Hace mucho que los mercados financieros dejaron de ser un juego de suma cero. Si bien sabemos que nunca los retornos de los activos financieros han sido una distribución normal (la pérdida máxima podía ser del 100%, mientras que las ganancias, técnicamente, no tienen techo), durante años y en lo que podríamos llamar, condiciones estables, sí que se parecía a una normal. Sin embargo, con el desarrollo de un mercado de derivados cada vez más sofisticado y con un apalancamiento que está a la orden del día, ya el mercado ni siquiera parece una distribución normal: las pérdidas son pocas pero muy pronunciadas, mientras que las ganancias pueden ser muy altas pero son episodios relativamente aislados.
Con un mercado de opciones call que en la semana final de enero alcanzó un volumen transado diario de más de 38 millones de opciones, el mercado ya no responde solo a los fundamentales de cada acción, sino al impulso de todas las variables financieras involucradas. Especialmente, a las fuerzas del apalancamiento que magnifican los movimientos hacia arriba o hacia abajo de los valores financieros.
Mucho ya se ha dicho sobre la “novela” de la acción de GameStop, el foro de Reddit, los cortos de los Hedge Funds, y cómo de manera organizada se logró que una acción subiera como espuma en contra de todas las predicciones que se pudieran tener sobre la misma. Sin embargo, la locura de encontrar en un mismo episodio conceptos que para la mayoría de inversionistas no eran tan del común, como un ‘Short Squeeze’ y mucho menos un ‘Gamma Squeeze’, empezaron a ganar relevancia. Y se empezó a tener un conocimiento más profundo de cómo funciona el tema de cuando sube el precio de una opción, cómo por regulación federal un market maker de opciones tiene que permanecer “market neutral” y por ello, se magnificó el incremento del precio de una acción al tener que salir a comprar, muchos actores a manos llenas, una acción que tenía poco flotante.
Mi reflexión de estos días viene sobre lo que esto representa para un inversionista. Muchos clientes preguntaron por GameStop (creo yo de manera lógica) y muchos hasta alcanzaron a emocionarse, pensando que entrar en el pico de la euforia les garantizaba una ganancia rápida, alta y repetir la historia de aquellos que, invirtiendo 50.000U dólares, obtenían un capital de más de 10 millones.
Claramente, estas historias tan vendedoras, son totalmente aisladas y requieren de que una serie de variables funcionen al mismo tiempo: el tiempo, el apalancamiento, entre otras. Y no en pocos casos, lo que no sale a la luz pública son aquellos que invirtieron a casi 500 dólares por acción y que hoy ven (al momento de escribir esto), que el precio de la misma cae a niveles de 120…esto realmente es el común denominador para la mayoría de los inversionistas que no entienden cómo funcionaba el tema, no los que se volvieron multimillonarios (estos últimos, son la excepción).
Justo es aquí donde entra la labor de un asesor financiero y su cliente. Evitar esos momentos de euforia sin fundamento, evitar que comentan errores que pueden ser muy costosos, garantizar que sigan su plan financiero, son la labor del asesor. Son estos momentos de un mercado muy alto, donde hacer dinero parece muy fácil (y donde todo el mundo luce muy inteligente), que la labor del asesor es fundamental. Y es realmente importante explicarle al cliente todo, desde un short squeeze hasta la importancia en estos momentos, de un manager de gestión activa…y este es el otro punto de reflexión.
Durante años hubo una fuerte tendencia a comprar activos como ETF o fondos índice, ya que detractores de la gestión activa argumentaban que un administrador no generaba valor, pero sí altos costos. La verdad es que no. Un gestor tenderá a escoger los valores dentro de la cartera que mejor perspectiva tengan de acuerdo a una filosofía de inversión de dicho manager. También tenderá a evitar valores que pueden estar sobrevalorados o cuya perspectiva no sea tan clara, lo cual es una aproximación muy diferente a la de una inversión pasiva: esta tiene que seguir al pie de la letra lo que haga el índice, con un margen de maniobra cero o casi cero.
Y siempre me parece útil contar el caso de Tesla: entró al índice S&P 500 como una de las acciones de mayor capitalización, y todos los instrumentos pasivos tuvieron que comprar acciones para seguir esa inclusión de Tesla. Sin entrar en polémicas de esta empresa, pues no es el objetivo, supongamos que Tesla mañana corrige una buena parte de la subida de precio en bolsa, lo cual impactará al índice en su totalidad. A diferencia de una estrategia pasiva (que se llevaría toda la caída), un manager activo puede maniobrar de mejor manera este tipo de desajustes.
Si bien un manager puede tener como benchmark el S&P 500, también tiene la posibilidad de desviarse del mismo de una manera importante, hacer localización de activos de una manera más eficiente entre sectores, etc, y generar valor justo cuando las cosas empiecen a complicarse (en este mismo espacio, semanas atrás, argumenté que quisiera que mi manager tuviera un Tracking Error muy grande vs el benchmark, cuando el momento llegara). Realmente, es en este momento de euforia máxima, como la que estamos viviendo, que una combinación de un buen asesor financiero con un manager que tome decisiones sobre el fondo de inversión, que son más que justificadas. Diría, ¡que son ganadoras!
No es que las inversiones pasivas estén mal, ni mucho menos. Son muy útiles para la construcción núcleo de un portafolio, pero es en la incertidumbre cuando un gestor activo, te puede dar unos réditos muy grandes.
Manuel Felipe García Ospina es vicepresidente Wealth Management de Skandia