La inversión ESG se hace hueco en los ETFs de renta fija

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La inversión ESG se hace hueco en los ETF de Renta Fija
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La renta fija llevaba tiempo rezagada respecto a la renta variable en lo que respecta a los criterios de inversión medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG), que actualmente representan alrededor del 9% de los activos sostenibles a nivel mundial1. Sin embargo, esto está empezando a cambiar. La demanda de renta fija ESG está incrementando al igual que la disponibilidad de soluciones de renta fija ESG pasivas eficientes, especialmente desde el estallido de la pandemia de COVID-19. A medida que los inversores, cada vez más socialmente conscientes, reevalúan sus asignaciones a la renta fija, esto presenta importantes oportunidades de inversión.

Un comienzo lento pero…

En comparación con la renta variable, el progreso para integrar las consideraciones ESG en las carteras de renta fija ha sido lento. El primer índice ESG de renta variable se lanzó hace más de tres décadas, en 1990, pero no fue hasta 2013 cuando se materializó el primer índice de renta fija ESG.

Uno de los motivos está relacionado con cómo se ha percibido históricamente el engagement (compromiso). Se pensaba que los tenedores de bonos no tenían derechos de voto como los accionistas, lo que condujo al mito de que tenían una capacidad limitada para participar y ejercer influencia en las compañías. Sin embargo, los tiempos están cambiando rápidamente y existe una creciente demanda por parte de los inversores de soluciones de renta fija ESG. Por ejemplo, entre enero de 2018 y abril de 2021, los activos bajo gestión de ETFs europeos ESG se multiplicaron por siete para alcanzar los 26.900 millones de euros. Pero, ¿qué ha provocado este cambio y qué oportunidades conlleva?

Ganando terreno

No es difícil comprender los beneficios potenciales de incorporar el análisis ESG en la inversión en renta fija. El escrutinio ESG de un emisor corporativo puede, por ejemplo, revelar la exposición a riesgos de inversión a largo plazo, como el cambio climático, que pueden tardar años en materializarse. De hecho, se reconoce cada vez más que las compañías con sólidas credenciales ESG tienen menos probabilidades de incurrir en un impago. También es probable que sean más rentables a largo plazo y numerosos estudios así lo atestiguan. A la luz de esto, los gestores de activos han estado trabajando arduamente para desarrollar soluciones que combinen ESG con renta fija. Los factores ESG están ocupando un papel cada vez más importante en las calificaciones crediticias y estamos viendo una mayor integración de ESG y engagement de los emisores.

Los inversores en bonos, como los gestores, están mostrando una mayor disposición a comunicarse directamente con las compañías y hacer que se responsabilicen de las cuestiones ESG. Reconocen que, aunque no tengan derechos de voto como los accionistas, son stakeholders que pueden interactuar con los emisores de bonos que en muchos casos también son emisores de acciones.

Los emisores de bonos, deseosos de atraer inversores cada vez más conscientes de las cuestiones sociales y de ser incluidos en los principales índices, son ahora mucho más comunicativos en el suministro de información. También hay más información disponible de los proveedores de datos ESG sobre áreas menos cubiertas previamente, como la deuda pública. La deuda pública está mucho menos avanzada que la deuda corporativa en términos de integración ESG por una serie de razones, incluida la falta de consistencia respecto a la medición de factores ESG materiales, límites en la disponibilidad de datos y herramientas y prácticas de integración ESG menos desarrolladas. Sin embargo, el mayor escrutinio de los inversores sobre cuestiones ESG está impulsando el progreso en este área. Últimamente, esta tendencia hacia una mayor integración de criterios ESG en renta fija ha cobrado un nuevo impulso, que ha ido acompañado de una mayor adopción por parte de los inversores de ETF de renta fija ESG.

 

Tribuna de Juan San Pio, director comercial de Amundi ETF, Indexing & Smart Beta para Iberia y Latinoamérica

 

1 Fuente: Morningstar: Global Passive ESG Landscape 2020.

 

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Acciones de valor: todavía queda abundante combustible en el depósito

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Acciones de valor: todavía queda abundante combustible en el depósito
Foto cedida. Acciones de valor: todavía queda abundante combustible en el depósito

Tras el sólido repunte de las acciones de valor de los últimos meses, algunos inversores se preguntan si esta tendencia persistirá. Creemos que están apareciendo varias fuerzas que deberían favorecer un resurgimiento continuado del estilo de valor mientras el mundo emerge de los estragos de la pandemia.

Las acciones de valor han llegado al estrellato después de muchos años duros. El MSCI World Value Index ha avanzado un 33,2% desde noviembre, batiendo a las acciones de crecimiento por un amplio margen. Los inversores han redescubierto el atractivo de acciones infravaloradas, que a menudo afrontan una polémica, en un diverso grupo de mercados que abarcan desde Japón y Europa hasta EE.UU. Desde el lanzamiento de las vacunas para la COVID-19 a finales de 2020, la esperanza de una recuperación macroeconómica acelerada generó fuertes rentabilidades de sectores sensibles al ciclo económico, tales como las finanzas y la energía, que están más fuertemente representados en los índices de referencia de valor.

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La debilidad del estilo de valor no tiene precedentes

Por consiguiente, ¿qué está impulsando esta gran recuperación del estilo valor? ¿Hay más por venir? Para responder a esas preguntas, tenemos que revisar primero las tendencias del mercado de renta variable antes de la pandemia. No es ningún secreto que las acciones de valor han atravesado dificultades en los últimos años. Sin embargo, la escala real de la baja rentabilidad sencillamente no ha tenido precedentes en la historia del mercado moderno.

En el pasado, las acciones de valor generaron una sólida rentabilidad constante con el paso del tiempo. En el mercado estadounidense, del que se dispone del histórico de datos más antiguo, el 30% más barato de las acciones, medido por el precio/valor contable, batió la rentabilidad del 30% más caro de las acciones en un 4,1% anualizado de media en periodos consecutivos de 10 años desde 1936.

Sin embargo, para finales de 2020, cuando la pandemia de la COVID-19 arruinó el crecimiento económico, la rentabilidad durante la última década del grupo más barato de acciones se había situado aproximadamente un 8% por debajo de las acciones más caras. Esta década perdida ha sido con diferencia el peor periodo que se recuerda para el estilo de valor, mucho más grave que los malos resultados que presenciamos durante la burbuja de Internet de 2000 e incluso durante la Gran Depresión de la década de 1930.

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Como resultado, las acciones de valor se vieron cotizando con un descuento histórico en comparación con sus homólogas de crecimiento. Basándose en la ratio de precio/estimación de beneficios, el MSCI World Value era un 53% más barato que el MSCI World Growth Index para finales de 2020. Esto significa casi el doble del descuento medio del 28% con el que las acciones de valor globales han cotizado desde 1997 y un descuento más pronunciado que el pico alcanzado en la burbuja de las puntocom de 2000 —un periodo seguido por varios años de rentabilidad superior sobrealimentada del estilo de valor—.

La rentabilidad inferior del estilo de valor ha sido generalizada. Para finales de 2020, en sectores tan diversos como en consumo no perecedero, los equipos de atención sanitaria y servicios de telecomunicaciones, las acciones de valor eran más baratas, en comparación con sus homólogas de crecimiento, que en cualquier punto desde 2001. Lo mismo se puede decir de las acciones de valor de la mayoría de los principales mercados regionales.

Incluso tras el reciente repunte, el descuento de las acciones de valor respecto de las acciones de crecimiento sigue siendo excepcionalmente amplio. Para finales de abril, el MSCI World Value todavía cotizaba con un descuento del 51% respecto del MSCI World Growth —muy por debajo de la media a largo plazo del 28%, tal y como se ha mostrado anteriormente—. Y en los distintos sectores y regiones, los descuentos solo se han apartado ligeramente de los extremos históricos observados a finales de 2020.

¿Oportunidad o trampa?

Es tentador concluir que los precios de ganga del estilo de valor por sí solos representan una fuerte señal de compra. Pero eso sería demasiado simplista, teniendo en cuenta la persistente rentabilidad inferior. Tal y como los inversores en valor experimentados saben muy bien, las acciones baratas pueden seguir abaratándose y los descuentos extremos pueden sugerir una trampa de valor. En ocasiones una acción es barata porque los beneficios de la empresa se han visto permanentemente afectados.

Para los inversores, los descuentos profundos presentan un dilema. ¿Reflejan una realidad nueva y permanente que los inversores están ignorando —la muerte inminente de la inversión en valor—? ¿O estos descuentos representan una rentabilidad contenida de las acciones de valor que pueden sugerir un potencial de recuperación significativo cuando cambien las condiciones del mercado?

En nuestra opinión, los efectos dramáticos de la pandemia pueden ser un catalizador del cambio, dado que cinco acontecimientos clave podrían promover una reversión de la divergencia extrema de las valoraciones de las acciones de valor y crecimiento en los próximos años.

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Cabe esperar que los beneficios y múltiplos del estilo de valor se vean favorecidos cuando el crecimiento económico aumente y se generalice, y cuando mejore la visibilidad del comportamiento tras la pandemia. Estas tendencias también podrían impulsar a los responsables de la asignación de activos a orientar más flujos hacia carteras de valor. Una normalización de los tipos de interés desde mínimos históricos —como presenciamos a comienzos de 2021, con el aumento de las rentabilidades de los bonos del Tesoro de EE. UU. a 10 años— podría ejercer presión sobre los múltiplos de las acciones de crecimiento, que tienden a beneficiarse más de las bajadas de tipos. Es posible que los múltiplos de las acciones de crecimiento también se vean perjudicados por la imposición de potenciales medidas enérgicas de reglamentación sobre los gigantes del estilo de crecimiento de megacapitalización de los sectores de la tecnología y el consumo.

La COVID-19 ha producido la controversia definitiva del estilo de valor. Muchas empresas que afrontan unas perspectivas inciertas a largo plazo han sido duramente castigadas. Sin embargo, las condiciones del mercado también han creado lo que creemos que representa una oportunidad de recuperación sin precedentes para los inversores dispuestos a iniciar o aumentar su asignación a acciones de valor en estos momentos. En el primer trimestre, muchas empresas de valor registraron un sólido crecimiento de los beneficios; por consiguiente, a pesar de que los precios de las acciones subieron, sus múltiplos PER siguen siendo atractivos.

Esta tribuna es el primer fragmento de una serie basada en nuestro reciente libro blanco titulado ‘La nueva esperanza del estilo de valor: ¿el fin de la pandemia será un catalizador?’, publicado en marzo de 2021.

 

Tribuna de Avi Lavi, director de Inversiones—Acciones de Valor Globales e Internacionales—Equipo de Análisis Global.

El anclaje como Política Monetaria

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Banco de México, Banxico (Wikimedia)
Foto: Alfonso21. Foto:

Hay una tendencia de inflación al alza, no solo en México, sino en todo el mundo. Eso es innegable. Entonces ¿qué pueden hacer los Bancos Centrales para intentar contenerla, sobre todo, Bancos Centrales como el mexicano cuyos instrumentos típicos de política monetaria (nivel de tasas) tiene un alcance menor en la economía (debido al bajo nivel de bancarización de la población)? Una de sus herramientas más importantes es el “anclaje de expectativas”.

Primero lo primero. ¿Qué es el anclaje? El anclaje es un sesgo cognitivo; Daniel Kahneman, premio Nobel de economía, lo define como “el efecto que se produce cuando las personas consideran un valor particular (o un ancla) para una cantidad desconocida antes de estimar esa cantidad”. En el mundo económico y financiero este tipo de sesgo prevalece y es uno de los más frecuentes al momento de pronosticar la inflación. Dado lo anterior, que las “expectativas estén ancladas” significa que el público general aún cree que la inflación futura rondará alrededor del ancla que el Banco Central publicó.

Para el caso de México, dicha ancla se encuentra en el rango entre 2% y 4%, con un ancla puntual en 3%. Generalmente se le conoce a este rango como el rango objetivo de la inflación impuesto por Banxico, y si las expectativas están ancladas, entonces el público general esperará que la inflación se mantenga en ese nivel, y si se llegase a salir, sería de manera temporal y transitoria.

Con una confianza bastante alta, puedo decir que, al menos durante los últimos 18 años (desde 2003, que fue cuando Banxico adoptó el ancla para la inflación de 3%), las expectativas de inflación en México han permanecido ancladas, aunque esto no ha implicado que, en distintos periodos, veamos inflaciones fuera de este rango (Gráfica 1).

1

De la gráfica se puede concluir que 53% de las observaciones de inflación anual se encuentran fuera del rango de Banxico. ¿Esto quiere decir que el Banco no está haciendo bien su trabajo? Afirmar tal cosa sería bastante precipitado.

Hay que recordar que el periodo en el que trabaja la política monetaria no es el corto plazo. Las acciones de política monetaria tienden a surtir efecto en un lapso de 12 a 18 meses, por lo que un repunte inflacionario (que muchas veces escapa de la injerencia de Banxico, como es el caso de presiones en la inflación no subyacente) debería ser atemperado en este lapso.

Con lo anterior, vemos que esto sí sucede. El periodo más largo que la inflación ha estado por encima del 4% fue entre 2017 y 2019, y tuvo una longitud de 25 meses, ligeramente por encima del lapso que dura la política monetaria en actuar; y fue justo en ese lapso en el que Banxico subió de manera “agresiva” las tasas de interés (hasta 8,25%) para aliviar las presiones inflacionarias. Y funcionó.

Ahora bien, vemos el caso actual. La inflación quincenal salió en 6,02% y Banxico, de manera sorpresiva (pues ningún analista en el mercado lo esperaba) subió su tasa de interés de 4 a 4,25%. Pero ¿esto es suficiente para atemperar la inflación “rampante”? Aquí sí, la respuesta es un contundente no. Entonces, ¿a qué está jugando Banxico? Al juego de las expectativas.

Banxico sigue insistiendo que las presiones inflacionarias que vemos son transitorias, sin embargo, el mercado y el público en general habían mandado señales de incredulidad al respecto, y si Banxico quería mantener las expectativas ordenadas, entonces tenía que actuar. La subida de tasas de interés tendrá poco o nulo impacto en la economía real vía ahorro o inversión, pero manda el mensaje correcto: estamos dispuestos a actuar si la inflación realmente se empieza a salir de control, y ese es el mensaje que vuelve a ordenar las expectativas, y si las expectativas están ordenadas, entonces la inflación tiende a comportarse mejor.

En suma, la subida de tasas que vimos la semana pasada por parte de Banxico fue para ordenar expectativas, para mantenerlas ancladas. ¡Estamos dispuestos a actuar, y aquí les dejamos un ejemplo! gritó el Banco, y el público lo creyó y lo agradeció. Las expectativas vuelven a alinearse, el Banco mantiene su credibilidad, y todos contentos.

Columna de Franklin Templeton México escrita por Luis Gonzali, CFA. VP/Co-Director de Inversiones

Por qué el high yield global está aquí para quedarse

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Por qué el high yield global está aquí para quedarse
Foto cedida. Por qué el high yield global está aquí para quedarse

Selectividad y diversificación: dos elementos clave en la gestión de los bonos high yield para protegerse de las caídas y aprovechar las alteraciones del mercado. Apostar por lo global ofrece oportunidades de diversificación y alfa, no sólo en tiempos de volatilidad e incertidumbre.

¿Por qué el high yield global está aquí para quedarse?

Al analizar el mercado de high yield (HY), puede ser beneficioso adoptar una perspectiva global. En vista de la reciente volatilidad y de la actual incertidumbre relacionada con los efectos de la pandemia de la COVID-19 sobre los mercados financieros mundiales, creemos que la selectividad y la diversificación son fundamentales para protegerse de las caídas y para aprovechar las dislocaciones del mercado en los mercados de bonos HY.

A lo largo de la última década, el mercado global de bonos HY ha duplicado con creces su tamaño, y actualmente asciende a 2,7 billones de dólares (a 31/12/20). En particular, los mercados europeos y emergentes (EM) han adquirido una importancia creciente en todo el mercado HY. Hay evidencias de que abordar el mercado de bonos HY con un enfoque global, en lugar de una perspectiva centrada en EE.UU., podría proporcionar oportunidades adicionales de diversificación y alfa. Estos beneficios potenciales de diversificación pueden observarse, entre otros aspectos, desde una perspectiva de calificación, sectorial y regional.

Posibles puntos clave en esta clase de activos

  • El crecimiento de los mercados de high yield europeo y de los mercados emergentes ha hecho que la clase de activos High Yield Global esté más diversificada y sea demasiado grande como para ser ignorada.

  • El High Yield Global ofrece varias ventajas de diversificación frente al US High Yield desde una perspectiva de calidad crediticia, sectorial y geográfica.

  • Las ineficiencias del mercado global y las discrepancias de precios entre los bonos denominados en diferentes monedas pueden presentar atractivas oportunidades de inversión.

  • El secured high yield es un segmento interesante del mercado de High Yield Global y puede aportar valor añadido.

Rendimiento y riesgo

Desde la creación del índice Global HY en 1997, el Global HY ha superado al US HY en 13 de los 23 años naturales transcurridos entre 1998 y 2020. Los mayores periodos de rentabilidad inferior fueron: 2001, durante la burbuja de las punto.com; 2008, durante la crisis financiera mundial; 2011, durante la crisis de la deuda europea; y 2016, cuando los mercados emergentes experimentaron volatilidad a raíz de la subida de tipos de la Reserva Federal y de las elecciones presidenciales de Estados Unidos.

 

Haz clic aquí para leer el análisis completo de Gary Russell, Co-Head de U.S. Credit & Head de U.S. High Yield en DWS, y Robin Kelly, Fixed Income Product Specialist en DWS.

 

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La inflación y el descenso de las valoraciones

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Pixabay CC0 Public Domain. Lonvia

La inflación, hoy en día, se ha convertido en una de las principales preocupaciones de los inversores. Un intenso debate que se ha visto reflejado en los recientes episodios de volatilidad en los mercados. No obstante, si profundizamos en la cuestión y vamos más allá, descubrimos que este fenómeno económico no siempre es negativo. De hecho, un poco de inflación en algunos casos puede resultar positivo, ya que implica que hay una mejoría de la actividad económica, del consumo y del empleo. De hecho, la inflación, siempre y cuando se mantenga dentro de una banda de fluctuación adecuada, posibilita el desarrollo económico y contribuye al bienestar de la economía. El problema radica, sin embargo, en establecer cuál ha de ser ese nivel de inflación adecuado que posibilite la estabilidad de precios.

Desde LONVIA Capital, nuestro principal driver de toma de decisiones se basa en el profundo análisis fundamental de modelos de negocios y en la selección de aquellos que logran cumplir con las características que hemos establecido y que se integren dentro de nuestro círculo virtuoso de crecimiento a través de una reinversión constante de sus beneficios netos o flujo de caja neto en tecnología, innovación, digitalización, I+D, talento humano, ampliación de su gama de oferta e internalización de sus ventas. En fin, que cuenten con fuertes drivers de crecimiento sostenible en el largo plazo para convertirse en los próximos campeones globales del mañana.

Dicho esto, dentro de nuestro proceso de análisis está incluida la modelización y valoración de la compañía, las cuales nos dan mucha información para incorporarla a nuestro proceso de toma de decisiones, aún si no es el factor más relevante que nos empuja a invertir o no en una compañía en particular. Dentro de este proceso, nos damos cuenta de que las valoraciones de muchos modelos de negocios están matemáticamente infladas por el simple hecho de descontar los flujos futuros o el crecimiento de los beneficios por acción entre una tasa libre de riesgo que a día de hoy sigue estando en terreno negativo o muy cercano a cero. Este fenómeno hace que, a través de un posible ajuste temporal de la tasa libre de riesgo por el efecto del aumento de la inflación durante los próximos meses, algunas valoraciones que vemos exorbitadas puedan tender a normalizarse y presentar mejores ratios en este sentido. Además, las compañías en las que estamos invertidos siguen presentando resultados y márgenes de crecimiento de beneficios extraordinarios, con lo cual el numerador de la fórmula sigue aumentando y con ello normalizándose su valoración.

Es por esto que en el corto/mediano plazo podríamos encontrarnos con que un aumento coyuntural de la inflación, debido a la reactivación del consumo y del turismo durante los meses festivos en Europa, podría traer como consecuencia un pequeño ajuste o normalización de la tasa libre de riesgo, lo cual impactaría de forma positiva en las compañías que hoy integran nuestras carteras. Mayores beneficios por acción divididos entre tipos normalizados, ese es el efecto comentado.

¿Aumento estructural o puntual?

Respecto a la situación financiera actual, existe un consenso del mercado que prevé que este posible auge de la inflación sea a priori puntual y moderado, pero no estructural. Esto conllevará que muchas valoraciones que hoy están en máximos históricos se normalicen y tiendan a bajar por el efecto del incremento de la tasa libre de riesgo que se coloca en el denominador de la fórmula.

En este año de pandemia, el confinamiento ha obligado a los hogares a tener una tasa de ahorro forzada que se encuentra ahora, con la eliminación gradual de las medidas restrictivas, disponible para el consumo. Esta demanda va a estar muy por encima de la oferta (de los propios niveles de producción), ya que las empresas no han renovado su stock, no han llevado a cabo todavía inversiones, y puede incluso que se produzca una escasez en la cadena de suministros. Estas razones hacen que sea posible que, de manera puntual, pueda haber inflación, aunque se llegará finalmente a un equilibro en cuanto las empresas se pongan de nuevo a producir e invertir para satisfacer la demanda.

Columna de Francisco Rodríguez d’Achille, socio y director de desarrollo de negocio en LONVIA Capital. 

Del nicho a la palestra

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Pixabay CC0 Public DomainReal estate . Real estate

Cuando los inversores institucionales o los HNWI (High Net Worth Individuals) invierten en el sector inmobiliario, suelen tener en mente cinco tipos de propiedades: oficinas, retail, multifamiliares, industrial y, en menor medida, hoteles. Pero estos cinco clásicos se enfrentan cada vez más a la competencia de otros tipos de inmuebles, que también denominamos inmuebles no tradicionales. Estos incluyen segmentos tan diversos como la logística, la salud, las viviendas prefabricadas, las infraestructuras y los Data Centres.

Estos tipos de inmuebles no tradicionales están experimentando un aumento significativo del interés por parte de los inversores, y de la asignación de capital, tanto desde inversores públicos y privados en el sector inmobiliario.

Según el proveedor de estudios Real Capital Analytics, los  inmuebles alternativos representaron alrededor del 24% del volumen total de transacciones en Estados Unidos. Además, los inmuebles no tradicionales representaban alrededor del 56% de la capitalización total del mercado de REITs a finales de 2020. El rápido crecimiento y la inversión en esta clase de propiedades con crecimiento acelerado, que están fuera de los sectores tradicionales en la industria inmobiliaria institucional, merecen con claridad un análisis más profundo.

El mercado de REITs cotizados se ha aventurado hacia tipos de propiedades no tradicionales, lo que ha ampliado enormemente el universo de inversión de los REITs, mejorando la diversificación para los inversores. Sus flujos de caja estables y constantes son otra razón para incluirlos en una cartera inmobiliaria. Mientras tanto, en Estados Unidos, muchas de las mayores compañías de REIT por capitalización bursátil se encuentran en la categoría de propiedades no tradicionales.

El universo inmobiliario privado incluye cada vez más tipos de propiedades no tradicionales

Aunque la parte privada -es decir, la que no cotiza en bolsa- del mercado inmobiliario institucional en EE.UU. ha ido hasta ahora muy por detrás del mercado de los REITs, también se está expandiendo rápidamente hacia las propiedades no tradicionales; en los últimos años se ha producido un aumento significativo de las inversiones en esta clase de propiedades.

En la actualidad, las propiedades no tradicionales representan entre el 5% y el 6% del Índice ODCE del Consejo Nacional de Fiduciarios de Inversión Inmobiliaria (NCREIF), muy  ampliamente seguido. Gran parte del índice se centra en logística, mientras que la medición de los Data Centres, las propiedades del sector salud, etc., aún está evolucionando. Otros tipos de inmuebles, como las viviendas prefabricadas, se encuentran todavía en una fase inicial de desarrollo, pero el interés de los inversores por estos inmuebles está creciendo rápidamente. Calculamos de forma conservadora que los inmuebles no tradicionales podrían representar alrededor del 15% del índice ODCE en 2030, casi el triple del nivel actual.

Los inmuebles no tradicionales también benefician a una cartera inmobiliaria tradicional

Hay buenas razones para el rápido auge que las propiedades no tradicionales ya han alcanzado en Estados Unidos. En efecto, los nuevos segmentos siguen en gran medida lógicas de mercado muy diferentes a las de los segmentos tradicionales. En consecuencia, ofrecen ventajas de diversificación, especialmente para carteras que, de otro modo, tendrían una posición más clásica. Los rendimientos también son impresionantes. Los datos de los REITs cotizados en Estados Unidos muestran que los tipos de inmuebles no tradicionales han generado algunos de los mayores rendimientos absolutos durante un periodo de 20 años (véase el gráfico). Los tipos de inmuebles de logística, salud y viviendas prefabricadas destacan por su fuerte rendimiento absoluto en casi todos los periodos. Los Data Centres, por su parte, siguen siendo una clase de activos más joven, pero muestran los mejores rendimientos a tres y cinco años.

Gráfico 1

Los Data Centres son también una clase de activos no tradicionales idónea, porque siguen impulsos completamente diferentes a los de los sectores inmobiliarios tradicionales. Por ejemplo, la necesidad de almacenamiento y procesamiento de datos se ha visto impulsada por los numerosos cambios que hemos visto tanto en los hogares como en las empresas a raíz de la pandemia del COVID-19. El aumento del tráfico de datos requiere la correspondiente infraestructura en forma de Data Centres. Los Data Centres se han convertido así en un importante engranaje de la infraestructura de la economía, lo que, por un lado, ha aumentado el interés de los inversores y, por otro, ha dado a las empresas del sector la tarea de atraer más capital para mantener y ampliar la infraestructura. Esto no se revertirá una vez que la pandemia haya terminado.

También es interesante observar que los Data Centres tienen factores relativos a su ubicación muy diferentes a los de otros bienes inmuebles: la conexión a las redes globales de fibra óptica, la proximidad a áreas metropolitanas relevantes como Fráncfort, Londres, Ámsterdam o París,  y los correspondientes tiempos de latencia cortos, los costes de electricidad en la ubicación respectiva, etc. Estos factores relativos a la localización ponen de manifiesto que la oferta es estructuralmente limitada, mientras que la demanda va en aumento. Es probable que este desequilibrio haga que los precios sigan subiendo.

Los inversores profesionales, en cualquier caso, parecen haber reconocido las oportunidades que les ofrecen los Data Centres. Según el Data Center Advisory Group de Cushman & Wakefield, en los últimos 10 años se han invertido más de 100.000 millones de dólares en Data Centres. Y los rendimientos mostrados en el gráfico dan claramente la razón a los inversores.

Ahora bien, se podría argumentar que los rendimientos mostrados corresponden a los REITs, en Estados Unidos, y que no hay datos suficientes para comparar los inmuebles que no cotizan en bolsa u otros mercados, como el europeo. Sin embargo, podemos inferir al menos un cierto grado de similitud entre el rendimiento de los inmuebles cotizados y no cotizados. Los Data Centres, la logística o los inmuebles residenciales, por ejemplo, funcionan con modelos similares, independientemente de que coticen o sean de propiedad privada. Y lo que es más importante, los datos históricos sobre los REITs muestran que la asignación a tipos de inmuebles no tradicionales satisface dos importantes necesidades de los inversores: Rendimiento y diversificación.

Los inversores saldrán ganando con la generalización de los inmuebles no tradicionales

Lo que estamos viendo en el mercado es que los inmuebles no tradicionales se están estableciendo lenta pero firmemente en las carteras de los inversores institucionales y de los HNWI. Ahora que el mercado de REITs cotizados ha allanado el camino a estos nuevos tipos de inmuebles, las transacciones correspondientes en el sector no cotizado también aumentarán con fuerza.

Otra circunstancia que estamos viendo es que  tipos de propiedades como los Data Centres, el almacenamiento en frío y los almacenes de «última milla» difuminarán aún más las líneas entre los bienes inmuebles y las infraestructuras, lo que puede ofrecer a los inversores una flexibilidad adicional en la asignación de activos.

La diversificación, los beneficios del rendimiento y la flexibilidad, son argumentos clave para la inversión en propiedades no tradicionales. Los inversores harían bien en estudiar detenidamente estos segmentos del mercado ahora, para poder entrar mientras el mercado está todavía en las primeras fases de una tendencia de incremento estructural de la demanda de los inversores.

 

Tribuna de Indraneel Karlekar, Doctor en Filosofía, director gerente senior y jefe global de Investigación y Estrategia de Principal Real Estate Investors (Principal Global Investors). 

 

En España, Principal Global Investors distribuye sus fondos a través de Selinca AV Agencia de Valores. Las temáticas de inversión en las que la gestora es especialista son accesibles en el mercado local a través de algunos fondos destacables: renta fija emergente a través del fondo Finisterre Unconstrained Emerging Markets Fixed Income; renta fija high yield a través del fondo Principal Post Global Term High Yield; se puede invertir en acciones preferentes mediante el fondo Principal Preferred Securities; y el sector inmobiliario, a través de Principal Global Property Securities.

 

Disclaimer

Invertir implica un riesgo, incluida la posible pérdida del capital. Los inversores potenciales deben ser conscientes de los riesgos inherentes a la propiedad y a la inversión en bienes inmuebles, incluidas las fluctuaciones del valor, la volatilidad de los precios del mercado, los riesgos de liquidez, el apalancamiento, el riesgo de crédito, el riesgo de ocupación y el riesgo legal. Las opiniones y predicciones son exactas a la fecha de esta comunicación y están sujetas a cambios sin previo aviso. No existe ninguna garantía de que tales acontecimientos o proyecciones se produzcan, y las condiciones reales pueden ser significativamente diferentes de las que se muestran aquí.

 

 

Biden y el impuesto de sociedades: un gran punto de inflexión

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Pixabay CC0 Public DomainImagen de Gerd Altmann . DPAM

En los últimos meses ha habido mucho movimiento respecto de la armonización fiscal internacional. El anuncio a principios de abril de Joe Biden sobre una amplia reforma de la fiscalidad de las empresas en Estados Unidos -el «Made in America Tax Plan»- puso fin a varias décadas de constantes disminuciones de los tipos del impuesto de sociedades. Y a principios de junio, el acuerdo alcanzado por el G7 sentó las bases de un marco internacional para la fiscalidad de las empresas multinacionales.

Estos acontecimientos son, quizás, los primeros hitos de un nuevo ciclo de armonización fiscal internacional tras «treinta años de carrera a la baja en el impuesto de sociedades», en palabras de la secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen.

Desde principios de los años 80, la competencia fiscal es cada vez mayor

Desde principios de la década de 1980, el ciclo de desregulación ha llevado a una mayor competencia fiscal entre los Estados y, como resultado, a una disminución gradual de los tipos efectivos del impuesto de sociedades. Así, el tipo medio mundial del impuesto de sociedades ha descendido del 40% en 1980 al 24% en 2019, según JP Morgan Cazenove (The Long-View: Towards a global minimum corporate tax?, abril 2021).

Los pros y los contras de esta competencia fiscal son discutibles. Sus defensores la verán como una protección contra la supuesta tendencia de los gobiernos a aumentar la presión fiscal sobre las empresas. Los detractores señalarán la falta de equidad en la fiscalidad entre los distintos agentes económicos. Independientemente de la opinión personal, es un hecho que la competencia fiscal representa una pérdida de ingresos para los Estados y erosiona su capacidad para aplicar las políticas públicas.

En efecto, la OCDE estima que esta pérdida de ingresos representa entre 100.000 y 240.000 millones de dólares al año en su región y entre 500.000 y 600.000 millones de dólares al año a escala mundial, lo que es muy significativo.

OCDE

Ante la erosión de su base imponible, los Estados han reforzado progresivamente los mecanismos de lucha contra la optimización fiscal en las dos últimas décadas. En 2000, la OCDE publicó por primera vez una lista de paraísos fiscales. Después, en 2009, el G20 estableció en Londres el principio de sanciones contra las jurisdicciones que no colaboren en materia de secreto bancario.

En 2015, la OCDE lanzó su «marco inclusivo sobre la erosión de la base y el traslado de beneficios (BEPS)», que coordina los esfuerzos de 125 países para reducir la optimización fiscal. Por parte de la UE, la directiva ATAD de lucha contra la evasión fiscal que entró en vigor en 2019 ya ha limitado algunas prácticas comunes de optimización. Además, actualmente se está debatiendo en el Consejo un proyecto para establecer una base imponible consolidada común del impuesto de sociedades (BICCIS).

La iniciativa Biden: un tipo impositivo para las empresas de al menos el 15%

A principios de abril, en una cumbre del G20, Yellen anunció con rotundidad que se estaba trabajando en la fijación de un tipo impositivo mínimo para las empresas. A finales de ese mes, el gobierno de Biden volvió a mostrar su determinación al proponer que los países miembros de la OCDE adoptaran un tipo de al menos el 15%, con el objetivo explícito de elevarlo al 21%.

Y finalmente, a principios de junio, los ministros de finanzas de los países del G7 anunciaron un acuerdo sobre un tipo impositivo mínimo mundial. A pesar de varias reacciones negativas aquí y allá, este acuerdo representa realmente un avance en la coordinación internacional sobre el impuesto de sociedades, y podría ser un punto de partida en el camino hacia la reforma global.

El acuerdo incluye dos pilares. El primero establece esencialmente el derecho de las jurisdicciones a gravar a las empresas multinacionales en función del país donde se realizan los ingresos, y no donde se declaran los beneficios. Se trata de una medida especialmente eficaz para la fiscalidad de las empresas digitales multinacionales. Y, de forma más general, esto reduciría el incentivo del traslado de beneficios a países de baja tributación.

El segundo pilar otorga a las jurisdicciones un derecho de «devolución de impuestos» cuando otras jurisdicciones en el extranjero apliquen un nivel inferior de imposición sobre la renta. Esta medida crearía de facto un tipo mínimo de impuesto de sociedades a nivel mundial para las empresas multinacionales, dejando de lado a muchos paraísos fiscales.

El diablo se esconde, quizás, en los detalles

En cualquier caso, el acuerdo del G7 supone un gran avance en materia de armonización fiscal internacional. Dicho esto, es posible que aún no suponga un verdadero desbarajuste para la optimización fiscal. Una primera limitación de este acuerdo es que sólo se aplica a las empresas que superan un umbral de margen de beneficios del 10%, y sólo al 20% de los beneficios obtenidos por encima de este umbral. Esto significa que una empresa como Amazon, por elegir el ejemplo más mediático, puede no verse afectada. Yellen lo ha negado. Sin embargo, queda por ver cómo harán las jurisdicciones para que no ocurra.

Los detalles del acuerdo serán determinantes. Un punto clave será si el convenio final incluye un enfoque conocido como «segmentación», lo que significa que las jurisdicciones podrían calcular los impuestos en función de los ingresos de las empresas por segmento, y no sólo a nivel de empresa. Esto es especialmente relevante para empresas como Amazon, donde una división es muy rentable, mientras que el margen de beneficios de la entidad en general está por debajo del umbral del 10%. En el primer pilar, estos «detalles» serán decisivos.

A continuación, los miembros del G7 tendrán que convencer a otros países -y especialmente a China- para que se sumen al acuerdo, empezando por las finanzas del G20. El acuerdo también tiene que ser aprobado en el Congreso de Estados Unidos. A nivel de la UE, podría convertirse en ley bajo la presidencia francesa del Consejo, durante el primer semestre de 2022.

En cualquier caso, el acuerdo del G7 seguirá siendo un paso histórico. Sienta las bases de un marco fiscal internacional para el siglo XXI, adaptado a una economía globalizada y digitalizada. Algunos han criticado el tipo del 15% por considerarlo demasiado bajo, ya que la mayoría de las empresas multinacionales ya lo cumplen. Sin embargo, este acuerdo es un primer paso y establece instrumentos para hacer frente a las formas más agresivas de optimización del impuesto de sociedades.

La pandemia como desencadenante, pero una tendencia a medio plazo

La iniciativa de Biden, y las declaraciones que la acompañan, marcan un punto de inflexión en la actitud de la administración estadounidense hacia la optimización fiscal y las empresas multinacionales en general. El nuevo voluntarismo estadounidense podría iniciar un ciclo de aumento de la presión fiscal sobre las empresas, de endurecimiento de la normativa y de armonización fiscal internacional.

El fuerte impacto económico de las medidas anti-COVID ha obligado a los gobiernos a poner en marcha costosos planes de estímulo, a pesar de que su margen presupuestario es limitado en la mayoría de los casos. En este contexto, la administración Biden ha expresado claramente su voluntad de encontrar esos recursos presupuestarios adicionales -hasta 2 billones de dólares- mediante subidas del impuesto de sociedades. Las nuevas medidas contra la optimización fiscal desempeñan un papel esencial en este sentido, ya que deben impedir que las empresas consigan evitar estas subidas de impuestos.

A medio plazo, más allá de la crisis de la COVID-19, y dado el contexto político estadounidense, crítico con el aumento de la desigualdad, cabe esperar que el impulso contra la optimización fiscal continúe en Estados Unidos, así como en la mayoría de los países de la OCDE. Estos cambios estructurales pueden seguir repercutiendo en los mercados financieros en los próximos años y podrían anunciar una progresiva recuperación del control de los gobiernos sobre las empresas multinacionales.

Tribuna de Florent Griffon, especialista en inversión responsable de DPAM

¿Qué hay detrás de la falta de convergencia en las puntuaciones de sostenibilidad?

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Pixabay CC0 Public Domain. ¿Qué hay detrás de la falta de convergencia en las puntuaciones de sostenibilidad?

Los inversores siguen preocupados por la falta de equidad en las puntuaciones de sostenibilidad de las empresas por parte de diferentes proveedores. Quieren evaluaciones fiables y comparables, como las calificaciones crediticias. Pero la divergencia tiene raíces más profundas que la simple falta de buenos datos.

Las puntuaciones medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG) divergentes de los principales proveedores reflejan una diferencia fundamental entre las calificaciones financieras y no financieras. Una calificación crediticia responde esencialmente a una pregunta: ¿cuál es la probabilidad de impago de un deudor? Pero una calificación ESG es diferente. No hay una pregunta única comparable. De hecho, los inversores y los emisores se plantean hoy una serie de preguntas diferentes a medida que la inversión sostenible se convierte en un ámbito que mueve 40 billones de dólares.

La respuesta para los inversores es ajustar sus expectativas y aceptar que pueden ser necesarias dos valoraciones ESG, o incluso múltiples, para captar plenamente la sostenibilidad de sus inversiones

Algunas valoraciones corporativas evalúan los riesgos relacionados con el ESG a los que se enfrentan las empresas, como las catástrofes naturales, el cambio climático, las sanciones regulatorias o el peligro de los activos varados, como los yacimientos de petróleo y las minas de carbón. Otras miden el impacto de la propia compañía en el medio ambiente y la sociedad. Ninguna puntuación única puede captar la llamada doble materialidad: el equilibrio de riesgos e impactos.

El resultado es que los proveedores de puntuaciones ESG se basan en múltiples criterios diferentes, lo que inevitablemente conduce a resultados dispares. La complejidad de la medición de la sostenibilidad, en contraste con la solvencia crediticia, se hace más evidente cuando se pone de manifiesto que los riesgos e impactos ESG de una empresa se extienden mucho más allá de sus propias actividades a las de sus proveedores y clientes: la cadena de suministro.

La calificación crediticia es también una medida absoluta. Sin embargo, los inversores que buscan un equilibrio entre el riesgo, la rentabilidad y la sostenibilidad, podrían requerir una puntuación que muestre lo bien que califica una empresa en comparación con otras de su sector – «la mejor de su clase»- en lugar de en términos absolutos.

También está el problema de los datos. Por ahora, no existe una divulgación de datos ESG equivalente a los estados financieros auditados de las empresas, basados en normas contables acordadas internacionalmente, en los que se basan las agencias de calificación crediticia para evaluar la probabilidad de que un emisor incumpla los pagos de su deuda.

La normalización ya se está llevando a cabo, sobre todo en Europa. La nueva Directiva sobre Informes de Sostenibilidad Corporativa (CSRD, por sus siglas en inglés) de la Comisión Europea, que sustituye a la Directiva sobre Informes No Financieros (NFRD), refuerza las normas para garantizar que las mayores empresas europeas presenten información fiable y comparable sobre sostenibilidad.

Sin embargo, aún es pronto. No nos sorprendería ver que más inversores institucionales utilizan datos estandarizados para crear sus propias puntuaciones ESG para satisfacer las diferentes demandas y sensibilidades de sus clientes. La divergencia podría ser un signo de ventaja competitiva.

 

Tribuna de Diane Menville, responsable de ESG en Scope Group.

¿Growth? ¿Value? Solo fundamentales, por favor

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Steve Johnstone, gestor del fondo Global Equity Market Neutral en Janus Henderson Investors. Steve Johnstone, gestor del fondo Global Equity Market Neutral en Janus Henderson Investors

No se puede negar que el entorno propiciado por los factores ha contribuido de forma importante a la tendencia que han seguido las rentabilidades en el mercado en los últimos años. El relato del mercado ha estado dominado por la disyuntiva entre el value y el growth. El growth se ha comportado sistemáticamente mejor desde 2016, con algunos fogonazos del value que se apagaron rápidamente.

En 2020 empezó lo que podría ser un cambio más significativo. Aunque el inicio de la pandemia a principios de 2020 afectó a los diferentes estilos de mercado ―growth, momentum, calidad y value, entre otros―, el value volvió a quedar rezagado en el repunte posterior, ya que los inversores actuaron rápidamente para eliminar sus carteras (gráfico 1).

Janus Henderson

Aunque el growth ha sido el factor dominante, a principios de noviembre de 2020 asistimos a un punto de inflexión, cuando Pfizer/BioNTech fueron los primeros en anunciar avances en una vacuna aparentemente eficaz contra la covid-19, seguidas rápidamente por Moderna y Oxford/AstraZeneca. Este avance en la lucha contra el virus marcó el inicio de una amplia rotación del mercado que ha favorecido al value y al momentum, en detrimento de las orientadas más orientadas al growth.

Esta rotación no ha estado libre de contratiempos. El estancamiento de los rendimientos de los bonos favoreció las acciones con un posicionamiento más defensivos en marzo y abril de 2021, pero si los rendimientos de los bonos vuelven a su tendencia alcista, tal y como esperamos, el estilo value y las “cíclicos” más sensibles a la economía podrían seguir viéndose favorecidos. También somos conscientes de los fuertes estímulos para los negocios, ya que las economías siguen reabriéndose, especialmente en Europa, que tiene mucho margen para alcanzar a EE.UU. No obstante, si los rendimientos de los bonos suben demasiado y en exceso, las acciones en general podrían vivir un periodo de consolidación: los mercados caminan por la cuerda floja en esta fase avanzada del ciclo.

Por otra parte, la temporada de beneficios del primer trimestre de 2021 fue notable. Desde el inicio de la pandemia, las empresas que lograron superar las expectativas de beneficio por acción apenas se han visto recompensadas, mientras que las empresas que se han quedado cortas se han visto castigadas. La reacción de la cotización de la acción media general a los resultados ha sido negativa en EE.UU. (gráfico 2) y aún más en Europa (gráfico 3), lo que indica unas valoraciones excesivas y unas expectativas elevadas.

Janus Henderson

Janus Henderson

La vuelta del riesgo idiosincrático

Aunque el contexto de selección de valores ha estado lleno de dificultades, especialmente en las ventas en corto, el aumento del riesgo idiosincrático (específico de las acciones) a principios de 2021 (gráfico 4) plantea cuestiones interesantes. Aunque la contribución de los factores (1) sigue siendo mayor que la contribución específica de las acciones (2), un entorno potencialmente mejor para los expertos en selección de valores podría ser beneficioso en futuras temporadas de resultados si los fundamentos corporativos positivos (o negativos) se transmiten a los resultados.

Janus Henderson

Aunque la contribución específica de las acciones va en aumento, no podemos ignorar que la contribución de los factores sigue siendo relativamente importante. No solo los mercados han estado más dominados por el riesgo de los factores, sino que hemos llegado a la conclusión de que los conjuntos temáticos (por ejemplo, “los ganadores de la covid-19”) han sido determinantes para los movimientos de los mercados. Los modelos de riesgo pueden ser muy buenos para analizar la volatilidad y la correlación, pero el riesgo temático resulta más difícil de tener en cuenta. Esto pone un mayor énfasis en la construcción de las carteras para minimizar el sesgo hacia factores específicos detectados como riesgo potencial y ayudar a gestionar cualquier impacto consecuente en la rentabilidad.

¿Y ahora qué?

Somos conscientes de que el ciclo macroeconómico puede tocar techo a finales de 2021, lo que podría coincidir con una fuerte rotación desde las áreas más cíclicas que se han comportado bien en los últimos meses hacia los sectores defensivos que se han comportado peor. La inflación y el ritmo de subida de los rendimientos de los bonos determinarán probablemente el momento en que esto se producirá. En los próximos meses, esperamos ver la última etapa de la aceleración macroeconómica, alentada por una reapertura general en EE. UU. y en las economías europeas, junto con un considerable estímulo fiscal. Estamos muy atentos a los índices de directores de compras (PMI), que históricamente son un buen indicador adelantado. Si tras los máximos de los PMI se produce una corrección de mercado, las estrategias neutrales con respecto al mercado que combinan una selección de valores bottom up con un enfoque cuantitativo de construcción de carteras conscientes del riesgo podrían beneficiarse.

 

Opinión de Steve Johnstone, gestor del fondo Global Equity Market Neutral en Janus Henderson Investors.

 

 

Anotaciones: 

(1) Contribución de los factores/del riesgo: se utiliza aquí para describir las tendencias macroeconómicas o geopolíticas generales y los comportamientos de los inversores que afectan al mercado, como la covid-19.

(2) Riesgo: emisiones aplicables a una empresa, industria o sector específicos.

 

 

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¿Growth? ¿Value? Solo fundamentales, por favor

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No se puede negar que el entorno propiciado por los factores ha contribuido de forma importante a la tendencia que han seguido las rentabilidades en el mercado en los últimos años. El relato del mercado ha estado dominado por la disyuntiva entre el value y el growth. El growth se ha comportado sistemáticamente mejor desde 2016, con algunos fogonazos del value que se apagaron rápidamente.

En 2020 empezó lo que podría ser un cambio más significativo. Aunque el inicio de la pandemia a principios de 2020 afectó a los diferentes estilos de mercado ―growth, momentum, calidad y value, entre otros―, el value volvió a quedar rezagado en el repunte posterior, ya que los inversores actuaron rápidamente para eliminar sus carteras (gráfico 1).

Janus Henderson

Aunque el growth ha sido el factor dominante, a principios de noviembre de 2020 asistimos a un punto de inflexión, cuando Pfizer/BioNTech fueron los primeros en anunciar avances en una vacuna aparentemente eficaz contra la covid-19, seguidas rápidamente por Moderna y Oxford/AstraZeneca. Este avance en la lucha contra el virus marcó el inicio de una amplia rotación del mercado que ha favorecido al value y al momentum, en detrimento de las orientadas más orientadas al growth.

Esta rotación no ha estado libre de contratiempos. El estancamiento de los rendimientos de los bonos favoreció las acciones con un posicionamiento más defensivos en marzo y abril de 2021, pero si los rendimientos de los bonos vuelven a su tendencia alcista, tal y como esperamos, el estilo value y las “cíclicos” más sensibles a la economía podrían seguir viéndose favorecidos. También somos conscientes de los fuertes estímulos para los negocios, ya que las economías siguen reabriéndose, especialmente en Europa, que tiene mucho margen para alcanzar a EE. UU. No obstante, si los rendimientos de los bonos suben demasiado y en exceso, las acciones en general podrían vivir un periodo de consolidación: los mercados caminan por la cuerda floja en esta fase avanzada del ciclo.

Por otra parte, la temporada de beneficios del primer trimestre de 2021 fue notable. Desde el inicio de la pandemia, las empresas que lograron superar las expectativas de beneficio por acción apenas se han visto recompensadas, mientras que las empresas que se han quedado cortas se han visto castigadas. La reacción de la cotización de la acción media general a los resultados ha sido negativa en EE.UU. (gráfico 2) y aún más en Europa (gráfico 3), lo que indica unas valoraciones excesivas y unas expectativas elevadas.

Janus Henderson

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La vuelta del riesgo idiosincrático

Aunque el contexto de selección de valores ha estado lleno de dificultades, especialmente en las ventas en corto, el aumento del riesgo idiosincrático (específico de las acciones) a principios de 2021 (gráfico 4) plantea cuestiones interesantes. Aunque la contribución de los factores (1) sigue siendo mayor que la contribución específica de las acciones (2), un entorno potencialmente mejor para los expertos en selección de valores podría ser beneficioso en futuras temporadas de resultados si los fundamentos corporativos positivos (o negativos) se transmiten a los resultados.

Janus Henderson

 

Aunque la contribución específica de las acciones va en aumento, no podemos ignorar que la contribución de los factores sigue siendo relativamente importante. No solo los mercados han estado más dominados por el riesgo de los factores, sino que hemos llegado a la conclusión de que los conjuntos temáticos (por ejemplo, “los ganadores de la covid-19”) han sido determinantes para los movimientos de los mercados. Los modelos de riesgo pueden ser muy buenos para analizar la volatilidad y la correlación, pero el riesgo temático resulta más difícil de tener en cuenta. Esto pone un mayor énfasis en la construcción de las carteras para minimizar el sesgo hacia factores específicos detectados como riesgo potencial y ayudar a gestionar cualquier impacto consecuente en la rentabilidad.

¿Y ahora qué?

Somos conscientes de que el ciclo macroeconómico puede tocar techo a finales de 2021, lo que podría coincidir con una fuerte rotación desde las áreas más cíclicas que se han comportado bien en los últimos meses hacia los sectores defensivos que se han comportado peor. La inflación y el ritmo de subida de los rendimientos de los bonos determinarán probablemente el momento en que esto se producirá. En los próximos meses, esperamos ver la última etapa de la aceleración macroeconómica, alentada por una reapertura general en EE. UU. y en las economías europeas, junto con un considerable estímulo fiscal. Estamos muy atentos a los índices de directores de compras (PMI), que históricamente son un buen indicador adelantado. Si tras los máximos de los PMI se produce una corrección de mercado, las estrategias neutrales con respecto al mercado que combinan una selección de valores bottom up con un enfoque cuantitativo de construcción de carteras conscientes del riesgo podrían beneficiarse.

 

 

Opinión de Steve Johnstone, gestor del fondo Global Equity Market Neutral en Janus Henderson Investors.

 

 

Anotaciones:

(1) Contribución de los factores/del riesgo: se utiliza aquí para describir las tendencias macroeconómicas o geopolíticas generales y los comportamientos de los inversores que afectan al mercado, como la covid-19.

(2) Riesgo: emisiones aplicables a una empresa, industria o sector específicos.

 

Información importante: 

Los puntos de vista que aquí figuran corresponden a la fecha de publicación. Se ofrecen exclusivamente con fines informativos y no deben considerarse ni utilizarse como asesoramiento de inversión, jurídico o fiscal ni como oferta de venta, solicitud de una oferta de compra o recomendación para comprar, vender o mantener ningún valor, estrategia de inversión o sector de mercado. Nada de lo incluido en el presente material debe considerarse una prestación directa o indirecta de servicios de gestión de inversión específicos para los requisitos de ningún cliente. Las opiniones y los ejemplos se ofrecen a efectos ilustrativos de temas más generales, no son indicativos de ninguna intención de operar, pueden variar y podrían no reflejar los puntos de vista de otros miembros de la organización. No se pretende indicar o dar a entender que cualquier ilustración/ejemplo mencionado forma parte o formó parte en algún momento de ninguna cartera. Las previsiones no pueden garantizarse y no es seguro que la información proporcionada sea completa o puntual, ni hay garantía con respecto a los resultados que se obtengan de su uso. A no ser que se indique lo contrario, Janus Henderson Investors es la fuente de los datos y confía razonablemente en la información y los datos facilitados por terceros. Las rentabilidades pasadas no garantizan resultados futuros. La inversión conlleva riesgo, incluida la posible pérdida de capital y la fluctuación del valor.

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Janus Henderson Investors es el nombre bajo el cual las entidades que se indican ofrecen productos y servicios de inversión en las siguientes jurisdicciones: (a) En Europa, Janus Capital International Limited (n.º de registro 3594615), Henderson Global Investors Limited (n.º de registro 906355), Henderson Investment Funds Limited (n.º de registro 2678531), Henderson Equity Partners Limited (n.º de registro 2606646), (cada una de ellas registrada en Inglaterra y Gales en 201 Bishopsgate, Londres EC2M 3AE y regulada por la Autoridad de Conducta Financiera) y Henderson Management S.A. (n.º de registro B22848, en 2 Rue de Bitbourg, L-1273, Luxemburgo y regulada por la Commission de Surveillance du Secteur Financier) ofrecen productos y servicios de inversión; (b) En EE. UU., los asesores de inversión registrados ante la SEC filiales de Janus Henderson Group plc; (c) En Canadá, a través de Janus Capital Management LLC, solo para inversores institucionales de determinadas jurisdicciones; (d) En Singapur, Janus Henderson Investors (Singapore) Limited (número de registro de la sociedad: 199700782N). Este anuncio o publicación no ha sido revisado por la Autoridad Monetaria de Singapur; (e) En Hong Kong, Janus Henderson Investors Hong Kong Limited. Este material no ha sido revisado por la Comisión de Valores y Futuros de Hong Kong (“SFC”); (f) En Taiwán (República de China), Janus Henderson Investors Taiwan Limited (con funcionamiento independiente), Suite 45 A-1, Taipei 101 Tower, No. 7, Sec. 5, Xin Yi Road, Taipéi (110). Tel.: (02) 8101-1001. Número de licencia SICE autorizada 023, emitida en 2018 por la Comisión de Supervisión Financiera; “(g) En Corea del Sur, Janus Henderson Investors Limited (Singapur), exclusivamente para Inversores profesionales cualificados (según se definen en la Ley de servicios de inversión financiera y mercados de capitales y sus subreglamentos); (h) En Japón, Janus Henderson Investors (Japan) Limited, regulada por la Agencia de Servicios Financieros y registrada como Entidad de servicios financieros que realiza actividades de gestión de inversión, asesoramiento de inversión y actividad de agencia y actividades de instrumentos financieros de tipo II; (i) En Australia y Nueva Zelanda, por Janus Henderson Investors (Australia) Limited ABN 47 124 279 518 y sus entidades relacionadas, incluida Janus Henderson Investors (Australia) Institutional Funds Management Limited (ABN 16 165 119 531, AFSL 444266) y Janus Henderson Investors (Australia) Funds Management Limited (ABN 43 164 177 244, AFSL 444268); (j) En Oriente Medio, Janus Capital International Limited, regulada por la Autoridad de Servicios Financieros de Dubái como Oficina de representación. No se realizarán transacciones en Oriente Medio y cualquier consulta deberá dirigirse a Janus Henderson. Las llamadas telefónicas podrán ser grabadas para nuestra mutua protección, para mejorar el servicio al cliente y a efectos de mantenimiento de registros reglamentario.