La economía circular como solución para el cambio climático

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Ben Constantable MG Investments

Mientras la sociedad global lucha contra la pandemia de COVID-19, resulta difícil ignorar las manifestaciones físicas del cambio climático. Las imágenes apocalípticas de incendios forestales en California, que han consumido más de 800.000 hectáreas en lo que va de año, contrastan con el retroceso del hielo ártico debido a temperaturas récord en la región.

Se prevé que el periodo de cinco años transcurrido desde la firma del Acuerdo de París sobre cambio climático en 2015 habrá sido el más cálido desde que se registran datos. Las partes que ratificaron dicho acuerdo se comprometieron a esforzarse para limitar el aumento de la temperatura mundial media a 1,5° C por encima de los niveles preindustriales, lo cual se traduce en cero emisiones netas de gases de efecto invernadero (GEI) de cara a 2050.

Tal como ha dejado claro el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), si no logramos recortar drásticamente las emisiones nos arriesgamos a sufrir daños irreversibles en los ecosistemas y la economía globales. Por consiguiente, es sumamente urgente identificar e implementar soluciones.

Hasta ahora, la atención se ha concentrado en descarbonizar el sistema energético migrando hacia fuentes de energía renovable y mejorando la eficiencia energética. No obstante, existe otra respuesta a este desafío que de momento se ha pasado por alto: la economía circular.

«La transición hacia las energías renovables juega un papel vital en la lucha
contra el cambio climático, pero no será suficiente. Para lograr los objetivos climáticos,
es crucial que transformemos el modo en que diseñamos, producimos
y utilizamos los productos y alimentos que consumimos.»

Dama Ellen MacArthur, fundadora de la Fundación Ellen MacArthur

Reducir, reutilizar y reciclar

La economía circular es una alternativa al modelo lineal tradicional de «extraer, producir y tirar» en base al cual los recursos se extraen, utilizan y desechan al final de su vida. Los tres principios de la economía circular (eliminar residuos y contaminación desde el diseño, mantener productos y materiales en uso el máximo tiempo posible y regenerar los sistemas naturales) representan una plantilla para solucionar muchos retos globales apremiantes.

Se estima que el mundo genera 2000 millones de toneladas de residuos sólidos cada año (1). Los procesos de «ciclo cerrado» basados en estos tres principios pueden permitir al mundo desvincular el desarrollo económico a largo plazo de la extracción de recursos, además de reducir la generación innecesaria de residuos y mitigar los riesgos de escasez de materias primas. Pero un aspecto crucial es que el paso a una economía circular puede desempeñar una función esencial en la lucha contra el cambio climático, al respaldar la transición a una economía de bajas emisiones y con un uso de recursos eficiente.

Aunque en torno a un 55% de los GEI proceden del sector energético a través de la quema de combustibles fósiles para la generación de energía, calor y transporte, el 45% restante procede del modo en que producimos nuestros productos y alimentos. Sin abordar esto último, ni siquiera nos acercamos al logro de los objetivos del Acuerdo de París.

Cerrar el ciclo para el planeta

Los principios de los procesos circulares pueden aplicarse para reducir las emisiones en todas las áreas de la economía, pero tendrán inevitablemente un impacto considerable en ciertos sectores.

Las industrias del cemento y del acero, por ejemplo, son dos de las más intensivas en carbono: se estima que en su conjunto representan de un 12% a un 14% de las emisiones globales (2). En el caso del acero, sustituir mineral de hierro y carbón con chatarra reciclada puede limitar la extracción de recursos, la deforestación y la contaminación. Para el cemento, el empleo del carbono emitido por otras industrias como materia prima en el proceso de fabricación puede reducir las emisiones.

En otro ejemplo, los residuos y pérdidas alimentarios representan un 6% de los GEI globales (3). Además de eliminar residuos en toda la cadena alimentaria a través de un mejor diseño, los procesos circulares podrían servir para regenerar los sistemas naturales (y potenciar la productividad agrícola) utilizando residuos orgánicos como materia prima para regenerar el suelo y capturar carbono.

Algunas compañías ya han adoptado la circularidad en sus modelos de negocio y están avanzando mucho hacia procesos de ciclo cerrado capaces de superar retos de sostenibilidad. DS Smith es una empresa líder en el sector de envasado sostenible y reciclable; las fibras en su papel y cartón (producidas a partir de fuentes renovables) pueden ser reprocesadas en sus fábricas y reciclarse hasta 25 veces (4). Por su parte, el grupo de logística global Brambles está recortando considerablemente sus emisiones de carbono y su uso de agua reutilizando sus cajas y palés.

Oportunidades de negocio sostenibles

La economía circular consiste en optimizar el uso de los recursos y eliminar los residuos. La adopción de principios de ciclo cerrado en el diseño de productos y modelos de negocio, sobre todo cuando son intensivos en carbono, puede reducir drásticamente las emisiones de GEI.

No obstante, también tiene sentido desde un punto de vista financiero. En un mundo en el que cabe esperar un aumento del coste de la contaminación y de los residuos, diseñar y fabricar productos teniendo en cuenta desde un principio su eliminación, la reducción de residuos o su posible reutilización es una forma de pensar inteligente y a largo plazo.

Ello también representa una enorme oportunidad. Accenture estima que la transición hacia una economía circular es una oportunidad de crecimiento global de 4,5 billones de dólares hasta 2030 (5).

Las empresas que interioricen con éxito la economía circular deberían estar mejor posicionadas para aportar a sus inversores rentabilidades sostenibles a largo plazo, pero también tener un impacto positivo considerable en el planeta al ayudar a combatir el cambio climático.

 

Columna de Ben Constable-Maxwell, director de inversión sostenible y de impacto en M&G Investments

 

Anotaciones:

(1) https://datatopics.worldbank.org/what-a-waste/trends_in_solid_waste_management.html

(2) https://www.oecd.org/greengrowth/GGSD2019_IssuePaper_CementSteel.pdf

(3) https://ourworldindata.org/food-waste-emissions

(4) https://www.dssmith.com/recycling/insights/blogs/2020/5/recycling-an-essential-service-even-in-the-time-of-covid-19

(5) https://www.weforum.org/agenda/2019/01/its-time-for-the-circular-economy-to-go-global-and-you-can-help/

 

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Ganadores y perdedores en los mercados de crédito

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CC-BY-SA-2.0, FlickrPhil Calvert. Phil Calvert

Después de la crisis financiera mundial de 2008 y 2009, y la posterior crisis de la deuda soberana en la zona euro, los bancos centrales a ambos lados del Atlántico trataron de relajar las condiciones crediticias para las empresas con el fin de ofrecerles incentivos para que inviertan, para que mantengan su viabilidad y, en última instancia, para que crezcan. El objetivo que se perseguía era reanudar la actividad económica y reducir el desempleo, lo que a su vez generaría un círculo virtuoso que se traduciría en un proceso de desapalancamiento a través del crecimiento.

Pasemos ahora al año 2020. Se ha recurrido al mismo manual estratégico para dar respuesta al brusco descenso de la actividad económica provocado por la crisis de coronavirus. Esta vez se ha inyectado en las economías de todo el planeta una cantidad de estímulos monetarios y fiscales mucho más elevada y a un ritmo más acelerado. Las últimas medidas de relajación monetaria y el descenso de los tipos de interés han impulsado aún más la tendencia hacia un mayor apalancamiento.

Habida cuenta del rápido aumento de la deuda corporativa, tanto en Estados Unidos como en la zona euro, a lo largo de las dos últimas décadas, las prácticas de crédito también se han flexibilizado. Las encuestas sobre préstamos bancarios de la Reserva Federal estadounidense (Senior Loan Officer Opinion Survey on Bank Lending Practices (1)) y del Banco Central Europeo (Bank Lending Survey (2)) muestran que, desde la crisis financiera mundial y la crisis de la deuda soberana de la zona euro, los requisitos para la concesión de préstamos se han relajado en general. No solo se suavizaron las directrices internas de los bancos, sino que además se redujo el coste de financiación por medio de unos menores rendimientos y diferenciales de márgenes, y las condiciones aplicadas a los préstamos y los bonos se han tornado cada vez menos exigentes.

Si bien existen diferencias estructurales entre los mercados de renta fija de la zona euro y Estados Unidos que explican el mayor tamaño del mercado de deuda estadounidense con respecto al mercado de la zona euro, las tendencias desencadenadas por las medidas de los gobiernos y los bancos centrales destinadas a proporcionar liquidez en el mercado son muy similares. Todas ellas han desembocado en un continuo aumento del volumen de endeudamiento corporativo. El importe total de los títulos de deuda emitidos y en circulación de empresas no financieras se incrementó a una tasa de crecimiento anual del 5,1% en la zona euro y del 5,4% en Estados Unidos entre 2004 y finales de 2019 (gráfico 1).

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Las políticas de los bancos centrales encaminadas a reanudar la actividad financiera a través de la relajación monetaria no solo incluyeron condiciones crediticias más laxas, sino también tipos de interés más reducidos con el fin de aumentar el atractivo de los préstamos. Los gráficos 2 y 3 muestran el volumen total de préstamos concedidos a empresas no financieras en la zona euro y Estados Unidos, junto con el rendimiento de un título genérico de deuda pública a 5 años y el cupón en los índices Bloomberg Barclays Aggregate Corporate.

Las compañías estadounidenses respondieron al menor coste de la deuda con un aumento significativo del endeudamiento, desde 10,1 billones de dólares en 2007 hasta 16,1 billones de dólares a finales de 2019 (gráfico 2). La concesión de préstamos a empresas en la zona euro ya se situaba en cotas relativamente elevadas antes de la crisis financiera mundial, pero no creció a un ritmo tan acelerado como los préstamos corporativos en Estados Unidos, pese a un descenso más pronunciado del coste de la deuda (gráfico 3).

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¿Deberían preocuparse los inversores por los elevados y crecientes niveles de deuda? Habida cuenta del aumento del endeudamiento, por un lado, y del menor coste de la deuda, por otro lado, la sostenibilidad de la deuda es objeto de intensos debates. Un importante factor que se debe tener en cuenta es si las empresas que solicitan préstamos cuentan con estructuras de capital viables. El estancamiento del crecimiento económico durante la pandemia ha provocado una de las caídas más pronunciadas del PIB del último siglo, lo que inevitablemente se traduce en unos ingresos y beneficios mucho más exiguos. Incluso con cupones reducidos, el servicio de la deuda podría resultar problemático para muchos negocios. El debate resulta aún más complejo si añadimos el crecimiento económico relativamente lento registrado en el periodo entre la crisis financiera mundial y la pandemia.

La sostenibilidad de la deuda de una empresa (y, por consiguiente, la estructura de capital en su conjunto) depende de su capacidad para atender el servicio de su deuda, lo que significa realizar los pagos de intereses y cumplir los plazos de amortización de la deuda de manera completa y puntual. Esto puede lograrse a través de una combinación de generación de flujos de caja y refinanciación. Cuanto más robustos sean los flujos de caja, más sostenible será la estructura de la deuda. Dados los acusados descensos de la actividad económica este año, muchas empresas están registrando unos niveles de actividad mucho más reducidos y unos flujos de caja más débiles.

Aunque el coste de financiación es reducido, muchas firmas entraron en la actual crisis con un elevado nivel de apalancamiento, lo que significa que la decisión de incrementar el volumen de deuda para capear esta recesión las situará en una precaria posición. En consecuencia, los bancos centrales tratan de mantener los rendimientos en cotas reducidas y fomentar los flujos de crédito, y los gobiernos están ofreciendo facilidades crediticias adicionales (tanto directas como indirectas) para compañías en dificultades.

También resulta importante la naturaleza del entorno de crédito que reinará cuando el grave periodo de crisis llegue a su fin. Después de la crisis financiera mundial, observamos que las empresas no se dieron ninguna prisa por iniciar un proceso de desapalancamiento cuando cuando la situación empezó a mejorar. Incluso con los costes de financiación en cotas ultrabajas, la llegada de numerosas empresas sumamente endeudadas plantea desafíos para los inversores en crédito, sobre todo por el efecto de un mayor apalancamiento en la construcción de índices.

Las bancarrotas indican el camino

Las tasas de impago representan un valioso indicador de las tensiones crediticias en el mercado de renta fija. Los gráficos 4 y 5 muestran las tasas de impago históricas publicadas por Moody’s para los bonos de alto rendimiento en Estados Unidos y Europa, así como las previsiones de base, pesimistas y optimistas sobre las tasas de impago. Según el escenario base para Estados Unidos, las tasas de impago quedarán por debajo de los niveles registrados durante la crisis financiera mundial, mientras que el escenario pesimista sugiere que las tasas de impago superarán los niveles de la crisis financiera mundial.

En Europa, el escenario base apunta a una trayectoria más elevada de lo habitual, aunque no llegará a los niveles de la crisis financiera mundial y la recesión entre 2001 y 2002; según el escenario pesimista, las tasas de impago rebasarán los niveles registrados en estos dos últimos periodos de crisis. Podríamos afirmar sin exagerar que un significativo grado de incertidumbre sigue caracterizando la crisis del coronavirus tanto en el frente sanitario como en el frente económico y que los escenarios (de base, más optimista y más pesimista) mostrados en los gráficos 4 y 5 están sujetos a un nivel de incertidumbre más elevado de lo habitual por las medidas sin precedentes emprendidas por los gobiernos y los bancos centrales para asegurarse de que sobrevive el mayor número posible de empresas.

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Transformación de los índices

El aumento de la deuda también ha tenido importantes repercusiones en la composición de los índices del mercado de renta fija, puesto que estos se construyen en función de la capitalización de mercado, una metodología desarrollada para los índices de renta variable. Dicho de otro modo, los índices de renta fija dependen de cuánta deuda decide emitir una empresa o un gobierno y del tamaño de las emisiones de valores. Los inversores que se decanten por la réplica de índices estarán invirtiendo mayoritariamente en bonos emitidos por las compañías y los países más dependientes de la financiación externa. Esto plantea riesgos evidentes, sobre todo en una complicada coyuntura económica. Los prestatarios de mayor tamaño podrían encuadrarse fácilmente en la categoría de «compañías zombis», es decir, empresas que habrían dejado de existir si no fuera por el apoyo gubernamental.

Y hemos de añadir una nueva complicación: el descenso de los rendimientos viene acompañado de un incremento en la sensibilidad a los tipos de interés (duración) en los índices de renta fija. Los inversores están asumiendo ahora más riesgo de tipos de interés que durante la crisis financiera mundial. Esto se observa en el gráfico 6, que describe la trayectoria de la duración con respecto al rendimiento de los índices Bloomberg Barclays US Aggregate y Euro Aggregate. El rendimiento por unidad de duración ha retrocedido en Estados Unidos, especialmente en 2020, como consecuencia de la caída de los rendimientos y el incremento de la duración (gráfico 7). Esto conlleva que los inversores están recibiendo una compensación más reducida por unidad de riesgo de tipos de interés en inversiones que tratan de replicar los índices de renta fija.

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Los índices europeos y mundiales han registrado un descenso similar del rendimiento por unidad de duración. El gráfico 8 ilustra la caída en el Reino Unido, Alemania y Francia, mientras que el gráfico 9 muestra la misma trayectoria para el índice Barclays Global Aggregate.

La composición del índice Bloomberg Barclays US Investment Grade también se ha alterado de forma significativa; el porcentaje de bonos BBB (la calificación más baja dentro del grado de inversión o investment grade) en el índice aumentó desde alrededor de un 30% en diciembre de 2000 hasta un 37% en diciembre de 2010 y hasta cerca de un 50% hacia finales de 2019; esta proporción seguía rondando el 50% a finales de julio de 2020. Cabe reseñar que, durante este tiempo, el tamaño del propio índice se incrementó casi en un 370%, desde 1,2 billones de dólares hasta 5,8 billones de dólares. Al mismo tiempo, la cantidad de valores con calificación AAA en este índice aumentó en un 185%; los valores con calificación AA, en un 88%; los valores con calificación A, en un 303%; y los valores con calificación BBB en circulación, en un 653%.

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Otro factor que debemos tener en cuenta estriba en que la duración de un índice de referencia procede de las preferencias de los emisores sobre la estructura de vencimientos de las emisiones y no equivale necesariamente a la duración que un inversor dado desea mantener. La duración óptima de una cartera debería depender del horizonte temporal y del perfil de riesgo del inversor individual o la organización, y no simplemente de las características del índice. En otras palabras, la duración puede concebirse como la exposición al factor de tipos de interés. En este contexto, elegir una duración de la cartera de renta fija adecuada representa esencialmente una decisión de asignación de activos, la cual debería basarse en las circunstancias particulares de los inversores (3).

Selección de valores activa

Para los inversores que optan por replicar índices, especialmente en el complicado entorno económico actual, el riesgo de mantener un número cada vez más elevado de «empresas zombis» de baja calidad (empresas que no habrían sobrevivido si no fuera por el apoyo gubernamental) es elevado.

Dado el inevitable aumento de los impagos durante la recesión, la deuda emitida por empresas insostenibles será objeto de ventas forzosas con enormes descuentos, lo que conllevará pérdidas para los inversores. La diferenciación entre los ganadores (las empresas que no solo sobrevivirán, sino que además prosperarán) y los perdedores en los mercados de crédito reviste aún más importancia en periodos de distorsión y crecimiento anémico.

La metodología utilizada para la construcción de los índices de renta fija genera un sesgo inherente hacia las compañías más endeudadas que presentan mayores probabilidades de contar con cargas de deuda insostenibles durante un periodo de desaceleración económica. Las carteras pasivas también están expuestas a los cambios en la composición de los índices, como un aumento de la duración o un menor rendimiento por unidad de duración.

Una selección de valores prudente y otras formas de gestión activa permiten la inclusión de emisores y bonos que satisfacen los criterios de construcción de carteras y gestión de riesgos, con el potencial de un menor riesgo y una mayor generación de alpha. En nuestra opinión, este es siempre el mejor enfoque de inversión, dada la naturaleza asimétrica de las rentabilidades de la renta fija. Y resulta especialmente importante en periodos de elevada distorsión e incertidumbre.

 

Columna de Lior Jassur, director en el área de research de renta fija Europa de MFS Investment Management.

 

Notas:

(1) https://www.federalreserve.gov/data/sloos/sloos-202007.htm.

(2) https://www.ecb.europa.eu/stats/ecb_surveys/bank_lending_survey/html/ecb.blssurvey2020q2~d8de5b89f0.en.html.

(3) Siegel, Laurence B., «Benchmarks and Investment Management». Charlottesville, VA, The Research Foundation of the Association of Investment Management and Research, 2003, 89–103.

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El futuro de los bonos financieros: verdes, sociales y sostenibles

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Pixabay CC0 Public Domain. El futuro de los bonos financieros: verdes, sociales y sostenibles

Con ocasión de la consulta de la Comisión Europea acerca de las posibilidades en la regulación de bonos verdes que concluía el 2 de octubre, queremos reflexionar acerca de la evolución y funcionamiento de este mercado en la actualidad.

Actualmente, en materia de finanzas sostenibles, dentro de las emisiones con criterios ESG (ambientales, sociales y de buena gobernanza) hablamos de bonos verdes, bonos sociales y bonos sostenibles. Cabe señalar que, a pesar de la situación económica a la que nos enfrentamos este año, 2020 ha sido un buen año si nos fijamos en la emisión del conjunto de este tipo de bonos que se ha disparado en los últimos meses.

De acuerdo con el Observatorio Español de Financiación Sostenible, a 15 de julio de 2020, la cantidad emitida a través de este tipo de bonos categorizados como ESG (sociales, verdes y sostenibles) fue de 10.646 millones de euros, habiendo superado a la emitida durante todo 2019 (9.756 millones de euros).

De todos los bonos de este tipo, los más comunes siguen siendo, como lo han sido tradicionalmente, los bonos verdes, suponiendo más de un 50% del total de este tipo de emisiones. Por ello y por ser el actual objeto de consulta para su regulación, nos paramos en ellos en primer lugar.

Según los Green Bond Principles, una guía de adopción voluntaria que establece los criterios para identificar un bono como verde, entendemos por bonos verdes, aquellos en los que los fondos se aplican exclusivamente para financiar o refinanciar proyectos de carácter ambiental o climático.

En este contexto, hay que tener en cuenta que, de cara a facilitar la financiación verde, dentro del Plan de Acción para las Finanzas Sostenibles de la Comisión Europea (CE) se adoptó en junio el Reglamento de Taxonomía, que establece los criterios para determinar si una actividad se considera medioambientalmente sostenible. Además, de cara a mejorar el mercado de los bonos verdes desde la CE también se ha creado un Estándar de Bonos Verdes con el objetivo de alinear la financiación de proyectos verdes con la taxonomía propuesta por la UE y acabar con algunas de las barreras actuales, permitiendo una verdadera comparación en el mercado de los bonos verdes, disminuyendo las reticencias de los emisores ante posibles problemas reputacionales, mejorando la transparencia del mercado y fomentando el diseño de políticas e instrumentos que incentiven el mercado de los bonos verdes. 

Hasta ahora, toda esta tipología de bonos ESG, se emitía siguiendo las indicaciones establecidas por la Asociación Internacional del Mercado de Capitales (ICMA, por sus siglas en inglés) y recaía, principalmente, en cuatroprincipios esenciales: uso de los fondos en proyectos sociales y/o ambientales, transparencia en el proceso de evaluación y selección de proyectos, claridad en la gestión de los fondos y elaboración de informes actualizados y de fácil acceso. Adicionalmente, también se recomienda que los emisores utilicen una compañía externa que revise y confirme la alineación de sus bonos con estos principios.

Con el Plan de Acción de Finanzas Sostenibles, los proyectos susceptibles de ser financiados a través de la emisión de un bono verde están recopilados dentro de la taxonomía y las recomendaciones para la emisión las recoge ahora el Estándar de Bonos Verdes de la UE, mientras que los bonos sociales y sostenibles deberán seguir atendiendo a las recomendaciones de la ICMA. 

Si bien es cierto, como hemos señalado, que los bonos verdes suponen el mayor porcentaje dentro de las emisiones ESG, la crisis derivada del COVID-19, ha sacado a relucir el mercado de los bonos sociales, destinados a financiar proyectos que buscan mitigar un problema social específico. En este caso, se han realizado grandes emisiones dirigidas a la financiación de infraestructuras básicas, a I+D+I o al sector sanitario. En este sentido, Thomsom Reuters indicaba que, a finales de abril de este año, a nivel global, se habían colocado 42.751 millones de euros en este tipo de deuda, un 251,1% más que la emitida en el mismo periodo de 2019.

Por último, dentro de las emisiones ESG, encontramos también los bonos sostenibles, que son aquellos cuyos fondos se aplicarán exclusivamente a financiar o refinanciar una combinación de proyectos verdes y sociales. 

Finalmente, aunque se está hablando ya de una próxima taxonomía de la UE para los aspectos sociales y de gobernanza para finales de 2021, se trata de una tarea compleja, ya que tanto la S como la G engloban un sinfín de aspectos (capital humano, gobierno corporativo, derechos humanos, cadena de suministro, etc.). Además, teniendo en cuenta que el desarrollo de la taxonomía verde ha durado aproximadamente dos años y ni siquiera engloba todos los objetivos ambientales, sino que se centrará en un primer momento en mitigación y adaptación al cambio climático (dejando para un momento posterior la incorporación de otros cuatro aspectos), hasta 2023 o 2024, no podríamos contar con este nuevo sistema de clasificación que consideramos tan necesario de cara a fomentar el mercado de los bonos sociales en los próximos años.

Tribuna de Marta Barahona Arroyo, experta en Sostenibilidad y Cambio Climático en Gabeiras y Asociados.

Fusión Unicaja y Liberbank: ¿1+1 es menos que 2?

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Cualquier banquero de inversión y quien haya tenido que defender una combinación (sea fusión o adquisición) de entidades financieras tiene en su manual de estilo dos mantras: la consecución de una mayor eficiencia (sinergias de costes) y adoptar las mejores prácticas comerciales para desarrollar el negocio (sinergias de ingresos). 

Añadiría que otro mantra muy presente cuando tienes que presentar esas operaciones es «El papel (ahora lo digital) lo aguanta todo». Con el paso de los años generalmente los costes acaban por ajustarse y los cambios de la macro o la regulación siempre ayudan a explicar (si es que alguien se acuerda) por qué no se han obtenido las famosas sinergias de ingresos.

Nominalmente Unigest y Liberbank Gestión sumarían activos bajo gestión ligeramente por encima de los 7.000 millones de euros [1] y se convertirían en la novena gestora de IIC de nuestro mercado con una cuota del 2.69% y un mix de producto (sin considerar los mandatos gestionados por JP Morgan Asset Management) excesivamente conservador –demasiada renta fija y garantizados– y menores comisiones que las entidades que considero comparables: Abanca, Ibercaja y Kutxabank. Hasta aquí los datos.

Ambas entidades sin embargo creo que comparten un problema raíz: no son la entidad de referencia de sus clientes para la inversión en productos/soluciones de ahorro a largo plazo, sean fondos de inversión, planes de pensiones o seguros de ahorro.

La cuota de mercado y su correlación con la cuota bancaria de las entidades suele ser un buen proxy para calibrar la posición competitiva de una entidad en un producto o línea de negocio pero en Alvarez & Marsal creemos que hay que ir más allá y centrar el análisis en si una entidad es o no la entidad de referencia para sus clientes en ese producto o línea de servicio.

Nuestra aproximación al mercado se basa en el concepto de Share of Wallet.

De modo resumido analizamos los activos financieros que cada cliente de una entidad tiene en el sistema y determinamos a partir de ese dato qué porcentaje de esos activos son gestionados por una entidad en cada uno de los productos o líneas de negocio.

Si aplicamos esta visión a la combinación de Unicaja y Liberbank hay conclusiones lógicas como por ejemplo que la entidad combinada es la referencia para su clientes en el pasivo (depósitos y vista) gestionando un poco más 8 de cada 10 euros, en línea o ligeramente superior a los comparables y en línea o ligeramente inferior al G5 (ahora supongo que cuatro) del sistema financiero. Llegaríamos a la misma conclusión si nos fijamos en valores.

Sin embargo, y considerando las soluciones y productos de ahorro a largo plazo, la posición de partida no es halagüeña:

  • Gestionan tres de cada 10 euros que sus clientes invierten en fondos de inversión mientras que sus competidores duplican ese ratio gestionando seis de cada 10 euros invertidos por sus clientes en fondos de inversión en el mercado
  • Casi los mismo ratios son aplicables en los seguros de ahorro si medimos las provisiones de sus JVs de vida, y
  • Cae hasta uno de cada 10 si hablamos de planes de pensiones frente a competidores, que gestionarían entre tres y seis de cada 10 euros.

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La unión de los dos bancos conducirá a la posible fusión de las gestoras, una posible racionalización del número de fondos que generará algún ahorro en los costes operacionales y deja en el aire la relación con JP Morgan Asset Management, que tanto ha ayudado a Liberbank en el desarrollo del negocio de fondos en los últimos tres años. Está en el manual pero no es suficiente y se deja en el tintero la oportunidad real: mejorar la efectividad comercial y el mix de producto.

Dos datos para cuantificar la oportunidad:

  1. El número de clientes de la entidad combinada que tienen contratado un fondo de inversión es menos de la mitad que el sector y tan solo la cuarta parte de las entidades que tienen los mejores ratios de penetración, y
  2. Evolucionar el mix de producto, posiblemente adaptándose mejor al apetito de riesgo de los clientes y mejorando el diálogo comercial, podría suponer, con el mismo volumen de activos gestionados, una mejora de comisiones del entorno del 20%.

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    Mejorar el dialogo comercial, definir el apetito de riesgo de los clientes de forma transparente y desarrollar una gama de productos reducida pero sólida en sus propuestas de inversión son los ingredientes para que, esta vez sí, 1+1>2.

    [1] Fuente INVERCO; Datos de patrimonio gestionados¡ IIC a Agosto de 2020

     

    Tribuna de Sergio Redruello, Managing Director del área de Wealth Asset Management and Insurance en Alvarez & Marsal.

     

    Un embalaje sostenible es un buen negocio

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    Pixabay CC0 Public Domain. Un embalaje sostenible es un buen negocio

    Reducir la ingente cantidad de residuos que genera el mundo ayudaría a cumplir con varios Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) a la vez. Sustituir el plástico por un embalaje sostenible supone un gran paso. Muchas empresas ya están haciéndolo y los inversores tienen la oportunidad de impulsar el avance hacia un consumo con menos residuos y un planeta más limpio.

    Abordar el problema de los embalajes de plástico podría contribuir a acabar con una de las mayores fuentes de residuos del mundo. Los embalajes de plástico son baratos y efectivos, pero tienen una vida útil media de solo seis meses y únicamente reciclamos en torno al 14%[1]. Cada año salen del ciclo económico —en forma de residuos— embalajes de plástico valorados en entre 80.000 millones de dólares y 120.000 millones de dólares[2].

    Centrarnos en embalajes sostenibles contribuiría a limitar el volumen de residuos plásticos de un modo bastante eficaz. Esto implica repensar el embalaje de bienes a lo largo de la cadena de suministro, desde el diseño hasta el transporte y el consumo, con el objetivo de reducir los residuos y maximizar la eficiencia, reduciendo al mínimo, al mismo tiempo, los efectos secundarios negativos. Naturalmente, es más fácil decirlo que hacerlo, pero si los inversores y las industrias pudieran coordinarse y encontrar una solución, las ventajas serían enormes.

    Crear un modelo de embalaje sostenible también cumpliría varios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas centrados en crear un planeta más limpio para el futuro. El ODS 12 (producción y consumo responsables) invita a «reducir, reutilizar, reciclar». Y, las metas relacionadas con el ODS 6 (agua limpia y saneamiento) y el ODS 11 (ciudades y comunidades sostenibles) se centran en velar por un saneamiento adecuado y construir comunidades sostenibles con una gestión eficaz de los residuos, incluida su eliminación. Igualmente, lograr un planeta más limpio guarda una relación directa con el ODS 14 (vida submarina) y el ODS 15 (vida de ecosistemas terrestres), ambos centrados en proteger los ecosistemas marinos, costeros, terrestres y de las aguas interiores dulces.

    Las empresas están tomando nota de las ventajas de los embalajes sostenibles

    Se espera que el mercado del embalaje sostenible crezca de los 246.000 millones de dólares de 2018 a casi 413.000 millones de dólares para 2027, lo cual supone una tasa de crecimiento anual del 6,2%[3]. Cabe destacar que numerosas empresas están redoblando sus esfuerzos de nuevas formas:

    • Una multinacional de bienes de consumo ya cuenta con botellas 100% recicladas, fabricadas en un 10% de plástico procedente de los océanos y en un 90% de plástico reciclado posconsumo, para una de sus marcas para el hogar. También diseña embalajes respetuosos con el medioambiente, utilizando un 60% menos de plástico y un 30% menos de agua.
    • Una multinacional de comercio minorista se ha asociado con una empresa de biomateriales para fabricar una solución hecha a base de hongos 100% biodegradable que se descompone en cuestión de semanas, a diferencia del poliestireno, que no se biodegrada hasta transcurridos miles de años.
    • Puede que una de las soluciones más innovadoras que se utilizan en la actualidad sea un plástico natural biodegradable 100% vegetal —hecha a partir de recursos renovables como almidón de maíz, almidón de patata y aceite de cocina usado—, por lo que su consumo por animales acuáticos es seguro.

    La demanda de los consumidores y la legislación de los gobiernos respaldan los embalajes sostenibles

    En una encuesta a consumidores realizada recientemente por Boston Consulting Group, casi tres cuartas partes de los 15.000 encuestados afirmaban que pagarían más por productos con embalajes respetuosos con el medioambiente. Más de las dos terceras partes de los encuestados afirmaron que un embalaje sostenible es un factor importante en sus decisiones de compra[4]. Los legisladores también están actuando. La Unión Europea, por ejemplo, se ha comprometido a asegurar que todos los embalajes sean reciclables y reutilizables para 2030[5].

    Sin embargo, los embalajes sostenibles solo serán realmente viables con cooperación internacional, un cambio de calado en la conducta de las personas e inversión suficiente. Las empresas de embalajes y bienes de consumo que ajusten sus modelos de negocio sin demora posiblemente salgan beneficiadas de esta tendencia. Para los inversores, también es una buena oportunidad, no solamente para aspirar a rentabilidades de inversión atractivas de empresas que busquen soluciones de embalaje sostenibles, sino también para avanzar hacia los objetivos sostenibles que nos llevarán a una economía circular y a un planeta más limpio.

    Tribuna de Andreas Fruschki, CFA. Responsable de renta variable global temática en Allianz Global Investors.

     

    [1] Ellen MacArthur Foundation, «The New Plastics Economy«

    [2] Ellen MacArthur Foundation, «The New Plastics Economy«

    [3] Research & Markets, «Global Sustainable Packaging Market Outlook: Industry Analysis & Opportunity Evaluation«

    [4] Boston Consulting Group, Trivium Packaging, «2020 Global Buying Green Report«

    [5] Comisión Europea, «Una estrategia europea para el plástico en una economía circular»

    Tres razones que apoyan la inversión ESG a través de la gestión pasiva

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    Pixabay CC0 Public Domain. Tres razones que apoyan la inversión ESG a través de la gestión pasiva

    Cuando se ha tomado la decisión de invertir de acuerdo con consideraciones climáticas o bajo criterios ESG, el inversor se enfrenta a una importante elección: ¿Gestión activa o fondo indexado?

    Algunos sostienen que los gestores activos son los más indicados para aplicar estrategias sostenibles, como las de inversión ambiental, social y de gobernanza (ESG) o de cambio climático, porque pueden tomar decisiones de compra o venta de empresas basándose en comportamientos observados. Otros sostienen que los fondos indexados pueden alcanzar los mismos objetivos de manera transparente y basada en normas por una fracción del coste.

    A medida que aumenta el dinero invertido en estrategias relacionadas con el clima y criterios socialmente responsables, se hace más importante investigar qué enfoque funciona mejor para lograr determinados objetivos de inversión. Sobre esta cuestión dependen importantes flujos de capital que podrían contribuir de manera significativa a un futuro sostenible para el planeta. En este artículo, esbozamos tres factores que creemos que apoyan un enfoque basado en índices para la inversión ESG y en el clima, en el año 2020 y en las décadas posteriores.

    Razón #1: Mejores datos significan que los índices ahora coinciden incluso con los objetivos de sostenibilidad más avanzados

    Gracias a las mejoras en la calidad de los datos, hoy en día los índices de inversión pueden ser construidos para reflejar todo tipo de políticas climáticas y de ESG, y luego hacerlos accesibles a los inversores a un bajo coste.

    Entre las innovaciones en esta área se incluyen los criterios de exclusión que filtran, por ejemplo, las empresas que consumen o extraen grandes cantidades de carbón térmico. Incluyen la aplicación de valores específicos como la igualdad de género, o la selección de acciones basada en las clasificaciones de carbono, o la alineación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (SDG) de las Naciones Unidas. Todos estos diversos objetivos y otros más están ahora codificados en índices, lo que significa que la mayoría de los objetivos de inversión sostenible pueden alcanzarse ahora utilizando un enfoque basado en índices.

    La variedad de nuevos índices sostenibles significa que podrían utilizarse de diversas nuevas formas. Por ejemplo, como elementos nucleares de la cartera, que podrían sustituir a los tradicionales índices ponderados por capitalización de mercado por otros que ponderen por las puntuaciones ESG, con un limitado tracking error. Algunos índices de sostenibilidad, tanto aquellos orientados a determinados valores, como otros más amplios, pueden utilizarse como diversificadores siempre que la aplicación de esas convicciones justifique un tracking error mayor.

    En general, mejores datos significan mejores índices y más formas de invertir con un enfoque basado en índices, de manera transparente, de bajo coste y basado en normas, todas ellas consideraciones importantes para los inversores que buscan generar resultados sostenibles a largo plazo.

    Razón #2: La indexación hace que la inversión sostenible sea escalable

    Gran parte de las prácticas de inversión sostenible se centran en el «impacto», lo que significa evaluar el efecto social o ambiental de una inversión junto con su rendimiento financiero. La inversión de impacto se asocia a menudo con préstamos privados y capital privado, en los que los fondos activos están claramente bien situados para desempeñar un papel. Sin embargo, los mismos principios que respaldan la inversión en activos privados -intencionalidad, adicionalidad, mensurabilidad- también se reflejan en los activos que cotizan en bolsa y que generalmente son objeto de seguimiento por parte de los ETFs.

    Y dado que los activos que cotizan en bolsa tienen mayor liquidez que los que no lo hacen, un inversor en un índice puede movilizar mayores cantidades de capital y hacer que funcione para alcanzar sus objetivos de ESG.

    Algunos ejemplos de cómo los ETFs de Lyxor ayudan a los inversores a desplegar capital hacia importantes objetivos sostenibles incluyen nuestros fondos que contribuyen a los SSE (Sustainable Stock Exchanges) de la ONU, que invierten para apoyar la acción climática, el agua, la energía limpia y asequible y la igualdad de género. Nuestra gama de ESG Trend Leaders invierte en empresas con una tendencia creciente de mejoría de sus puntaciones ESG, no sólo las mejor calificadas, ya que creemos que tiene más impacto el recompensar a las empresas que realizan cambios activamente.

    Razón #3: Los buenos gestores pasivos tienen una voz activa

    Una de las preocupaciones de los inversores que comparan las estrategias activas y las basadas en índices para la inversión sostenible es la participación de los accionistas: ¿Puede un inversor pasivo hacer que las empresas de la cartera rindan cuentas? 

    Algunos gestores pasivos, entre ellos Lyxor, han abordado esto estableciendo políticas de voto como un gestor activo. Estas políticas y registros de votación son públicos y el gestor es responsable ante los titulares de los fondos. En la política de participación de los accionistas de Lyxor también se incluye un diálogo directo con las empresas para comunicar las expectativas, por ejemplo, con respecto a la gobernanza.

    En nuestra política de votación actualizada para 2020, hemos aumentado la apuesta por la participación de las empresas, en la que las consideraciones sobre el cambio climático, en particular, adquieren un papel más destacado. Ahora podemos negarnos a conceder la aprobación de la gestión de una junta directiva o no aprobar la renovación del nombramiento de los miembros en caso de controversias ambientales o de falta de transparencia en relación con las emisiones de gases de efecto invernadero. A partir de 2021, también podemos negarnos a la reelección del presidente de cualquier junta en la que la empresa se niegue a cumplir las recomendaciones del Grupo de Trabajo sobre Divulgación de Información Financiera relacionada con el Clima (TCFD), un marco diseñado para ayudar a las empresas y a los inversores de ESG a gestionar mejor su exposición a los riesgos y oportunidades climáticos.

    Además, Lyxor podrá votar en contra de las resoluciones relativas a la remuneración de los ejecutivos si las medidas extra financieras no han sido suficientemente consideradas dentro de las políticas de remuneración.

    Esto demuestra que es posible fomentar una práctica empresarial sostenible con la inversión en índices, si dicha inversión se realiza con un gestor pasivo «activo» responsable.

    Más opciones significa más formas de alcanzar los objetivos de inversión sostenible

    La combinación de mejores datos sobre sostenibilidad, la escalabilidad de la inversión basada en índices y el poder del compromiso de las empresas por parte de los principales gestores pasivos significa que los inversores pueden utilizar con confianza las estrategias basadas en índices para lograr objetivos de inversión sostenibles.

    En Lyxor hemos hecho nuestra la misión de proporcionar a los inversores todo tipo de productos de índice que aumenten las opciones de inversión climática, ESG y basada en valores. Nuestro pionero ETF de Bonos Verdes invierte sólo en bonos verdes aprobados por la organización independente Climate Bonds Initiative, asegurando que el uso de la financiación obtenida se destina estrictamente a proyectos y activos pro-clima.

    Del mismo modo, cuando el histórico Acuerdo de París comprometió a los países del mundo a limitar el calentamiento global a «muy por debajo» de 2°C y a «proseguir los esfuerzos para limitarlo» a 1,5°C por encima de los niveles preindustriales, las investigaciones están demostrando que existen grandes diferencias en el resultado de +2°C frente a +1,5°C para la sostenibilidad de los ecosistemas humanos1, y que se pueden diseñar índices basados en normas para alcanzar este objetivo tan ambicioso.

    Nuestros ETFs de transición climática lanzados este año están diseñados para ayudar a los inversores a cumplir este objetivo, permitiéndoles dar inicio a sus planes de transición climática ahora mismo, utilizando los índices de acciones core construidos por S&P y MSCI. Estos índices de referencia otorgan una mayor ponderación a las empresas con capacidad para gestionar y contribuir a la transición climática mediante la reducción de las emisiones de carbono.

    De la misma manera que la industria de ETFs de 6,7 billones2  de dólares causó un incuestionable cambio en el panorama de inversiones, nos complace ver un cambio de alcance similar hacia carteras mejores y más ecológicas3. Las opciones abundan ahora para los inversores a largo plazo que buscan invertir de manera sostenible, y la inversión en índices tiene muchos beneficios en la lucha contra el cambio climático que hacen que valga la pena tomarla en serio.

    Tribuna de Pedro Coelho, responsable para Société Générale de Lyxor ETF para España, Portugal y Latinoamérica.

     

    1Fuente: Intergovernmental Panel on Climate Change, Special Report, octubre 2018, https://report.ipcc.ch/sr15/pdf/sr15_spm_final.pdf

    2Fuente: ETFGI, a septiembre 2020.

    3Fuente: GSIA, 2018 Global Sustainable Investment Review.

    Por qué la adopción de los criterios ESG puede marcar la diferencia en un contexto ‘risk off’

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    Por qué la adopción de los criterios ESG puede marcar la diferencia en un contexto ‘risk off’
    Pixabay CC0 Public Domain. Por qué la adopción de los criterios ESG puede marcar la diferencia en un contexto ‘risk off’

    La pandemia y sus principales consecuencias en la economía mundial han demostrado que las empresas «sostenibles» son más resistentes desde una perspectiva contable y financiera. Además, superan a los mercados, un rendimiento superior que no solo se ha reflejado en su mayor rentabilidad, sino también en su perfil de riesgo.

    La inversión sostenible y responsable ha asumido ahora un enfoque de impacto: hoy en día, se pide a los inversores que consideren sus acciones desde una perspectiva global y holística y que demuestren su impacto. La regulación está haciendo que asuman su responsabilidad social y fomenten la reducción de su huella de carbono. Los valores y convicciones personales de los inversores pueden empujarlos a ir más allá de sus obligaciones legales y a contribuir proactivamente al medioambiente (inversión ISR).

    ¿Por qué se compromete DPAM con las empresas?

    1. Para comprender mejor el perfil sostenible de las empresas: Entablamos un diálogo con las empresas en las que invertimos para aclarar las preocupaciones en materia de ESG, fortalecer nuestras convicciones de inversión e identificar nuevas oportunidades.

    2. Compromiso para defender nuestros valores y convicciones: DPAM tiene como objetivo reducir el posible impacto perjudicial de sus actividades de inversión. Por ello, revisa las controversias sobre ESG a las que se enfrentan sus inversores y se compromete con ellos para animarles a encontrar soluciones a estos problemas y a adoptar las mejores prácticas de ESG.

    También nos comprometemos con las empresas participadas en relación con sus actividades de votación: DPAM ha adoptado un proceso para informar e influir en las compañías mediante la sensibilización acerca de los cuatro principios que rigen su política de voto, a saber:

    – La protección de los accionistas con el objetivo de crear valor a largo plazo y lograr igualdad de trato y la protección de los accionistas minoritarios;

    – La buena gestión empresarial, relacionada con sistemas de gestión y supervisión eficientes e independientes;

    – La transparencia e integridad de la información, que debe ser fiable, clara, completa y comunicada de manera oportuna;

    – La responsabilidad social y medioambiental de una empresa sostenible, asegurando que su capital humano se sitúe en el centro de sus intereses y que se respete el entorno mundial en el que opera.

    Algunas estrategias de DPAM se han convertido en sostenibles, ¿qué cambios han experimentado?

    El proceso de inversión de las estrategias de real estate, small cap y dividendos de EE.UU. que se han transformado incorpora la dimensión ESG a través de varios instrumentos:

    1. Un análisis normativo de ESG: DPAM evalúa el cumplimiento por parte de las empresas de los 10 Principios del Pacto Mundial de las Naciones Unidas. Las que no los cumplen son excluidas del universo de inversión elegible.

    2. Controversias ESG: las empresas con exposición a las controversias más severas en materia de ESG están excluidas. Para ello, DPAM colabora con Sustainalytics y el resultado del análisis se presenta al Grupo Directivo de Inversión Responsable, que determina si las empresas deben ser excluidas o no.

    3. Actividades controvertidas: las empresas con una exposición material a las siguientes actividades están excluidas del universo de inversión: armamento controvertido (como minas antipersonas), armas nucleares, tabaco, juegos de azar, pornografía, alcohol, extracción térmica de carbón, extracción de petróleo y gas no convencional, extracción de petróleo y gas convencional, generación de electricidad a partir de combustibles fósiles y energía nuclear.

    4. Tarjeta de puntuación ESG (enfoque cualitativo): DPAM lleva a cabo un análisis ESG detallado de las empresas, calificando su perfil sostenible. Este enfoque permite centrarse en las cuestiones materiales más relevantes de la ESG y en las tendencias de sostenibilidad. El resultado es una puntuación general de ESG para cada empresa, que tiene en cuenta tanto su exposición a las oportunidades de sostenibilidad como su gestión eficaz de los riesgos ESG.

    DPAM se compromete con las empresas que tienen una mala calificación en materia de ESG con el fin de alentarlas a mejorar sus políticas y desempeños en este sentido. Aquellas que no logran una calificación suficiente y no muestran una voluntad clara y tangible de mejorar son excluidas del universo de inversión.

    ¿Por qué tiene sentido invertir en un fondo cotizado sostenible de real estate?

    Los aspectos ESG, y especialmente los relacionados con el cambio climático, están impactando cada vez más en el sector inmobiliario. En un sentido amplio (es decir, los edificios), se encuentra entre los mayores emisores de gases de efecto invernadero en todo el mundo, mientras que la construcción de edificios de bajo consumo energético y la rehabilitación energética están entre las soluciones más rentables para aliviar sustancialmente las emisiones de gases de efecto invernadero.

    Esto coloca al sector inmobiliario en el primer lugar de la agenda de los reguladores, lo que da lugar a normas cada vez más estrictas y a (des)incentivos fiscales en muchos países. Mediante el análisis del rendimiento energético y de los gases de efecto invernadero de las carteras de las empresas de real estate, la estrategia se anticipa tanto a los riesgos como a las oportunidades relacionadas con el cambio climático.

    Además, el enfoque de sostenibilidad analiza otros criterios medioambientales, sociales y de gobernanza que son pertinentes para las compañías inmobiliarias en función de su actividad. En concreto, da prioridad a los criterios ESG que presentan una gran materialidad financiera, aunque puede incluir algunos sobre una base más ética. En definitiva, el objetivo es detectar mejor los riesgos ESG e identificar las oportunidades con el fin de anticiparse a las tendencias de sostenibilidad que perturban cada vez más el sector del real estate.

    Tribuna de Florent Griffon, especialista de inversión responsable en DPAM

    Renta fija: no bajemos la guardia

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    Pixabay CC0 Public Domain. Renta fija: no bajemos la guardia

    La crisis sanitaria mantiene en vilo a ciudadanos, gobiernos y mercados. Las altas tasas de contagio de las últimas semanas en Europa han llevado a imponer de nuevo restricciones a la movilidad con un enfoque más limitado a determinadas áreas, pero que afectan a un elevado número de ciudadanos. Un ejemplo de ello es el Reino Unido, donde 22 millones de personas -un tercio de la población- han visto sus movimientos limitados. Los ciudadanos están empezando a tomar conciencia de la situación y de cómo afecta a su estilo de vida y economía. Una consecuencia directa de las políticas restrictivas es el retraso en la recuperación económica debido a los cambios en el consumo. 

    El indicador ZEW alemán que destaca que la confianza de los inversores sobre sus expectativas en los próximos meses ha caído hasta el 56,1 -el índice más bajo en 5 meses- desde el 77,4 de septiembre. La zona euro también se está viendo afectada por esta tendencia a la baja como confirman los informes de Bloomberg. Por el contrario, desde Oriente soplan vientos más positivos. La pandemia parece estar controlada por China y Corea del Sur, lo que permite a su economía volver a la senda de la normalidad. Su experiencia nos anima a pensar que podemos estar en el pico máximo de esta segunda ola.

    Un mercado optimista en cuanto al riesgo

    Al margen de la ansiada vacuna, el principal motor de los mercados financieros son las expectativas de estímulos. Las elecciones en Estados Unidos y la «Blue Wave», a la que los mercados han comenzado a ponerle precio, también son una palanca importante si bien no se ha producido una ampliación significativa de los bonos del Tesoro, lo que sería de esperar dado el nivel de riesgo actual. Nuestras previsiones apuntan a que no se anunciarán nuevos paquetes de estímulo hasta las elecciones, lo que podría presionar el riesgo a corto plazo. Por su parte, el oro mantiene su línea ascendente, si bien esta tendencia al alza puede deberse a la reciente presión sobre el dólar.

    El FMI también ha pronosticado una desaceleración económica mundial menos profunda en 2020: una contracción del 4,4% frente a la estimación del 5,2% en junio. Esto refleja un segundo trimestre mejor de lo esperado. Para 2021, la previsión es de un crecimiento del 5,2%. Las estimaciones de China han sido revisadas al alza: – 1,9% de crecimiento en 2020 y 8,2% en 2021. En EE.UU., los datos son positivos: -4,3% en 2020 y 3,1% en 2021, al igual que en la zona euro -8,3% en 2020 y +5,2% en 2021. Las importaciones de China han crecido un 13% anual frente a las expectativas de 0,4%, según Bloomberg. El comercio se ha recuperado mucho más rápido de lo esperado, reforzando a la industria y a las cadenas de suministro asiáticas. 

    Hay más datos positivos que animan a los inversores. El mes pasado, el IPC de EE.UU. registró una subida de un 0,2%, la menor en cuatro meses, por lo que la inflación es positiva pero apenas genera preocupación en el mercado de bonos. Además, si nos centramos en el primer conjunto de resultados de los grandes bancos, los del tercer trimestre de JP Morgan confirman que no se está produciendo un tsunami de impagos: el aumento de 611 millones de dólares en la provisión para préstamos incobrables del tercer trimestre no se acercó a los 2.380 millones de dólares que predijeron los analistas. Además, los préstamos de tarjetas de crédito no se vieron muy impactados.

    La Blue Wave y la curva del Tesoro

    La carrera presidencial en Estados Unidos se encuentra en un momento álgido. Los sondeos vaticinan el triunfo de Joe Biden, si bien el margen de error de las encuestas es todavía grande. Los mercados ya están asumiendo este potencial triunfo, como lo demuestra que la curva del Tesoro se incline a medida que la «Blue Wave» coge fuerza impulsada por el potente paquete de estímulos que llegaría a principios de 2021. La historia confirma que normalmente la Presidencia y el Congreso no son de dominio de un único partido, por lo que hay margen para la decepción si los republicanos se mantienen en el Senado. Si esta circunstancia se produjera, se reevaluaría el tamaño de cualquier paquete de estímulos. El peor escenario, desde nuestro punto de vista, sería un resultado de elección presidencial disputado y un Congreso dividido.

    A tres semanas de la cita con las urnas, aumentan las posibilidades de que Biden gane las elecciones. Todos los observadores esperan el resultado de Florida, un estado clave para ver hacia dónde se inclina el país. Si finalmente Biden consigue la presidencia y el Congreso es controlado por los demócratas, es probable que la curva del Tesoro se incline y ensanche. Dado que la tasa de política neutral es del 2,5%, hay mucho espacio de movimiento para los próximos meses. La pregunta que nos hacemos es cuándo veremos a la Reserva Federal intervenir para controlarlo. ¿Al 2%? ¿Al 3%? Los 10 años podrían retroceder fácilmente hasta el 1% y más en los meses posteriores. Si se debilita el dólar americano, y estaríamos preparados para un rendimiento superior para que los bonos de mercados emergentes y high yield superen el rendimiento del año próximo.

    Tribuna de Andrew Lake, director de Renta Fija de Mirabaud Asset Management

     

    Lake es el gestor del fondo Mirabaud Global Strategic Bond I cap. USD. Fondo de Renta Fija Global Flexible, que permite detectar al equipo las mejores oportunidades logrando sacar provecho de estos cambios de ciclo en los mercados de renta fija. La variedad de tipologías de activo en las que invierte el fondo también es una protección frente a los movimientos de los mercados: bonos soberanos, bonos corporativos investment grade, high yield, deuda de mercados emergentes y bonos convertibles. A 30 de septiembre de 2020, la estrategia contaba con cerca de 600 millones de dólares bajo gestión y, a 9 de octubre, acumulaba una rentabilidad del 2,54%. El fondo cuenta con cuatro estrellas Morningstar y clasificación Citywire +.

    Rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras. Para más información sobre rentabilidades históricas y riesgos asociados a este Subfondo, consulte la Sección la web www.mirabaud.com/es 

    Consideraciones a favor de la renta fija emergente

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    Binoculars Ran Berkovich Unsplash

    Mientras la pandemia de coronavirus continúa pesando sobre el panorama económico global, el sentimiento hacia la renta fija de mercados emergentes se ha visto respaldado por un abanico de factores clave al avanzar 2020. Entre ellos figuran los considerables programas de estímulo económico lanzados en muchos países, que han brindado respaldo frente a la incertidumbre creada por la crisis del COVID-19.

    En tal entorno, las TIR de la deuda soberana de mercados desarrollados (incluidos los treasuries estadounidenses) han disminuido hasta mínimos históricos, y permanecido en territorio negativo en partes de Europa y Japón. En nuestra opinión, esto ha puesto de relieve el atractivo de las mayores TIR que todavía ofrece la renta fija de mercados emergentes.

    La flexibilidad tiene prioridad  

    Durante el repunte de los mercados de renta fija emergente de comienzos de año, los segmentos de deuda soberana y corporativa denominada en divisa fuerte superaron a los bonos soberanos locales. En los mercados en divisa local también hubo diferencias regionales. Tal varianza de rentabilidad entre las distintas áreas del mercado respalda nuestra creencia de que un mandato flexible es vital a la hora de invertir en deuda emergente. El gráfico 1 muestra la varianza de rentabilidad a largo en la clase de activos. 

    M&G

    Herramienta de diversificación

    En los últimos años, la fortaleza del dólar y el descenso de las TIR de la deuda soberana estadounidense han contribuido en gran medida a la evolución de la deuda emergente denominada en divisa fuerte. Pero con los mínimos alcanzados por las TIR de los treasuries este año y dada nuestra creencia de que muchas divisas emergentes parecen infravaloradas, hemos seguido muy de cerca la posibilidad de que la deuda local cierre la brecha con los bonos en divisa fuerte.

    Consideramos que la libertad de invertir en distintas áreas del mercado crea un mayor conjunto de oportunidades y nos permite buscar el mejor valor relativo dentro de cada región o país. Esto nos ayuda a construir una cartera más diversificada, dirigida a generar rentabilidad a través de la asignación por países (como otros fondos), pero también mediante la selección de valores. La deuda corporativa emergente ha registrado un crecimiento particularmente potente en el universo de renta fija en la última década. El gráfico 2 compara el tamaño de esta subclase de activos con el de la renta fija de mercados desarrollados.

    M&G

    Gestionando la crisis

    Además de la necesidad de evaluar los riesgos relacionados con la geopolítica y la desglobalización, la pandemia ha elevado la presión sobre países emergentes ya vulnerables y frágiles, aunque el FMI ha brindado un respaldo considerable a través de enormes programas de asistencia financiera e iniciativas de alivio de deuda, que han ayudado a muchas economías emergentes a gestionar el impacto a corto plazo de la crisis.

    De cara al futuro, y aunque cabe esperar volatilidad a corto plazo, seguimos pensando que la clase de activos de renta fija emergente es actualmente más diversificada y más sólida que en el pasado.

    Palancas de divisa, duración y riesgo de crédito

    Al sopesar oportunidades y riesgos en el universo emergente, tratamos de determinar la combinación adecuada de emisiones soberanas y corporativas denominadas en divisas «fuertes» (como por ejemplo el dólar y el euro) y en moneda local. Esto se suplementa con una selección cuidadosa de países y de valores.

    Nosotros preferimos mantener una exposición global diversificada a la deuda emergente, invirtiendo en varias docenas de emisores en los segmentos soberano y corporativo. Y además de una exposición considerable a deuda en divisa fuerte, nuestras posiciones en divisa local representan a todas las regiones de mercados emergentes a nivel global.

    En general, seguimos pensando que la flexibilidad es crucial a la hora de invertir en renta fija emergente, al brindar libertad para posicionarse en aquellos bonos y divisas con el mayor valor relativo en base a nuestro análisis.

     

    Columna de Claudia Calich, directora de renta fija de mercados emergentes en M&G Investments.

     

    Información importante:

    Invertir conlleva riesgos, incluido el de pérdida del capital invertido. De mencionarse cifras de rentabilidad, tenga presente que las rentabilidades pasadas no son indicativas de rentabilidades futuras.

    El valor y los ingresos de los activos del fondo podrían tanto aumentar como disminuir, lo cual provocará que el valor de su inversión se reduzca o se incremente. No puede garantizarse que el fondo alcance su objetivo, y es posible que no recupere la cantidad invertida inicialmente.

    La inversión en mercados emergentes entraña un mayor riesgo de pérdida debido a la intensificación de los riesgos políticos, fiscales, económicos, cambiarios, normativos y de liquidez, entre otros. Por tanto, podrían presentarse dificultades a la hora de comprar, vender, custodiar o valorar las inversiones en tales países.

    Los puntos de vista expresados en este documento no deben considerarse como una recomendación, asesoramiento o previsión.

    Dirigido exclusivamente a inversores profesionales. Prohibida su posterior distribución. Ninguna otra persona o entidad debe utilizar la información contenida en este material. Los pareceres expresados representan las opiniones de M&G Investments, que pueden ser objeto de cambios y no se proporcionan como consejo o recomendación de inversión ni como pronóstico o garantía de resultados futuros. Dicha información se proporciona exclusivamente a efectos informativos, y procede de fuentes propias y de terceros cuya precisión o exhaustividad no se han verificado de forma independiente. Aunque M&G Investments considera que la información es precisa y fiable, no presume ni se hace responsable de la exhaustividad, exactitud o fiabilidad de la misma. Las declaraciones sobre futuras expectativas, estimaciones, proyecciones y otras afirmaciones a futuro se basan en la información disponible y en la opinión de los gestores en el momento de emitirlas. Por consiguiente, tales afirmaciones son inherentemente especulativas, al basarse en hipótesis que podrían implicar riesgos e incertidumbres conocidos y desconocidos. Los acontecimientos, resultados y rentabilidades registradas podrían diferir sustancialmente de los expresados o implicados por dichas afirmaciones. Esta promoción financiera es emitida por M&G International Investments S.A., con sede registrada en 16, boulevard Royal, L-2449, Luxemburgo.

     

      

    La relación entre el Reino Unido y la UE después de diciembre y las implicaciones para sus respectivas industrias de fondos

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    Pixabay CC0 Public Domain. La relación entre el Reino Unido y la UE después de diciembre y las implicaciones para sus respectivas industrias de fondos

    A menos de 100 días de que el Reino Unido abandone definitivamente la Unión Europea, vale la pena reflexionar sobre el impacto práctico del Brexit en la futura relación entre el Reino Unido y Luxemburgo en lo que afecta a la industria de la gestión de activos y fondos.

    Londres y Luxemburgo son socios desde hace mucho tiempo. Con el 17,1% de activos bajo gestión, los gestores de activos del Reino Unido representan el segundo grupo más grande de iniciadores de los fondos de Luxemburgo. Estos fondos de inversión (OICVM y FIA) se benefician de los pasaportes de comercialización europeos. Se distribuyen en la UE en general, incluyendo el Reino Unido, y más allá. 

    De hecho, el Reino Unido es un mercado de distribución muy importante, y Luxemburgo es claramente un líder entre los fondos de ultramar. Aproximadamente el 25% de los fondos distribuidos en el Reino Unido son fondos extranjeros. Al 31 de diciembre de 2019, había 8.862 fondos/subfondos distribuidos en el Reino Unido. De este total, 4.341 están domiciliados en Luxemburgo, lo que representa el 49% de todos los fondos extranjeros registrados en el Reino Unido.

    La gran mayoría de los gestores de activos del Reino Unido (por ejemplo, HSBC, Invesco, Schroders, Aberdeen, M&G, por nombrar algunos) han establecido su propia sociedad gestora de OICVM o AIFM en Luxemburgo. Esto ya era así antes de Brexit, pero unas 30 empresas más han establecido entretanto su propia operación en Luxemburgo. Esto les permite beneficiarse del pasaporte de gestión europeo una vez que el Reino Unido haya dejado la UE. Este era un movimiento lógico si se considera que la Directiva OICVM y el AIFMD cuentan con un pasaporte de «producto», es decir, los propios fondos de inversión, y un pasaporte de «gestión» para las sociedades gestoras de OICVM y los AIFM que gestionan estos fondos. 

    Otra posible forma de conservar el acceso a la distribución en la UE es establecer el fondo en Luxemburgo, nombrando al mismo tiempo una sociedad de gestión de terceros, en caso de que el gestor de activos del Reino Unido no tenga su propia operación en la UE.

    En general, la visión de los miembros de ALFI es que prácticamente todas las empresas han tomado las medidas necesarias para anticiparse a un Brexit duro: ya sea estableciendo una presencia para los pocos que necesitaban una presencia en la UE como se acaba de mencionar, o domiciliando de nuevo  los fondos del Reino Unido en Luxemburgo, y haciendo los ajustes necesarios en la asignación de activos. 

    A diferencia de lo que ocurre en otros segmentos del sector financiero, el concepto de equivalencia juega un papel poco o nada importante en la gestión y comercialización de los fondos de la UE y de fuera de la UE. De hecho, la directiva sobre los OICVM y el AIFMD ya ofrecían un marco relativamente claro antes de la entrada en vigor de la Directiva.

    El impacto para Reino Unido y Luxemburgo

    En la práctica, ¿qué significa esto para los fondos del Reino Unido? Cualquier fondo que no sea un OICVM es por definición y desde una perspectiva europea un FIA. Los OICVM domiciliados en el Reino Unido perderán su etiqueta de OICVM. Se calificarán como FIA no comunitarios a partir del 1 de enero de 2021. Podrán seguir siendo comercializados a los inversores europeos bajo las condiciones establecidas en el AIFMD, que son obviamente más restrictivas. Los FIA no comunitarios sólo pueden ser colocados sujetos a los términos de los Regímenes Nacionales de Colocación Privada, si los hubiera, de cada Estado miembro de la UE. Ya no se beneficiarán de un pasaporte de comercialización, ya que el pasaporte del tercer país del AIFMD no ha sido activado. 

    ¿Y para Luxemburgo? Cualquier OICVM luxemburgués que se comercialice hoy en día en el Reino Unido dejará de ser visto por el Reino Unido como un OICVM a partir de 2021. Dicho esto, hay un amplio consenso entre los responsables políticos y los gestores de activos de que es clave, desde la perspectiva de la elección del inversor, mantener el mercado del Reino Unido abierto a los fondos extranjeros, especialmente si se considera que los OICVM son productos minoristas con un alto grado de protección del inversor. Hoy en día, la mayoría de los fondos de mercado monetario y ETFs comercializados en el Reino Unido son fondos extranjeros, casi siempre domiciliados en Luxemburgo o Dublín.

    Para evitar cualquier interrupción, el gobierno del Reino Unido y la FCA implementaron un Régimen de Permisos Temporales (TPR) que permite a las empresas y fondos pertinentes que tienen pasaporte en el Reino Unido, continuar operando en el país cuando el régimen de pasaportes deje de existir el 31 de diciembre de 2020. Todos los fondos de inversión luxemburgueses registrados para su distribución han hecho uso del mecanismo de TPR. La TPR es obviamente un mecanismo a corto plazo para salvar la brecha hasta que se apruebe y aplique efectivamente la nueva legislación en el Reino Unido. Se espera que esto tome dos o tres años más a partir de ahora. 

    A la espera de 2021

    A partir de enero de 2021, el Reino Unido se convertirá en un tercer país. El legislador puede imponer requisitos adicionales a los fondos extranjeros, como ocurre actualmente con los fondos de la UE distribuidos en otros terceros países como Suiza, Hong Kong, etc. 

    El Gobierno del Reino Unido (HM Treasury) lanzó una Consulta Pública sobre el Régimen de Fondos en el Extranjero (OFR) post Brexit, a la que ALFI respondió a principios de mayo. ALFI está de acuerdo en general con el enfoque adoptado, en particular con los conceptos de equivalencia basada en los resultados que se exponen en esta consulta. El principal desafío para los fondos en el extranjero residirá obviamente en los requisitos adicionales (como el requisito de cumplir con la norma PS18/8 de la FCA sobre la evaluación del valor) que el legislador del Reino Unido, al no estar ya obligado por la legislación de la Unión Europea, puede imponer a los fondos en el extranjero. Esto puede generar costes adicionales, por lo que cada fondo extranjero deberá sopesar los costes y beneficios de continuar la comercialización en el Reino Unido.

    Delegación de carteras

    Un punto relevante en la relación entre el Reino Unido y la UE después del Brexit es la delegación de la gestión de la cartera. La delegación está explícitamente permitida en la Directiva OICVM y en la AIFMD. Los acuerdos de cooperación entre los Estados miembros de la UE y terceros países deben estar en vigor en caso de delegación.

    La designación de los delegados dentro y fuera de la UE está sujeta a estrictos requisitos de due diligence inicial y continua, y a la supervisión de los delegados. Ya existe un marco con las protecciones y salvaguardias necesarias. En consecuencia, existe un amplio consenso en el sector en el sentido de que no hay motivos razonables para volver a examinar el marco de delegación en el contexto de las revisiones de la Directiva sobre los FIA y los OICVM.

    Tribuna de Marc-André Bechet, director genera adjunto de Alfi (Association of the Luxembourg Fund Industry).