La renta variable emergente presenta una oportunidad atractiva de inversión en 2022

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Pixabay CC0 Public DomainChina . China

Después del fuerte rally junto con la renta variable desarrollada visto en 2020, 2021 fue un periodo difícil para los inversores en mercados emergentes. El año pasado, el índice MSCI Emerging Markets se rezagó con respecto a su equivalente desarrollado, el MSCI World, cerca de un 25%; es el mayor diferencial entre ambos índices en cerca de una década. Lastradas por la falta de vacunas a disposición de la población, muchas economías emergentes reabrieron con vacilación, yendo con frecuencia con retraso frente al ritmo de reapertura en los mercados desarrollados. Las implicaciones de la inflación, y las expectativas excesivas de normalización monetaria fueron puntos de preocupación. En China y Brasil, respectivamente la primera y la tercera economía emergente de mayor tamaño, la incertidumbre regulatoria y las tensiones geopolíticas agitaron sus mercados bursátiles.   

A pesar de estos desafíos, creemos que hay mucha energía positiva almacenada actualmente en los mercados emergentes, y que los inversores podrían estar pasando por alto una potencial oportunidad de inversión en 2022.  

Las valoraciones son alentadoras

Desde un punto de vista de proyección de beneficios a futuro, el MSCI EM está cotizando con un descuento del 42% frente al S&P 500. Esto supone un incremento significativo del diferencial pre-covid entre ambos mercados, ya que las valoraciones estadounidenses se expandieron un 17% en los últimos dos años, mientras que las emergentes se contrajeron un 3%.

La diferencia entre valoraciones es todavía más extrema en términos históricos. Durante la última década, las valoraciones a futuro del S&P 500 se comprimieron cerca de un 75%, mientras que las de mercados emergentes se expandieron cerca de un 25%. A medida que anticipamos un entorno de mercado post pandemia más normalizados, en el que los elevados niveles de incertidumbre económica se disiparán, la perspectiva de una revalorización supone una oportunidad en términos relativos para la rentabilidad de los emergentes.

Gráfico 1

El potencial de crecimiento relative de los emergentes tiene un precio atractivo

Aunque las expectativas de crecimiento en 2022 están por encima de la tendencia en el largo plazo tanto para mercados desarrollados como para los emergentes, el FMI pronostica que las economías emergentes continuarán por ver un fuerte crecimiento post covid en los próximos cinco años. Por otro lado, espera que las economías desarrolladas vuelvan a un crecimiento real inferior al 2% después de 2022. Aunque la ampliación de diferenciales entre las estimaciones de valoración podría inclinarse más por un estrechamiento en la parte emergente frente a los desarrollados, los mercados están anticipando una aceleración en la brecha de crecimiento relativo entre economías desarrolladas y emergentes.  

Al emparejar las estimaciones de valoración relativa con las previsiones de crecimiento, parece que la renta variable emergente ha puesto en precio un saludable nivel de precaución, y reflejan una apuesta de valor relativo atractiva en el largo plazo.

Gráfico 2

Los emergentes van por delante de la curva

Las presiones inflacionarias se acumularon a nivel global, debido a los desequilibrios entre oferta y demanda que produjo la disrupción del covid y que se vieron exacerbadas por la aplicación de estímulos gubernamentales récord para evitar una recesión global. Aunque se espera que empiece un ciclo de endurecimiento monetario en muchos países desarrollados, con la Reserva Federal señalizando una primera subida de tipos en marzo, cerca de la mitad de los bancos centrales representados en el MSCI EM, incluyendo Corea del Sur, México y Brasil, ya han empezado a subir los tipos en un intento de contener la escalada de precios.

Con ventaja para combatir la inflación y, por lo general, menos endeudados por la aplicación de paquetes agresivos de estímulos respecto a países desarrollados como Estados Unidos o Europa, los bancos centrales emergentes pueden ser capaces de volverse dovish antes que muchas economías avanzadas.

Los emergentes rezagados pueden estar posicionados para recuperase en 2022

Brasil vio un deterioro significativo de su entorno macro durante la segunda mitad de 2021, al acelerarse tanto las tensiones políticas relacionadas con las próximas elecciones como la incertidumbre económica por el covid. Para gestionar el repunte de la inflación (un 11% en términos interanuales), el banco central de Brasil tuvo que subir los tipos hasta el 10,75% (desde tan solo el 2,75% de marzo de 2021). La probabilidad creciente de que salga elegido un presidente más centrista, junto con las subidas agresivas de tipos para estabilizar a la divisa y la inflación, podrían actuar como catalizadores positivos en 2022.  

Como resultado de estos problemas, el índice MSCI Brasil está cotizando con un PER adelantado a 12 meses de 7 veces. Para dar contexto, Brasil estaba cotizando a 14 veces según este parámetro al principio de 2020. Aunque no exenta de problemas, esta rebaja sustancial de la valoración parece estar compensando el incremento de la incertidumbre y puede presentar una fuerte oportunidad de compra de 2022 en adelante.

De manera similar a Brasil, China fue un gran lastre a la rentabilidad emergente en la segunda mitad de 2021. Las medidas regulatorias más restrictivas, especialmente en los sectores inmobiliario y tecnológico, causaron mucho malestar. Desde la perspectiva económica, los últimos 20 años de crecimiento sin precedentes en China debería conseguir el beneficio de la duda por parte de los inversores. Además, hemos visto algunos signos políticos positivos recientemente, que deberían proporcionar más confianza al inversor. Durante la Conferencia Central de Trabajo Económico de diciembre – una reunión anual en la que el Partido Comunista Chino fijó su agenda económica para 2022-, los políticos enfatizaron la importancia de estabilizar el crecimiento y la posibilidad de relajar la regulación para sujetar el sector inmobiliario. A pesar de los obstáculos de 2021, China todavía está buscando un crecimiento del PIB del 5% en 2022, y los esfuerzos reflacionarios mejores de lo esperado procedentes de Pekín podrían llevar a superar ese objetivo.

Antes de 2021, el último periodo anual en el que China se portó peor que la media emergente, con un margen de doble dígito, fue en 2016. Hay algunas similitudes entre 2016 y lo que vimos en 2021. La más notable, la falta de claridad en torno a la política regulatoria, que empujó la salida de inversores. Cuando se disipó la incertidumbre para invertir, China lideró la fuerte recuperación de los mercados emergentes de 2017, generando retornos del 54% y superando al MSCI World en más de un 30% de rentabilidad. De hecho, el índice MSCI EM batió en cerca de un 15% la rentabilidad del MSCI World.

Aunque no estamos prediciendo necesariamente que en 2022 se produzca una repetición de 2016, es importante recordar que los periodos que han seguido a una caída del sentimiento hacia los emergentes suelen ser con frecuencia un gran punto de entrada para invertir en renta variable emergente.

 

Thornburg is a global investment firm delivering on strategy for institutions, financial professionals and investors worldwide. The privately held firm, founded in 1982, is an active, high-conviction manager of fixed income, equities, multi-asset solutions and sustainable investments. With $49 billion in client assets ($47 billion AUM and $1.9 billion AUA as of December 31, 2021) the firm offers mutual funds, closed-end funds, institutional accounts, separate accounts for high-net-worth investors and UCITS funds for non-U.S. investors. Thornburg’s U.S. headquarters is in Santa Fe, New Mexico with offices in London, Hong Kong and Shanghai. For more information, please visit www.thornburg.com.

 

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Por qué las mujeres suelen obtener mejores resultados a la hora de invertir

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Pixabay CC0 Public Domain. trade

Cuando hablamos de grandes inversores, a todos nos vienen a la cabeza nombres como Benjamin Graham, Peter Lynch o Warren Buffett, entre otros. Esto podría inducir a pensar que los hombres son mejores inversores que las mujeres. Nada más lejos de la realidad. Muchos estudios muestran que las mujeres obtienen de media mejores resultados que los hombres.

El último en ponerlo de manifiesto ha sido Fidelity Investments en su estudio “2021 Women and Investing”. La firma ha realizado un análisis sobre más de 5 millones de clientes en los últimos 10 años y ha demostrado que, de media, la rentabilidad que obtuvieron las mujeres superó a la de los hombres en un 0,4% anual. Uno puede tener la tentación de pensar que un 0,4% no es una diferencia a considerar, pero, lo cierto es que, en periodos de tiempo largos marcará diferencias notables, por el efecto de la capitalización compuesta. No obstante, esto viene de lejos. En 2001, los profesores Brad M. Barber y Terrance Odean, de la universidad de California, en su artículo “Boys will be boys: Gender, overconfidence and common stock investment” ya extrajeron conclusiones similares.

Invertir implica tomar decisiones. En ese campo, las emociones e incluso las hormonas toman protagonismo. Así pues, las mujeres tienden a ser más pacientes que los hombres, aspecto que les otorga cierta ventaja. Mientras que los hombres modifican la composición de la cartera de manera más frecuente, las mujeres no realizan tantas operaciones. Está demostrado académicamente que un exceso de operaciones repercute negativamente en los resultados obtenidos debido a los mayores costes asumidos. A mayor número de operaciones, más probabilidad de error.

Otro aspecto a recalcar cuando uno se dispone a invertir es la gestión de riesgos. En líneas generales, los hombres se muestran más confiados a la hora de realizar inversiones que las mujeres, que son más cautas. Ese exceso de confianza se traduce, habitualmente, en no priorizar la gestión de riesgos. Adicionalmente, ellas establecen objetivos más claros, invirtiendo en base a los mismos. Es decir, van mucho más allá de la mera rentabilidad en el corto plazo. Quizá, porque no buscan demostrar su buen hacer, ni recibir el reconocimiento del entorno.

En línea con lo anterior, las mujeres son más propensas a apoyarse en profesionales que les puedan ayudar en el proceso inversor para lograr sus objetivos. En cambio, los hombres se consideran más autosuficientes, independientemente de sus conocimientos y capacidades.

Todo lo anterior explica, en gran medida, el motivo por el que las mujeres obtienen de media mejores resultados. No se trata de aspectos puramente técnicos, sino de factores asociados al comportamiento humano. El hecho de conocerlo debería invitar a realizar una reflexión sobre el proceso de toma de decisiones.  A continuación, detallamos algunas sugerencias que pueden favorecer una mejor toma de decisiones:

Invertir a largo plazo y en base a una política de inversión que recoja los objetivos y necesidades que se pretenden satisfacer. Así se evitan los impulsos de corto plazo, la influencia de factores externos y los sesgos que todos padecemos en mayor o menor medida.

Ser honestos y, si no se dispone de las capacidades ni el tiempo suficientes para la gestión de las inversiones, buscar asistencia, como lo haríamos con los asuntos médicos o fiscales.

No dejarse llevar por el corto plazo, las modas o tendencias vigentes en cada momento. Eso sólo se traduce en ir decorando la cartera sin estrategia alguna.

No operar sin criterio tratando de especular. La especulación es lo contrario a la inversión.  Cada vez que se rota la cartera, el inversor deberá hacer frente a costes, efectos fiscales y pérdida de días de estar invertido asumiendo riesgos adicionales y perjudicando la magia del interés compuesto. Por otro lado, es indudable que, a mayor número de decisiones, mayor posibilidad de errores en las mismas.

El ánimo de estas reflexiones no es promulgar una competición de género o incurrir en estereotipos, que no ayudan “per se” a ser mejores inversores. El principal objetivo es poner de manifiesto aquellos sesgos o comportamientos que alejan al inversor de cumplir sus metas, con la finalidad no solo de conocerlos, sino de actuar en consecuencia.

 

Tribuna de Borja Durán, fundador y CEO de Wealth Solutions.

El camino de la mujer en el sector financiero

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Pixabay CC0 Public Domain. jinete

Ante retos complejos no hay respuestas sencillas: desde nuestro punto de vista no hay una razón única, sino un conjunto de factores biológicos, socioculturales, históricos y de tendencias que hacen que la presencia de la mujer en el mundo de la inversión haya sido tradicionalmente escasa y que, pese a haber aumentado, todavía presente grandes retos.

Quizá podríamos englobar en tres las grandes tendencias que influyen en esta situación: en primer lugar, desde un punto de vista biológico hombre y mujeres somos diferentes y nuestros niveles de cortisol y testosterona son diferentes… y., aunque a simple vista parezca increíble, esto tiene su importancia a la hora de elegir carrera el mundo de la inversión. La testosterona, hormona que está generalmente más presente en los hombres, está relacionada con la competitividad, la asunción de riesgos y reduce el miedo. Según diversos estudios, las mujeres son más aversas al riesgo entre otras cosas por una menor presencia de testosterona y puede ser un condicionante a la hora de elegir carrera. El cortisol, hormona comúnmente denominada como la hormona del estrés, también está relacionada con una mayor asunción de riesgos y con un incremento del optimismo en la toma de decisiones, sesgando la información recibida, minimizando las noticias negativas y dando más importancia a las positivas.

Durante los últimos años hemos visto cómo la industria financiera ha hecho un gran esfuerzo en fomentar la diversidad e inclusión de sus equipos, en términos de género, raza, creencias, etc. Este esfuerzo se ha hecho principalmente en los dos extremos de la pirámide: en la base, fomentado la igualdad de oportunidades de entrada tras la carrera universitaria, y en la cúspide, a nivel de consejo de administración.

Sin embargo, todavía queda mucho por hacer en mandos intermedios, lugar donde se gestan los futuros máximos directivos de la entidad, y consejeros, y personas más cercanas a los recién licenciados, que les pueden servir como modelo a seguir e inspiración. Y aquí la presencia de mujeres todavía es escasa, por regla general, sobre todo en puestos relacionados con negocio.

Por último, nos gustaría destacar el nuevo modelo de trabajadores, comúnmente identificado con la generación Millennial (aquellos nacidos entre la década de los años 80 y finales de los 90 del siglo pasado/comienzos del 2000). Según un estudio elaborado por PWC, las mujeres de esta generación valoran, entre otras cosas las oportunidades de progresión profesional, el trabajo flexible, el feedback continuo y la reputación de su empresa: quieren que su trabajo tenga un sentido, que contribuya al entorno, tener sentimiento de pertenencia y sentirse orgullosos de su empleador.

En este sentido, la industria financiera ha de hacer un serio ejercicio de reflexión, ya que el sector más citado como uno de los que no les gustaría trabajar por su imagen es el de servicios financieros, seguido por defensa, petróleo y gas, servicios públicos y administración y sectores químico y de metales.

Para cambiar algo tan arraigado históricamente se necesita involucración de todas las partes: sociedad, empresas, trabajadores, y las propias mujeres, haciendo todos un esfuerzo y pensar cómo cada uno, dentro de su área de influencia, puede ayudar a cambiar esta tendencia. Pero sobre todo se necesita educación a todos los niveles, tratando de eliminar los sesgos inconscientes, poniendo en valor la riqueza de los equipos diversos, permitiendo integrar los estilos de liderazgo tradicionalmente masculinos con los estilos tradicionalmente femeninos y sobre todo, no trabajar la mayor presencia femenina en silos, sino desde la educación en el hogar y colegios, hasta la empresa.

 

Tribuna de Ana Guzmán, directora de impacto en Portocolom AV.

Ahora más que nunca: la verdadera inversión sostenible

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Geran Klerk. Geran Klerk

En Robeco siempre hemos tenido una misión muy definida: permitir a nuestros clientes alcanzar sus objetivos de sostenibilidad proporcionando a la vez unos retornos de inversión superiores. En resumen, nuestro propósito es crear riqueza y bienestar para nuestros clientes y la sociedad, y hacerlo de una forma sostenible con el planeta.

Por eso fuimos una de las gestoras de activos pioneras en la inversión en mercados emergentes, la primera en tomarse en serio la inversión en sostenibilidad, y una de las primeras en adoptar la inversión cuantitativa utilizando técnicas de investigación avanzadas. Actualmente integramos la sostenibilidad dentro de nuestros procesos de inversión, ya que nos ayuda a tomar decisiones de inversión mejor fundamentadas.

Para nosotros resulta obvio abordar la inversión desde la sostenibilidad. Tenemos una visión muy clara que es la protección de los activos económicos, ambientales y sociales para permitir una economía saludable que genere retornos atractivos en el futuro.

Es cierto que en estos momentos la progresiva concienciación de la ciudadanía en general, y del inversor en particular, ha convertido lo que fuera un nicho de negocio, la inversión sostenible, en una corriente de mercado donde prácticamente el total de las gestoras de inversión tratan de obtener negocio.

Pero no nos engañemos, invertir realmente en sostenibilidad no es tan sencillo. Una gestora no se convierte en un inversor sostenible porque excluya directamente de su universo de inversión ciertas actividades que transcurren en contra del hombre o su entorno; eso no significa ser sostenible.

No se es sostenible, si hablamos en serio de lo que supone considerar realmente la sostenibilidad en una inversión, simplemente por no comprar acciones de una tabacalera, de un fabricante de armas, o de una energética todavía en transición al bajo carbono.

La exclusión debería ser sólo el primer paso. Sin embargo, ya bien entrados en el siglo XXI debemos exigir que una gestora se comprometa aún más, considerando como primer nivel la integración de la sostenibilidad en su decisión de selección de las empresas de la cartera. Esto consigue que, empresas como Robeco, superen con sus carteras en al menos un 20% la referencia de mercado en cuanto a la reducción de la huella ambiental de gases de efecto invernadero, empleo de agua y consumo energético.

Pero no es sólo este siguiente paso el que convierte a una gestora en sostenible, también, para poder calificar a una gestora como sostenible ésta debe ejercer bajo unas ciertas políticas el derecho a voto de los accionistas a quienes representa, así como la interacción oengagement como aproximación a las empresas que conforman el fondo para, desde una línea constructiva, sin exigencias pero con firmeza, tratar con los responsables de dichas empresas para que observen la sostenibilidad tanto en su gestión como en su operación.

Robeco

Para terminar de definir las estrategias de una gestora sostenible, el último escalón, y al que deberían prestar mayor atención los inversores es, como hemos señalado en otras ocasiones, la inversión de impacto. Como sabemos, todas las inversiones tienen un impacto social, económico y ambiental, positivo o negativo, pretendido o no, y únicamente desde la pasada década parece que la atención prestada a los factores ESG está en aumento, alcanzando a comienzos de 2020 los 35.3 billones de dólares (Global Sustainable Investment Review, 2020). La inversión de impacto va un poco más allá, no limitándose al “no hacer daño”, sino a buscar intencionadamente un impacto social positivo, medible y que continúe siendo rentable financieramente.

Una vez aclaradas las estrategias de inversión que debe cumplir una gestora que actúe en el mundo de la inversión sostenible, ahora vayamos al siguiente desafío que se plantea Robeco, al hacerse una serie de preguntas del tipo ¿Será más seguro el mundo si excluimos de nuestra cartera una empresa que fabrique armas “controvertidas”? Si no lo excluimos todos, otro inversor aparecerá con menos escrúpulos e invertirá lo que retiramos nosotros, continuando el problema inicial. La exclusión es un primer paso necesario, pero no suficiente.

Una gestora que de verdad entienda de inversión sostenible, investigará lo que sea necesario y usará su experiencia acumulada para no dejarse engañar fácilmente y, por ejemplo, invertirá en aceite de palma si así lo considera con aquellas empresas que, cumpliendo unos mínimos estrictos de desforestación controlados, estén certificadas por el Roundtable on Sustainable Palm Oil y sea verificado vía satélite el cambio de uso que dan a la tierra. En vez de que se prohíba el aceite de palma, Robeco trabaja para mejorar esa industria y hacerla más sostenible.

Eso sí será una gestora que sabe lo que significa una inversión sostenible.

 

Tribuna de Ana Claver, CFA, Directora Gerente de Robeco para Iberia, US Offshore & Latam, y Presidenta del Comité de Sostenibilidad de CFA Society Spain.

 

 

 

 

 

 

La búsqueda de resultados mejores

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Pixabay CC0 Public DomainBruno Martins. Bruno Martins

¿Qué es un buen resultado? Como inversores a largo plazo, aspiramos a lograr resultados mejores para nuestros clientes consiguiendo rentabilidades atractivas. Para lograrlo, debemos invertir prestando atención a si las compañías pueden obtener mejores resultados no solo hoy, sino también dentro de cinco, diez e incluso veinte años. Respaldamos compañías que presentan las características necesarias para ser líderes a largo plazo, como ingresos recurrentes, capacidad de fijación de precios y equipos directivos competentes y que, lo cual resulta importante, sean conscientes de que deben invertir en gestionar y mejorar su impacto ESG.

Este fundamento va en línea con la evolución del ser humano: si creemos los últimos avances de la neurociencia (1), los seres humanos aspiran a lograr “resultados mejores” y, quizá en contraposición con la creencia habitual, no son los logros los que nos satisfacen, sino el camino hacia ellos. Procedemos de este modo porque un «sistema de búsqueda» nos brinda un sentimiento de recompensa y placer cuando exploramos nuestro entorno y buscamos información nueva para sobrevivir. De manera similar, las compañías que tratan de lograr resultados mejores y que se enfrentan a un mundo en cambio constante deben explorar su entorno y buscar información nueva para salir adelante.

Si echamos la vista atrás a 2021, las compañías se enfrentaron a numerosos cambios ante los que maniobrar. En lugar de un periodo de «regreso a la normalidad» en el sentido estricto, 2021 fue un año de obstáculos constantes. Aunque percibimos señales de rebote tras el levantamiento de los cierres y los confinamientos impuestos por la COVID-19 en primavera, así como un marcado crecimiento de los beneficios, persisten numerosos retos económicos: desde los problemas de suministro y la escasez de mano de obra hasta la escalada de las tensiones comerciales y políticas entre China y Estados Unidos.

A pesar de estas dificultades, los mercados bursátiles siguieron en auge, impulsados por las buenas noticias sobre la vacunación; las acciones growth y las value, más cíclicas, se alternaron haciendo avanzar al mercado, aparentemente ajenas a los máximos de beneficios y de márgenes o la persistente inflación. Crecieron los peligros sobre una corrección de los beneficios y los múltiplos, pero siempre parecieron lejanos. Los inversores comenzaron el año inclinándose hacia la subida cíclica, pero lo terminaron buscando un posicionamiento más defensivo, lo cual podría ser positivo para los inversores en calidad.
También percibimos que siguió aumentando el momentum en clave ESG en 2021, pues se destinaron 141.500 millones de dólares (2) a fondos ESG a escala global.

En Europa, el mercado de inversión sostenible más maduro, este giro hacia fondos ESG se ha producido a través de la gestión activa, lo cual no es una sorpresa. Resulta complicado mantener un enfoque pasivo ante retos como el cambio climático; si considera que el mundo va a cambiar significativamente, ya que comienzan a descontarse factores externos tocantes a la sostenibilidad, habrá ganadores y perdedores, lo cual creará riesgos y oportunidades de inversión. Es clave situarse en el lado correcto de ese cambio.
En la base del giro hacia cuestiones ESG se encuentra la evidencia de que cada vez más países están dando pasos para crear una sociedad y una economía más sostenible.

MSIM

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La mayoría de las acciones que se emprendieron en 2021 tenían que ver con la COP26 (26ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), que se celebró en Glasgow en noviembre. La apremiante urgencia del reto climático trae consigo una serie de compromisos nuevos para reducir los objetivos de carbono, reducir paulatinamente el carbón, retirar las subvenciones a los combustibles fósiles, abordar las emisiones de metano y detener la deforestación.

Los países que representan el 70% de las emisiones y del PIB globales se han comprometido a alcanzar la neutralidad para 2050 o 2060, lo cual supone ingentes repercusiones para numerosas corporaciones (Gráfico 2). Los reguladores también han actuado y algunos, considerablemente. En Europa, entraron en vigor nuevos reglamentos sobre sostenibilidad (3) que tienen como objetivo brindar a los clientes más transparencia en torno a la inversión sostenible y el Banco Central Europeo presento un plan de acción para incluir cuestiones relativas al cambio climático en su estrategia de política monetaria (4). La Comisión de Valores y Mercados de Estados Unidos ha pasado de rechazar propuestas de los inversores destinadas a empujar a compañías como Exxon en el ámbito del cambio climático en 2019 a obligarlas a someter a votación entre los inversores sus objetivos de emisiones en 2021 (5). Con independencia de que el ritmo de cambio se considere demasiado rápido o demasiado lento, su rumbo está claro.

Para el año que tenemos por delante, el panorama sigue siendo incierto desde los puntos de vista económico, sanitario, político y de la sostenibilidad, se mire por donde se mire; sin embargo, consideramos que existen tres tendencias que perfilarán los resultados que obtendrán las compañías, las economías y las sociedades.

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En primer lugar, tras una pandemia que hasta ahora ha causado 230 millones de infecciones y cerca de 5 millones de muertes, auguramos un impulso más fuerte a los retos sociales, desde la diversidad hasta la desigualdad, según las economías se reactiven. La COVID-19 no solo ha afectado a compañías y economías, sino que ha tirado del mundo dos décadas hacia atrás en la lucha contra la pobreza, pues son los países y los grupos vulnerables los que se han llevado la peor parte (6). Es probable que continúe la presión para que las compañías hagan su parte en la lucha contra la desigualdad, desde la erradicación de las desigualdades por razón de etnia y género hasta la protección de los derechos humanos de los trabajadores de las cadenas de suministro. Este año ya hemos asistido a la introducción de nuevas normas del Nasdaq (7) que exigen a las compañías facilitar información estadística sobre la diversidad de sus consejos y tener —o explicar por qué no tienen— al menos dos miembros del consejo de bagajes diversos. La bolsa de Hong Kong también anunció medidas sobre diversidad similares que dejan claro que “un consejo con un único género no se considera diverso” y llaman a las compañías a nombrar a un miembro del consejo de un género diferente.

También estamos asistiendo a más acciones de los responsables de política y de los inversores. Al respecto de los derechos humanos, la UE se está planteando normas para hacer obligatorios los procedimientos de due diligene relativos a derechos humanos, mientras que la organización dedicada a la inversión responsable a escala global, la UNPRI, ha anunciado una nueva plataforma colaborativa global destinada a respaldar que los inversores actúen sobre problemáticas sociales (8). Es probable que estas medidas de presión se traduzcan en más medidas de índole social, en el marco de las cuestiones ESG.

En segundo lugar, los compromisos sobre el clima pasarán a ser políticas reales, por lo que deberemos estar atentos a la aprobación de más leyes e incentivos fiscales, a la presión de los inversores y a un aumento continuado de los litigios en materia de clima según continúe la transición a una economía baja en emisiones de carbono.

Esta evolución no solo incidirá en el sector de los combustibles fósiles: por ejemplo, en el caso de la industria del automóvil —ya sea por medio de propuestas orientadas a prohibir efectivamente los vehículos nuevos de combustibles fósiles ya en 2035 como en la UE, bien sugiriendo nuevos incentivos a los vehículos eléctricos como en Estados Unidos—, las reglas económicas del juego están cambiando. Todos los sectores tendrán que cambiar y las compañías que deseen permanecer en cabeza deberán adaptarse ahora o arriesgarán su existencia.

En tercer lugar, 2022 podría resultar el año de la «naturaleza», pues los países se reunirán para la COP15 (la 15ª Conferencia de Biodiversidad de la ONU), de la que no se habla tanto, para abordar el agotamiento de los recursos del planeta (9). En Kunming (China), se fijarán objetivos para la próxima década y ya se conocen diversos compromisos tanto de los gobiernos como del sector privado. Una coalición de más de 50 países se ha comprometido a proteger casi una tercera parte del planeta para 2030 (10). También asistimos a la aparición de marcos voluntarios de información para compañías (como los elaborados por el Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras Relacionadas con la Naturaleza) y a casos de inversores que prometen eliminar los riesgos de deforestación relativos a materias primas agrícolas de sus carteras e invertir en soluciones centradas en la naturaleza.

Si bien es improbable que la fijación de objetivos nuevos se traduzca inmediatamente en la aplicación de precios a recursos gratuitos como el agua, el aire, los bosques y el océano, es de esperar que acelere la acción de los gobiernos, las decisiones de las compañías y las asignaciones de inversiones. Las compañías interesadas en proteger de cara al futuro sus negocios deberán comprender lo dependientes que son de los recursos del planeta y cómo sus productos y sus servicios inciden en la naturaleza, de modo que puedan actuar con el fin de gestionar los riesgos y analizar las oportunidades.

Sea cual fuere el ritmo de cambio en 2022, las iniciativas orientadas a crear un futuro sostenible es un juego que dura décadas, no meses. Como con cualquier proceso, habrá obstáculos en el camino, pero creemos que, según avance la transición, las compañías que cuenten con un «sistema de búsqueda» sólido que las ayude a estar alerta del mundo que las rodea estarán en mejor posición para rendir al máximo de sus posibilidades y ofrecer a sus clientes rentabilidades a largo plazo.

Como especialistas en la selección bottom-up de acciones, y con mi función como responsable de Resultados Sostenibles del equipo International Equity, tenemos la firme determinación de seguir aspirando a obtener resultados mejores, aprender y mejorar la oferta que ponemos a su disposición, así como a seguir presionando en aras del progreso de las mejores compañías del mundo.

 

Tribuna de Marte Borhaug, gestora de carteras y responsable de resultados sostenibles del equipo de renta variable internacional en Morgan Stanley Investment Management

 

Anotaciones:

(1) https://qz.com/684940/neuroscience-confirms-that-to-be-truly-happy-you-will-always-need-something-more/
(2) Fuente: Morningstar, datos globales combinados sobre flujos hacia fondos sostenibles correspondientes al tercer trimestre de 2021
(3) Paquete legislativo que forma parte del plan de acción para unas finanzas sostenibles en la UE, donde se incluyen el Reglamento sobre la divulgación de información relativa a la sostenibilidad en el sector de los servicios financieros (SFDR) y modificaciones de la II Directiva relativa a los mercados de instrumentos financieros (MiFID II) y la Directiva relativa a los organismos de inversión colectiva en valores mobiliarios (OICVM).
(4) https://www.ecb.europa.eu/press/pr/date/2021/html/ecb.pr210708_1~f104919225.en.html
(5) https://www.ft.com/content/50b52600-dd43-427c-88a6-149cf790cb70
(6) https://news.un.org/en/story/2021/12/1107752
(7) https://listingcenter.nasdaq.com/assets/Board%20Diversity%20Disclosure%20Five%20Things.pdf
(8) https://www.unpri.org/investment-tools/stewardship/collaborative-stewardship-initiative-on-social-issues-and-human-rights
(9) https://www.stockholmresilience.org/research/planetary-boundaries.html
(10) https://www.theguardian.com/environment/2021/jan/11/50-countries-commit-to-protection-of-30-of-earths-land-and-oceans

 

 

INFORMACIÓN IMPORTANTE

Los puntos de vista y las opiniones y/o los análisis expresados pertenecen al autor o al equipo de inversión en la fecha de elaboración de este documento, podrán variar en cualquier momento sin previo aviso debido a las condiciones del mercado o económicas y podrían no llegar a materializarse. Además, tales puntos de vista no se actualizarán o revisarán de otro modo con el fin de recoger la información disponible o las circunstancias existentes y los cambios que se produzcan después de la fecha de publicación. Los puntos de vista expresados no reflejan los de todo el personal de inversión de Morgan Stanley Investment Management (MSIM) ni los de sus sociedades dependientes o filiales (en conjunto «la firma») y podrían no plasmarse en todos los productos y las estrategias que esta ofrece.

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¿Comprar acciones cuando truenan los cañones? ¡No!

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Pixabay CC0 Public DomainStefan Hofrichter, Head of Economics and Strategy en Allianz Global Investors. . Stefan Hofrichter (AllianzGI)

La invasión de Ucrania, preparada desde hace tiempo por Rusia y temida por el mundo democrático, comenzó el 24 de febrero. Para el pueblo ucraniano, se trata de una catástrofe humanitaria; para el mundo, la violación del derecho internacional supone una amenaza real para el orden de seguridad existente.

Pero, ¿qué significa la crisis de Ucrania para los inversores? Aunque sea obvio: los inversores no compran ni guerra ni paz, ni producto social ni inflación, sino activos. ¿Qué es lo que más mueve a los mercados financieros en este momento? ¿Ha llegado ya el momento de comprar? Mi respuesta corta es: no.

Especialmente estos días, se escucha a menudo la supuesta sabiduría bursátil: «Compre acciones cuando los cañones truenen». Esta heurística, como muchas otras, se basa en una observación muy limitada de los acontecimientos históricos. Por lo tanto, vale la pena examinar más de cerca la conexión entre las crisis políticas y los mercados financieros. Por ello, hemos analizado detalladamente más de una docena de acontecimientos del pasado que tienen paralelismos con la situación actual, es decir, cuando al menos una superpotencia política, los Estados Unidos o Rusia o la Unión Soviética, se vio envuelta o a punto de verse envuelta en conflictos armados y/o en los que un aumento significativo del precio del petróleo fue la consecuencia o al menos la amenaza.

En concreto, se consideraron las tensiones entre EE.UU. y Corea del Norte (2017), la crisis de Ucrania (2014), la invasión de Georgia (2008), las dos guerras de Irak en 2003 y 1991, la invasión de la Unión Soviética de la RDA (1953), Hungría (1956) y Checoslovaquia (1968), la introducción de la ley marcial en Polonia (1981), la crisis de los misiles de Cuba (1962), así como las crisis del petróleo (1973, 1979) y la Primavera Árabe (2011).

El resultado: no se pueden derivar afirmaciones claras sobre la futura evolución de los mercados bursátiles; por cierto, tampoco sobre los bonos, las materias primas o las divisas. Hay que reconocer que, sin duda, hubo algunos acontecimientos en los que la crisis fue seguida por un mercado alcista de la renta variable. Las dos guerras de Irak son los mejores ejemplos. Sin embargo, la guerra no fue la causa, sino el fin inminente de la recesión (1991) o el fin de la burbuja tecnológica (2002/03).

Por otra parte, los mercados bursátiles se vieron masivamente presionados tras la crisis de Georgia de 2008, por supuesto como resultado de la Gran Crisis Financiera y no de la crisis política. En varios casos, el movimiento bursátil no fue llamativo. Al final, la evolución de los mercados financieros siempre ha dependido de la situación concreta del mercado: esta es la importante conclusión que extraemos del pasado. Por lo tanto, la «regla de comercio» citada anteriormente no resiste el escrutinio.

Pero ¿cómo es el entorno actual del mercado? ¿Los mercados financieros muestran signos de pánico? ¿Cuál es el entorno de crecimiento? ¿Debemos suponer el apoyo de los bancos centrales?

No hay señales de pánico, al menos en los principales mercados. El llamado «índice del miedo», el índice de volatilidad VIX, cotiza en torno a 35, muy por encima de la media a largo plazo de alrededor de 20, pero lejos de los valores extremos (muy por encima de 50) que hemos observado en el pasado. Los movimientos de los precios también han sido relativamente moderados hasta la fecha. Por ejemplo, el S&P 500 ha estado en modo de corrección desde sus máximos desde principios de año y ha bajado algo más del 10%. Sin embargo, las valoraciones se mantienen en un nivel muy alto en un contexto histórico. La caída de los mercados de renta variable europeos ha sido menos dramática hasta la fecha. Los mercados emergentes, con la excepción de Rusia, por supuesto, apenas han variado.

La importante subida de los precios de la energía -tanto el petróleo WTI como el Brent cotizan por encima de los 100 dólares y, por tanto, el doble que hace dos años- dejará probablemente su huella en el crecimiento. En el pasado, una duplicación del precio del petróleo en el plazo de dos años ha provocado repetidamente una recesión.

En este contexto, ¿estarán los bancos centrales, especialmente la Fed, dispuestos a aplazar o incluso detener la anunciada normalización de la política monetaria? Lo dudamos. Por un lado, la subida del precio del petróleo provocará tasas de inflación más altas de lo previsto. Incluso si este aumento se debe a un choque exógeno, los bancos centrales no pueden descartar la posibilidad de que las empresas y los hogares eleven aún más sus expectativas de inflación.

Además, desde finales del año pasado, los bancos centrales han señalado cada vez más las presiones inflacionistas subyacentes y la rigidez de los mercados laborales. Nuestros análisis muestran que, aunque se puede suponer un descenso de la variación anual de las tasas de inflación, a medio plazo la inflación podría situarse por encima del objetivo del 2% de los bancos centrales occidentales. La Fed, en particular, también indica regularmente que le gustaría ver un endurecimiento de las condiciones financieras generales, no sólo de los tipos de interés del banco central. Por lo tanto, un descenso gradual de los precios de las acciones o un aumento de los tipos de interés del mercado de préstamos y bonos corporativos difícilmente provocará un cambio de opinión por parte de la Fed. Esto requeriría un movimiento significativo e incontrolado del mercado. En este contexto, seguimos siendo prudentes con la renta variable por el momento.

Tribuna de Stefan Hofrichter, director de Economía y Estrategia de Allianz Global Investors.

La Bolsa de Santiago aumentó sus ingresos en 9,9% en 2021

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Bolsa de Santiago, Santiago de Chile
Wikimedia CommonsBolsa de Santiago, Santiago de Chile. Bolsa de Santiago, Santiago de Chile

La Bolsa de Santiago, principal plaza bursátil de Chile, sacó cuentas alegres en su reporte de resultados financieros a la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) esta semana, después de un 2021 en que los ingresos se vieron impulsados por tres líneas de negocios.

Según informaron a través de un comunicado, los ingresos sumaron 26.926,6 millones de pesos chilenos (alrededor de 33 millones de dólares) el año pasado, lo que representa una subida de 9,9% con respecto a 2020.

Por su parte, las utilidades de la firma llegaron a 7.912,6 millones de pesos (cerca de 10 millones de dólares), un 3,6% por sobre al resultado del año anterior.

El aumento de ingresos, explicó la firma en su nota de prensa, se debe a tres líneas de negocios. La línea de “Servicios Back y Middle Office” registró ingresos por 5.934 millones de pesos (7,4 millones de dólares), tras un aumento interanual de 10,9%, “principalmente por la mayor utilización del sistema de Back Office y de servicios de líneas base que se proveen a corredores de bolsa”.

Por su parte, las ventas de la línea “Sistemas y Servicios de Información” subieron 11,7% hasta 5.025 millones de pesos (6,2 millones de dólares), por una mayor facturación de servicios de distribución de información bursátil, mientras que la línea “Post Trading” anotó una subida de 14% en sus ingresos, debido a “un mayor número de operaciones en los sistemas de compensación y liquidación para instrumentos de renta variable y derivados, instrumentos de renta fija, intermediación financiera y operaciones simultáneas”.

Con todo, la compañía bursátil reportó un aumento de 11,3% interanual en su Ebitda acumulado, alcanzando los 1.271 millones de pesos (1,6 millones de dólares) y un resultado operacional que subió 13,8% respecto a 2020, alcanzando los 9.773 millones de pesos (12,1 millones de dólares).

Así, los indicadores de desempeño operacional presentaron avances, con el margen operacional creciendo desde 35,06% a 36,30% y el margen Ebitda expandiéndose desde 45,80% a 46,38%, para los períodos acumulados a diciembre de 2020 y diciembre de 2021, respectivamente.

 

 

Sortear la volatilidad en 2022 con la ventaja de un enfoque activo

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Andrea deSantis Obstacles_0

Los mercados globales de renta variable muestran una volatilidad cada vez mayor al verse afectados por los temores generalizados sobre el aumento de los tipos de interés y de la inflación, el final de los estímulos fiscales en numerosas regiones y las tensiones geopolíticas. Centrarse en las valoraciones y los fundamentales seguramente cobrará más importancia con respecto a años anteriores, cuando los mercados contaban con el respaldo de una abundante y creciente liquidez.

Con todo, si bien la configuración de los mercados de renta variable podría haber cambiado —y aceptando que estén sujetos a un mayor grado de turbulencias— estamos lejos de encontrarnos en territorio bajista. Por lo general, se entiende que existe un mercado bajista cuando una amplia gama de índices pierde un 20% o más desde sus máximos más recientes. En el momento de redactar estas líneas, el índice FTSE 100, con 7.560 puntos, se sitúa tan solo un 1,5% por debajo de su máximo anterior a la pandemia de 7.674 puntos, registrado en enero de 2020. Por su parte, el S&P 500 estadounidense marca 4.455 puntos, lo que supone un descenso del 6,5% frente a su máximo reciente de finales de diciembre, cuando alcanzó los 4.766 puntos. Por tanto, no estamos inmersos en un mercado bajista.

En calidad de inversores activos, no tememos a la volatilidad, sino que estamos adecuadamente posicionados para sortear perturbaciones a corto plazo en los mercados al tiempo que sacamos partido de las tendencias a más largo plazo. La volatilidad puede ofrecer oportunidades para aprovechar las discrepancias en el plano de las valoraciones, identificar “joyas ocultas” o reforzar posiciones actuales en momentos oportunos.

La adopción de enfoques alternativos no inspira confianza. Moverse al compás del mercado, por ejemplo, rara vez suele dar frutos, y efectuar ventas en mercados volátiles puede ser un error. En términos históricos, algunas de las peores fluctuaciones y pérdidas del mercado a corto plazo han venido seguidas de periodos en los que el mercado ha protagonizado una importante recuperación (gráfico 1).

CTI

A lo largo de la historia, se han producido numerosos altibajos muy acusados. Sin embargo, los inversores que se comprometieron a mantener sus inversiones a largo plazo han cosechado unos beneficios generosos. A modo de ejemplo, si bien el S&P 500 ha generado una rentabilidad media de cerca del 10%, su rentabilidad en un año dado puede variar considerablemente (Gráfico 2).

CTI

“reparación económica” en el que los mercados y los inversores deben tener en cuenta el impacto de un menor estímulo fiscal. El viento en popa de la expansión cuantitativa mundial de la que se han beneficiado todas las clases de activos de una forma o de otra está empezando a amainar y, en este entorno, cobra sentido diferenciarse dentro de las distintas clases de activos.

Los inversores a más largo plazo saben que lo que puede parecer una emergencia a corto plazo podría no tener mucha importancia dentro de unos años, por lo que centrarse en los valores de inversión tradicionales resulta muy pertinente en un mundo tan volátil.

Dicho esto, nos gustaría que aflorasen algunos factores de estabilidad. A pesar de los últimos comentarios de la Reserva Federal estadounidense y de unos datos de inflación superiores a lo esperado en algunos mercados desarrollados, seguimos pensando que las tendencias estructurales en curso y el regreso a la normalidad —es decir, una cadena de suministro restaurada— frenarán la inflación.

En lo que respecta a la Fed, las futuras subidas de los tipos de interés se dan por sentadas, aunque la gran incógnita es hasta qué punto endurecerá la institución su política monetaria. La Fed dispone de dos posibles hojas de ruta: adoptar un enfoque más comedido o efectuar un endurecimiento más contundente (Gráfico 3). La senda que escoja dependerá en gran medida de su evaluación de los riesgos de inflación y de la solidez de los datos de empleo. Sin embargo, el mercado espera un determinado grado de endurecimiento y, si bien la persistencia de una inflación más elevada ha conllevado que aumenten las expectativas de que tenga lugar un endurecimiento más drástico, la inflación seguramente disminuirá conforme transcurra el año, lo que pondrá en entredicho la percepción que impera actualmente.

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La configuración del mercado

Los títulos de valor cíclicos repuntaron una vez que los mercados y las economías iniciaron su reapertura en los intervalos que mediaban entre los confinamientos impuestos con motivo de la pandemia, y los cambios en la forma de la curva de tipos han conllevado desde entonces un escenario más heterogéneo en lo que respecta al estilo de inversión que lidera el mercado. Por lo general, estas acusadas rotaciones hacia firmas de menor calidad se producen cuando cambia el sentimiento inversor, si bien nuestro enfoque implica que no nos dejamos llevar por las rotaciones de estilo a corto plazo. La historia nos indica que, cuando el sentimiento inversor se torna negativo, el estilo de valor suele lograr una ventaja inicial, si bien el estilo de calidad no tarda en recuperar el terreno perdido.

Asimismo, la experiencia reviste importancia. Las rotaciones de estilo no constituyen ninguna novedad. En algún punto de la mayoría de los ciclos de inversión, los valores de calidad, crecimiento o valor se verán favorecidos durante un tiempo, a medida que los inversores busquen apostar por unos estilos determinados o darles la espalda, en función de su rentabilidad relativa o de sus previsiones.

Vaticinamos que la coyuntura de 2022 resultará favorable para el tipo de inversiones por las que suele apostar Columbia Threadneedle Investments: activos de larga duración y compañías de crecimiento duradero capaces de prosperar incluso en la adversidad porque poseen todas las características que buscamos en un negocio: rentabilidad sostenible protegida por un considerable foso, sólidas credenciales ASG (ambientales, sociales y de gobierno corporativo) y una ventaja competitiva sostenible. Deseamos asumir riesgo dentro de las carteras, pero que sea controlado.

Además, incluso si el estilo de valor parece atractivo en un momento dado, como inversores, tenemos que estar totalmente seguros de no caer en trampas de valor. Por consiguiente, si bien el riesgo político ha aumentado —lo que evidentemente responde al pulso que mantienen Rusia y Ucrania— seguimos prefiriendo adoptar un enfoque basado en centrarnos en compañías de gran calidad que puedan ofrecer de forma sostenible una elevada rentabilidad sobre los recursos propios y un buen crecimiento de los beneficios.

Como gestores activos, nos hallamos en una buena posición para abrirnos camino en este mundo cambiante. Nuestra experiencia, nuestra cultura de colaboración y nuestro enfoque en la intensidad investigadora nos permiten seguir ofreciendo rentabilidades sólidas a largo plazo. Mantendremos este enfoque durante 2022.

 

Tribuna de William Davies, director global de inversiones en Columbia Threadneedle Investments

 

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Invertir para conseguir un impacto en el camino hacia el Net Zero

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Pixabay CC0 Public Domain. Invertir para conseguir un impacto en el camino hacia el Net Zero

El Pacto Climático de Glasgow de 2021 ha tenido un resultado positivo indiscutible: una mayor aceptación por parte de los gobiernos de todo el mundo de acelerar los esfuerzos para evitar que las temperaturas suban más de 1,5 grados centígrados en 2050, ya que los avances reales hacia los compromisos anteriores no han sido lo suficientemente buenos.

Pero la COP26, como se conoció la cumbre del clima, también tuvo resultados inciertos, como el papel específico de los gobiernos, las regulaciones y las empresas públicas y privadas. Otra incertidumbre: ¿cómo financiar la transición y su impacto económico en la economía mundial? Las respuestas a estas preguntas y el comportamiento de los inversionistas como administradores del capital determinarán lo turbulento que será el camino hacia el Net Zero.  Por eso creemos que la inversión de impacto debe ser una de las principales preocupaciones de los inversionistas hoy en día.

Pero, ¿qué significa realmente «invertir para lograr impacto»? En primer lugar, significa adoptar una visión amplia de la sostenibilidad, que abarque el cambio climático, los límites planetarios y el capitalismo inclusivo. En segundo lugar, implica adoptar una visión a largo plazo que se centre en los cambios estructurales que probablemente experimentará la economía mundial en los próximos 30 años y más allá.

Adoptar una visión holística de la inversión sostenible

Invertir para conseguir un impacto positivo en las emisiones empieza por aceptar que Net Zero no significa que el uso de combustibles fósiles deba ser nulo o que los inversionistas deban desprenderse completamente de todo el petróleo y el gas.

Aunque se prevé que las energías renovables (como la eólica y la solar) representen una parte cada vez mayor de la combinación energética, tanto el petróleo como el gas natural seguirán desempeñando un papel crucial en la producción de un suministro constante de energía. «Incluso cuando el mundo logre las emisiones netas cero, difícilmente significará el fin de los combustibles fósiles», escriben en Foreign Affairs dos académicos, el decano fundador de la Columbia Climate School, Jason Bordoff, y la profesora de la Harvard Kennedy School, Meghan O’Sullivan. «Un informe histórico publicado en 2021 por la Agencia Internacional de la Energía (AIE) proyectaba que si el mundo alcanzaba el nivel cero neto en 2050… seguiría utilizando casi la mitad de gas natural que hoy y una cuarta parte de petróleo».

No bastará con reducir las emisiones brutas de gases de efecto invernadero. También tenemos que eliminar lo que ya está en la atmósfera -llamado secuestro de carbono- y evaluar las tecnologías incipientes que pueden facilitar esas mitigaciones. En su conjunto, estos ámbitos pueden crear amplias oportunidades en torno a la inversión de impacto.

Pensar en términos de límites planetarios permite a los inversionistas adoptar una visión más holística de la inversión con una lente de sostenibilidad. Por ejemplo, los dos principales sumideros de carbono de nuestro planeta son los océanos y los bosques, por lo que garantizar que se mantengan sanos será crucial para limitar el calentamiento global a 1,5 grados centígrados. Además, los océanos y los bosques también influyen en los alimentos, el agua y la salud humana, que son fundamentales para nuestra subsistencia. La gestión del impacto de la pérdida de biodiversidad es otro ejemplo en el que los inversores encontrarán muchas oportunidades para lograr un impacto positivo con su capital.

El capitalismo inclusivo es también uno de los principales temas de la «inversión de impacto», que promueve una «transición justa», en la que se tiene en cuenta a todas las partes interesadas. Por ejemplo, si la población mundial crece hasta los 9.000 millones de personas, habrá limitaciones que dificultarán la producción del número de calorías necesario para mantener a esa población. Sin embargo, la creación de soluciones que garanticen que esas limitaciones no exacerbarán el hambre ni causarán malestar social crearía muchas oportunidades de inversión.

Aumentar el acceso al crédito es otra área que puede hacer avanzar una transición más justa y también debería producir muchas oportunidades de inversión. La diversidad y la inclusión en el lugar de trabajo, a menudo citada como punto de partida para el capitalismo inclusivo, también ofrece oportunidades, teniendo en cuenta las investigaciones de empresas como McKinsey & Co. que muestran que las empresas con mayor diversidad tienden a superar a sus pares menos diversos.

Tomar el camino largo (a largo plazo) hacia el Net Zero

Invertir para lograr un impacto requiere una visión a largo plazo que tenga en cuenta los cambios estructurales necesarios para la economía mundial, así como las considerables implicaciones macroeconómicas del cambio climático. También implica adoptar un marco de gestión de riesgos amplio y consciente del clima. Por ejemplo, el cambio climático puede repercutir en la economía de forma gradual (la subida del nivel del mar o los cambios en los regímenes de lluvias) o abrupta (fenómenos meteorológicos más extremos, como sequías, incendios forestales e inundaciones).

También repercutirá en la inflación, ya que muchos costes que se habían externalizado -es decir, que se sacaban del nivel del producto y se absorbían en otro lugar- probablemente tendrán que internalizarse de nuevo en el proceso de producción.  Algunos ejemplos de costes externalizados son el coste medioambiental de las emisiones brutas no contabilizadas, la sobreexplotación de los bienes comunes (como los océanos y los bosques) y los costes laborales que se reducen debido a la globalización. El cambio climático también puede producir choques exógenos que pueden afectar a la oferta (y, en consecuencia, al coste) de productos básicos clave.

Aunque todo esto pueda parecer desalentador, creemos firmemente que los retos a los que nos enfrentamos en el camino hacia el Net Zero tendrán también soluciones que, a su vez, generarán oportunidades de inversión potencialmente atractivas. Adoptar una mentalidad de inversión para el impacto no solo nos ayudará a alcanzar con éxito nuestro destino Net Zero, sino que también puede proporcionar un viaje menos accidentado para las carteras de los inversionistas.

Tribuna elaborada por Matt Christensen, director global de Inversión Sostenible y de Impacto de Allianz Global Investors, y Mark Wade, director de Investigación y Gestión de la Sostenibilidad de Allianz Global Investors.

Guerra, miedo y mercados

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CC-BY-SA-2.0, FlickrFoto: Victoria Pickering CC2. flickr

Cuenta una anécdota de Arthur Cashin (Director General de UBS Financial Services) durante la Crisis de Misiles en Cuba que reza más o menos así: Arthur, un joven aprendiz en Warthon, escuchó el rumor de que Rusia ya había empezado el ataque contra EE.UU. durante la Crisis de Misiles en 1962, lo cual hizo que el Dow cayera en picada. Al ver cómo reaccionaba el mercado, intentó vender sus posiciones, pero no lo logró. Así que, con los ánimos a flor de piel fue con su profesor “Jack” a contarle lo sucedido. Jack, un trader viejo y experimentado, le ordenó que le comprara un scotch y que se sentara. Le dijo: “Primero que nada, relájate chico. Ahora, cuando los misiles estén volando, tienes que comprar, no vender”. “¿Comprar?”, replicó Arthur. “Sí, comprar. Si te equivocas y el rumor es cierto, entonces no tendrás nada de qué preocuparte, ya que todos estaremos muertos”, remató Jack.

Si bien la respuesta de Jack tiene un grado de cinismo, también tiene cierta verdad. En cualquier decisión que tomamos, incluida una decisión de inversión, tenemos que partir de una base, por ejemplo, si vivimos, pensamos, soñamos y gastamos en pesos, entonces nuestra base debe ser que el peso seguirá existiendo más allá que el impacto que nuestras decisiones de inversión puedan tener en nuestro portafolio. Si el peso cae, y México desaparece, entonces las repercusiones de nuestra toma de decisión en nuestro portafolio son irrelevantes. Nuestros problemas se vuelven mucho más complejos y preocupantes que las minusvalías en nuestras inversiones. Si, por otro lado, tenemos una visión más global, entonces buscaremos diversificar nuestras inversiones fuera del peso, pero eso no nos exenta de tener una base, o un punto de referencia, el cual tenemos que interpretar como la condición mínima de existencia sobre la cual debemos basar nuestras decisiones.

La guerra (y otros eventos importantes, tanto globales como locales) hace que se nos olviden estos puntos de referencia, estas bases que utilizamos para tomar decisiones. ¿Por qué? Porque la guerra explota el pánico más animal del ser humano y, frente a esto, nuestro cerebro tiene mecanismos muy específicos para atemperar el pánico, y el más común es escapar. ¿Cómo se traduce esto a nuestra inversión? En el mundo financiero, escapar es sinónimo de vender. Vender sin importar las consecuencias.

Si bien nuestro cerebro es una maravilla de la naturaleza que funciona casi a la perfección, cuando se trata de tomar decisiones financieras, las herramientas con las que nos dotó la naturaleza se quedan bastante cortas. El pánico, la euforia y otras emociones extremas tienden a tomar el volante cuando están presentes y nos hacen olvidar que la realidad es multivariada, es decir, es bastante más compleja que lo que solemos imaginar y, dado que nuestra mente es bastante mala manejando varias variables, nos centramos en el evento que nos genera el estímulo más fuerte, en este caso particular, el pánico al conflicto.

Dado lo anterior, hay que recordar lo que ha pasado en otros episodios. La historia parece repetirse en cada conflicto bélico mayor: una caída de los mercados ante el escalamiento de las hostilidades (el miedo tomando el volante), y una recuperación paulatina (o a veces incluso rápida) ante la idea de que el mundo “siempre no se va a acabar”. También hay que recordar que Rusia y EE.UU. tienen más de 70 años de experiencia en evitar pelearse frontalmente el uno contra el otro. Esto no implica que no haya habido roces, pero dichos roces nunca han derivado en una guerra frontal. Y es altamente probable que esta ocasión no sea diferente.

Estamos en un momento complicado a nivel global. No solo estoy hablando sobre la guerra, sino también sobre inflación, crecimiento, normalización monetaria, y estoy seguro de que vendrán algunas otras sorpresas a lo largo del año. La volatilidad y la incertidumbre no solo es parte de invertir, es parte de la vida misma. Tratar de evitarla, o su contraparte, tratar de ignorarla, son errores igualmente graves. Hay que aprender a vivir con ella, y hay que educar a nuestro cerebro a actuar de la mejor manera posible cuando se presente (que será relativamente seguido).

Mientras escribo estas líneas, el mercado ya cayó, y ya se recuperó, pero esto aún no acaba. El 2022 viene cargado de riesgos que harán que nuestro cerebro entre en “modalidad supervivencia” y es fundamental entender cuando esto nos está ocurriendo para poder entender nuestra toma de decisiones, y buscar mejorarla.

Columna de Franklin Templeton México escrita por Luis Gonzali, CFA. VP/Co-Director de Inversiones