Tras cinco años gestionando nuestras estrategias de renta variable paneuropea y de renta variable europea sin Reino Unido, he querido seleccionar tres lecciones clave de este último lustro.
Todo empieza teniendo una estrategia clara y confianza en el plan a largo plazo. “Estrategia” es una de las palabras de las que más se abusa. Sin embargo, en esencia, se refiere a un conjunto de elecciones que te guían a la hora de gestionar tu negocio. La lección más reveladora que he tenido en este sentido me la dio un profesor de la escuela de negocios en la que estudié. Estaba intentando, de forma poco exitosa, argumentar sobre este tema y él me contestó: “Tienes que recordar una cosa, Ben, todo el mundo tiene una estrategia. Todo el mundo, a menudo, tiene la misma estrategia. Pero la pregunta es: ¿puedes ponerla en práctica? Ahí está la clave”.
Tenía razón. Después de todo, la mayor parte de las personas, en la mayoría de las empresas, tiene acceso a la misma información y es capaz de ver las mismas tendencias y dinámicas sectoriales. Sin embargo, no todo el mundo puede tomar decisiones claras y ejecutar las estrategias en base a datos. Aquellos que lo hacen consiguen diferenciarse del resto.
La fortaleza del trabajo en equipo
En segundo lugar, la cultura de equipo es vital. A lo largo de los años he aprendido que muchas personas saben más que yo; a menudo, mucho más que yo. Por tanto, es importante que te rodees de personas inteligentes y con talento que aumenten tu propio rendimiento. Realmente disfruto trabajando en pequeños subgrupos de construcción de carteras o “pods” como los hemos llamado. Esto nos da la oportunidad de debatir, discutir y compartir puntos de vista que pueden enriquecer las decisiones de inversión que tomamos. También son muy importantes para compartir la carga mental que trae consigo un trabajo donde, por definición, una muy buena parte está fuera de tu control.
Al mismo tiempo, los “pods” son lo suficientemente reducidos como para asegurar que podemos actuar de forma rápida y decisiva, si es necesario. También aportan una clara atribución de responsabilidad en cuanto a los resultados. La sabiduría de los pequeños grupos y la diversidad de pensamiento mejora la calidad de las decisiones.
Consistentemente a lo largo del tiempo, cuando miramos los datos, vemos que el análisis añade valor. El historial de recomendaciones es sólido. Recuerdo cuando hace cinco años asumí el liderazgo de la gestión del fondo y la rentabilidad no estaba en su mejor momento. Sin embargo, los test retrospectivos mostraban que el resultado del análisis era muy bueno. El problema era que las ideas no se estaban incorporando al fondo o no se estaban incorporando en el tamaño adecuado.
¿La respuesta? Sigue el análisis. A menudo, cuando los gestores de fondos se equivocan es porque han ignorado a los analistas o porque son muy lentos en adoptar sus ideas. Esto no quiere decir que la cultura de confrontación de ideas y de debate no sea importante, que creo que lo es. Pero mi experiencia me ha enseñado que el peso de la prueba debe caer en el gestor. Esto significa explicar por qué no vas a comprar una recomendación muy sólida, en vez de que el analista tenga que hacer toda la venta. ¡Aunque sea psicológicamente complicado!
No te quedes inmóvil
El tercer y último aprendizaje es que tener un compromiso constante con la innovación es fundamental. Nuestra industria es la única que se me ocurre que celebra no cambiar sus procesos. La pregunta más frecuente es «¿pero eso significa que has cambiado tu proceso?” La implicación es que cambiar es algo terrible.
Vivimos en un mundo de innovación a la velocidad del rayo, donde el ritmo del cambio solo se acelera. Sin embargo, en el mundo de las inversiones, muchos ven la adaptación y el cambio como problemas más que como soluciones. En mi opinión, hay una clara diferencia entre la consistencia de la filosofía -que debería permanecer bastante inalterable, siempre que la basemos en la lógica y en evidencias empíricas- y la consistencia del proceso. Siendo el proceso el cómo y no el por qué.
Como resultado, sigo viendo oportunidades significativas para mejorar nuestros procesos, incluyendo cómo abordamos nuestro análisis fundamental, cómo podemos utilizar mejor los datos y cómo podemos poner en práctica herramientas cuantitativas. Además, continuar desarrollando la comprensión de los factores ESG nos ayudará a identificar mejor los riesgos y oportunidades de una inversión. Mientras tanto, obtener una visión más clara de la psicología humana y fijar reglas para gestionar los sesgos de comportamiento innatos nos llevará a una mejor toma de decisiones. Y todo esto se suma a las mejoras experienciales que podemos hacer cada día. Por eso soy optimista sobre nuestras perspectivas a largo plazo.
En conclusión…
Terminaré citando a Paul Marshall, uno de los fundadores de Marshall Wace. En su reciente libro “10 ½ Lecciones de la experiencia”, decía: «Los mercados y los participantes en ellos evolucionan constantemente. Para batir a los mercados tienes que batir a los otros participantes. Y, a medida que ellos cambian, tú también tienes que evolucionar». Excelentes pensamientos para guiarnos en los próximos cinco años.
Tribuna de Ben Ritchie, responsable de renta variable europea de Aberdeen Standard Investments