertos de Monex Europe, que además destacan: “En el ámbito fiscal, este resultado podrá permitir a los demócratas llevar a cabo un programa de estímulos favorable a la recuperación de la economía y del mercado laboral, lo que quita presión de la Reserva Federal como protagonista en el frente de política económica. En consecuencia, podría esperarse un rebote del dólar en el horizonte de mediano plazo”.
En este sentido, Keith Wade, economista jefe de Schroders, recuerda que el control del Senado y la Cámara de Representantes por parte del Partido Demócrata le permitirá a Joe Biden implementar gran parte de su agenda. En este sentido, señala que aunque los acontecimientos del miércoles por la noche significan que continúan los riesgos para una transición tranquila de poder, la probabilidad de una recuperación global en forma de V ha aumentado.
“Si bien todavía hay por delante un invierno difícil, con el aumento de los contagios por COVID-19, y habrá que ver los detalles del estímulo fiscal, los multiplicadores normales sugerirían añadir un punto porcentual al PIB de EE.UU. este año y el próximo. Esto llevaría nuestras previsiones al 4,8% y al 4,5% para 2021 y 2022, respectivamente (desde el 3,8% y el 3,5%). Tal crecimiento reduciría el desempleo y cerraría la brecha de producción más rápidamente, lo que a su vez significaría una mayor presión inflacionaria. En consecuencia, se buscaría un aumento más temprano de los tipos de interés de la Reserva Federal, potencialmente en 2023, en vez de 2024”, argumenta Wade.
También se espera que la nueva administración realice un mayor gasto fiscal. “Las implicaciones políticas del llamado blue sweep son numerosas. Esperamos que la administración de Joe Biden, con mayoría en el Congreso, impulse una ayuda fiscal adicional relativamente pronto. Después del paquete de 900.000 millones de dólares aprobado a finales de diciembre, se podría acordar una ayuda fiscal adicional de emergencia de hasta 1 billón de dólares cuando el nuevo gobierno asuma el poder, incluyendo transferencias más generosas a los hogares estadounidenses. Esto conducirá a un mayor repunte del consumo cuando las perturbaciones del COVID-19 se alivien y estimulará el crecimiento en el segundo y tercer trimestre por encima de nuestras previsiones reales”, explica Sandrine Perret, economista de Vontobel Wealth Management.
Además, Perret considera que, en una segunda etapa, Biden impulsará un paquete de gastos en infraestructura con una inclinación de inversión verde a finales de este año. “Por último, podrá aprobar un aumento del impuesto de sociedades para las grandes empresas. Aquí la ley final probablemente será diluida de la propuesta inicial de un aumento al 28% (desde el 21%), dada su escasa mayoría en el Congreso y los demócratas moderados nombrados en el gabinete de Biden”, añade.
“Más allá de la política fiscal, la atención de los inversores se centrará ahora en otras áreas del programa político demócrata, como el gasto en infraestructura, los aumentos de los salarios mínimos y una mayor intervención reguladora en una serie de industrias clave”, comenta Paul O’Connor, responsable de Multiactivos en Janus Henderson. Su compañero Matt Peron, director de análisis de Janus Henderson y Jim Cielinsky y responsable global de renta fija, destaca que el estímulo fiscal ayudaría a apoyar la economía y podría compensar los efectos negativos de una regulación más estricta y unos tipos impositivos más elevados. «Ambos elementos del programa demócrata. Estas medidas podrían verse retrasadas por la pandemia, mientras que las tendencias seculares de crecimiento y la política monetaria ultramoderna siguen siendo fuerzas igualmente fuertes en la economía«, añade Peron.
En opinión de Christine Todd, directora de renta fija EE.UU. en Amundi, y de Paresh Upadhyaya, director de estrategia de divisas y gestor de fondos EE.UU. en Amundi, un mayor estímulo fiscal y la consiguiente emisión de bonos, así como un posible presupuesto de infraestructura, presionarán al alza los rendimientos estadounidenses. «La curva debería continuar empinándose a medida que aumenten las expectativas de un crecimiento más sólido y la tasa de los fondos federales se mantiene cerca de cero. Los diferenciales crediticios corporativos pueden estar respaldados inicialmente por un mayor gasto en estímulos y una demanda contenida de los servicios. Posteriormente, afrontarán un viento en contra con una rentabilidad más débil asociada con mayores gastos impositivos, los costes del endeudamiento y la regulación. El QE de la Fed seguirá respaldando los agency mortgage-backed securities (MBS). El riesgo de dislocaciones crediticias en las finanzas de los gobiernos estatales y locales es materialmente menor con los Demócratas impulsando la asignación de estímulos adicionales. Si bien los incrementos de productividad podrían servir para contrarrestar las presiones inflacionistas a medio plazo, el aumento de los déficits y la debilidad del dólar respaldan a largo plazo una mayor inflación en Estados Unidos. Es probable que el mercado bajista del dólar estadounidense gane momentum, ya que el creciente déficit presupuestario lastra al dólar«, explican ambos.
Biden, sin carta blanca
Pese a que el ruido político se ha calmado y la victoria de los demócratas no tiene discusión, Biden tiene por delante un laberinto político que sortear para sacar todas sus medidas con éxito. Según explica David Page, jefe de Macro Research de AXA Investment Managers, el control demócrata del Senado es un hecho material e inesperado. Sin embargo, Page advierte que no le dará a Joe Biden carta blanca para aplicar su manifiesto.
“En primer lugar, este control permitirá a los demócratas controlar la agenda del Senado, lo que significa que elegirán qué temas se votarán (y cuáles se pueden evitar). En segundo lugar, le dará a los demócratas una mayoría en los comités. Sin embargo, el control demócrata es muy débil. Cualquier complicación, desde las ausencias de Covid a las renuncias prematuras o las muertes eliminaría esta mayoría. Además, los demócratas (e independientes) tendrían que estar unidos para garantizar una mayoría, algo que no se puede garantizar en una variedad de temas. Lo que es más importante, los demócratas están muy por debajo de la supermayoría (60) necesaria para impedir el filibusterismo republicano, que puede bloquear eficazmente la aprobación de legislación”, explica Page sobre el contexto político.
Y añade como conclusión: “Dicho esto, los demócratas todavía pueden utilizar el llamado proceso de reconciliación para aprobar legislación con una mayoría simple, aunque las condiciones en que se puede aplicar la reconciliación han cambiado en el último decenio y son restrictivas”.