A principios de octubre, la Autoridad de Conducta Financiera del Reino Unido (FCA, por sus siglas en inglés) anunció la prohibición de la venta de derivados y notas negociadas en bolsa (ETN) vinculadas a criptoactivos para clientes minoristas. Un hecho que abre de nuevo el debate sobre la inversión en este tipo de activos.
En opinión de Global Digital Finance (GDF), institución que aglutina a la industria que promueve la adopción de buenas prácticas en torno a los criptoactivos y la tecnología en las finanzas, esta ha sido una medida sorprendente. “El regulador dice que parte de su decisión se vio influida porque a los inversores les falta comprensión sobre estos productos, pero no estoy convencido de que sean realmente diferentes de otros productos de activos alternativos similares, que no han sido prohibidos para su venta. Además, la industria tiene pruebas de la idoneidad y conveniencia para evaluar si son adecuados para los inversores minoristas”, ha señalado Lawrence Wintermeyer, co-presidente ejecutivo de Global Digital Finance.
Desde esta organización, muestran su desacuerdo con la opinión del regulador respecto a que no existe un “propósito de inversión legítimo para los derivados de los criptoactivos”. En este sentido Wintermeyer apunta que “de la misma manera que se puede cubrir una posición en moneda fiduciaria, se puede desear cubrir la exposición a los criptoactivos”.
Una posición similar ha defendido el Grupo ETC, emisor de valores respaldados por activos digitales que cotizan en bolsas de valores reguladas. “Los criptoactivos como Bitcoin son cada vez más populares entre los inversores. Proporcionan muchos beneficios a los inversores, desde la diversificación hasta un fuerte potencial de crecimiento a largo plazo. La decisión de la FCA dificulta el acceso de los inversores minoristas a estos productos”, ha añadido Bradley Duke, CEO del Grupo ETC.
En Reino Unido, la FCA ha creado nuevas reglas para prohibir la venta a minoristas de derivados de ciertas criptomonedas y otros productos financieros relacionados, debido a que «pueden sufrir pérdidas repentinas e inesperadas de sus inversiones». En concreto, el regulador británico considera que estos productos no son adecuados para los consumidores minoristas porque no tienen una base confiable para la valoración, por el aumento de abuso de mercado y de los delitos financieros en el mercado secundario, y porque están sujetos a una gran volatilidad.
En la UE, la Comisión Europea ya ha publicado su primera propuesta de reglamento para esta clase de activos. En ella, define la tipología de criptoactivos que abarcará el reglamento y regula los servicios de criptografía y los requisitos que han de cumplir los proveedores de estos servicios. Desde finReg360 señalan que “esta iniciativa legislativa abre nuevas oportunidades a las entidades financieras ya operativas”.
Por otro lado y en línea con los avances en materia de criptomonedas, el BCE ha presentado las principales conclusiones del grupo de trabajo de alto nivel sobre el euro digital, que sería una CBDC (siglas inglesas de moneda digital emitidas por bancos centrales) en la zona euro. Dentro de sus competencias, su propuesta es un euro digital, que no sería una stablecoin, que se ofrecerá a ciudadanos y empresas para su uso en pagos al por menor y servirá para complementar la oferta actual de efectivo y depósitos al por mayor.
En este sentido, el modelo que se expone como preferible, el Eurosistema conservaría el control de la emisión del euro digital y el acceso se realizaría con la intermediación de entidades supervisadas del sector privado. El BCE tiene previsto realizar pruebas y seguir investigando para obtener una conclusión a mediados de 2021.
En cambio, al otro lado del Atlántico, Estados Unidos abre las puertas a los bancos para prestar servicios con criptomonedas. La Oficina del Contralor de la Moneda (OCC, por sus siglas en inglés) que regula a los bancos de EE. UU. señaló que los servicios de custodia de criptomonedas son una versión moderna de la actividad que realiza la banca, por lo que considera que deben ser permitidos.
Estas tres diferentes realidades e iniciativas en torno a los criptoactivos, y en particular las criptomonedas, pone de relieve que el debate sobre el desarrollo de estos activos y los servicios financieros sobre ellos aún está muy abierto.