A menos de un mes para las elecciones presidenciales en Estados Unidos, las gestoras advierten de que los resultados tendrán importantes implicaciones para los mercados. Ámbitos como el programa de estímulo presupuestario, la fiscalidad, la inversión pública, la legislación y la política exterior del país podrían cambiar.
La segunda reflexión que apuntan todas las gestoras es que las elecciones son, como suele ser habitual, un foco de volatilidad para el mercado. “Hay dos aspectos principales de las elecciones de noviembre en EE.UU. El más inmediato es claramente el resultado de las elecciones. ¿Podrá Trump salvar la brecha que lo separa de Biden, actualmente en cabeza en las encuestas, o los demócratas tomarán el control en general, ganando también el Senado? El segundo aspecto son las elecciones en sí mismas y el riesgo de un proceso de recuento muy largo en caso de que el voto presidencial termine de forma pareja. Ambos aspectos representan fuentes de incertidumbre para los inversores”, señala Eurizon AM en su último análisis mensual.
Tras el anuncio del positivo de Trump en coronavirus, todo sigue estando por decidir, aunque Joe Biden lidera las encuestas en la mayoría de los estados indecisos y debería beneficiarse de una expansión del voto por correo. Según Bruno Cavalier, economista jefe de ODDO BHF AM, “la votación podría ser seguida por un período de incertidumbre. Primero, si los resultados tardan en anunciarse oficialmente, y segundo, si el Congreso permanece dividido, con el riesgo de un inoportuno ajuste fiscal”.
Algunas gestoras como AXA IM sostienen que los mercados deberán tener en cuenta la incertidumbre de las elecciones estadounidenses, que ha aumentado desde la negativa de Donald Trump a comprometerse con una transición rápida en el caso de que pierda. “Hay muchos vientos en contra que hay que tener presente. La incertidumbre de las elecciones estadounidenses va más allá de las preguntas habituales sobre la futura postura política del vencedor, ya que los inversores se centran cada vez más en la posibilidad de que se impugne el resultado, como ya ha anticipado públicamente Donald Trump a no comprometerse con una transición rápida si pierde. El estrés en el plano político va de la mano del resurgimiento de la pandemia en regiones económicas clave en el mundo para frenar el espíritu animal”, afirma Gilles Moëc, economista jefe de AXA IM.
Mirando al mercado
En opinión de Vincent Reinhart, economista jefe y estratega macro en Mellon, es probable que el acalorado discurso político aumente a medida que se acerquen las elecciones. Pero, según su visión, esa es una conversación a gritos entre los dos escenarios políticos más alejados y los inversores no parecen preocupados. «Los mercados de renta variable son optimistas, los diferenciales de crédito continúan estrechándose y la volatilidad implícita de los precios de los activos no es especialmente alta. ¿Por qué? Deben creer que Washington DC seguirá siendo disfuncional y que encontrará puntos de acuerdo si se ve presionado por las circunstancias macroeconómicas. Entretanto, puede contar con el respaldo de la Fed. El riesgo está en que la situación podría cambiar si los acontecimientos acaban empujando al consenso de las columnas centrales de la tabla a alguno de los extremos», señala Rainhart.
Por ahora, los datos de las encuestas y las predicciones de mercado sugieren que los resultados más probables son relativamente positivos para las acciones internacionales y negativos para el dólar estadounidense. El consenso también apunta que una victoria de Joe Biden tendría un impacto negativo en los mercados, pero desde Schroders rebaten esta afirmación.
“Históricamente, ningún partido político ha sido exclusivamente bueno o malo para los mercados. De manera que cabe preguntarse por qué los inversores ven a los presidentes demócratas como una causa para ser bajistas. Una de las razones es que tienden a promulgar políticas más hostiles con los negocios, como los aumentos de impuestos y la regulación, que pueden pesar sobre la rentabilidad de las empresas. Aunque esta es una expectativa razonable, la realidad es mucho más complicada. Las políticas presidenciales importan más que la afiliación a un partido. Algunos mercados e industrias pueden surgir como perdedores relativos, mientras que otros pueden quedar más aislados”, explica Sean Markowicz, CFA y responsable de estrategia, estudios y análisis de Schroders.
Con independencia de si el presidente era republicano o demócrata, los precios de las acciones bajaron en promedio durante los últimos tres meses previos a las elecciones cuando el partido político en el poder perdió, pero se recuperaron si el partido en el poder ganó. “Por lo tanto, si los inversores creen que Trump perderá en noviembre, la historia sugiere que los mercados corren más riesgo de corregir que de subir en los próximos meses”, matiza Markowicz.
Está claro que si algo ha cambiado durante los últimos años es que los mercados son mucho más rápidos en digerir los cambios políticos. En opinión de Sandrine Perret, economista senior de Vontobel Wealth Management, como se demostró en la carrera de 2016, cuanto mayor fuera la incertidumbre sobre los resultados de las elecciones, mayor sería la reacción del mercado por la victoria de cualquiera de los candidatos y las políticas esperadas. “Una clara ventaja en los sondeos de opinión para un escenario específico hasta la noche de las elecciones probablemente haría que los analistas políticos y, por tanto, el mercado valoraran el resultado de forma justa. Pero cinco semanas es mucho tiempo en una campaña electoral, más aún en el contexto de una pandemia mundial y la votación por correo que puede retrasar los resultados. Hasta que sepamos con certeza el resultado permanecerá una mayor volatilidad”, apunta Perret.
En este sentido, desde Capital Group señalan que la renta variable es un buen indicador. Así lo explican en su último análisis: “Para envidia de los mejores sondeos electorales, existe una sencilla métrica del mercado de valores que ha logrado predecir el ganador de 20 de las 23 elecciones presidenciales celebradas desde 1936 en EE.UU. Cuando el índice S&P 500 muestra una tendencia al alza durante los tres meses previos a la jornada electoral, el partido del presidente en funciones suele ganar. Si los mercados muestran una tendencia bajista durante ese periodo, es la oposición la que suele alzarse con la victoria”.
A fecha del 15 de septiembre, el índice S&P 500 se situaba por encima del 3% desde el 3 de agosto (3 meses antes de la jornada electoral) y había subido al 5% en lo que va de año. “En circunstancias normales, esta situación habría favorecido al presidente en el cargo; pero el inestable panorama económico actual no se asemeja a nada conocido”, matizan desde Capital Group.
El impacto de sus propuestas
A la hora de valorar cuál será el impacto de las Elecciones Presidenciales y del Congreso, las gestoras ahondan sobre lo que muestran sus propuestas electorales. Por ejemplo Evan Brown, Head of Multi-Asset Strategy de UBS AM, señala que las elecciones pueden redefinir las perspectivas fiscales de EE.UU. “El Partido Demócrata podría llevar a un sustancial impulso de las infraestructuras verdes y a aumentar los impuestos. Mantener el status quo de una presidencia Trump y un Congreso dividido probablemente tendría como resultado continuar con la desregulación y las disputas comerciales. Un triunfo de Biden y un Congreso dividido podría mitigar los temores de un aumento de los impuestos, pero también daría lugar a un estancamiento fiscal que pesa sobre la incipiente expansión de EE.UU. en 2021 y más allá”, explica Brown.
Un aspecto que destacan las gestoras es el impacto de las propuestas de los candidatos en materia energética y de cambio climático. “El gobierno del presidente Trump ha anunciado su intención de retirarse del Acuerdo de París sobre cambio climático de las Naciones Unidas, y el próximo presidente decidirá en última instancia el rumbo de la mayor economía del mundo.
Si Joe Biden es elegido, lo más seguro es que Estados Unidos permanezca como signatario y ponga en marcha un plan para lograr cero emisiones netas de cara a 2050. Biden ha anunciado un plan climático que implicaría un gasto de 2 billones de dólares durante cuatro años para elevar significativamente el uso de energía limpia en los sectores de transporte, electricidad y construcción. Esta propuesta está diseñada para estimular el crecimiento económico y reforzar la infraestructura, abordando al mismo tiempo el cambio climático”, explica Randeep Somel, Associate Portfolio Manager del equipo de renta variable de M&G.
La atención sanitaria es otro campo de batalla electoral. Según Somel, es probable que Biden persiga políticas dirigidas a facilitar el acceso a la atención sanitaria, como una refinanciación de la ley Obamacare. “Todo apunta a que no veremos un solo proveedor sanitario nacional a gran escala, como proponían otros candidatos demócratas de talante más izquierdista.
Trump, por su parte, también ha intensificado la retórica en torno a los precios de los fármacos en Estados Unidos, afirmando que los reducirá hasta los niveles internacionales. Aunque esto podría propiciar cierta volatilidad de precios entre las acciones sanitarias a medida que se acerca la cita en las urnas, la amenaza que les habría supuesto la elección de un presidente demócrata más radical ha pasado”, añade Somel.
Y oportunidades de inversión
Pero ojo, los gestores también hablan de las oportunidades de inversión que vendrán después de las elecciones. Por ejemplo, Jeffrey Burger, gestor de Mellon, parte de BNY Mellon Investment Management, es optimista y afirma que la victoria de cualquiera de los candidatos podría resultar positiva para los inversores en bonos municipales, ya que tanto Trump como Biden se han comprometido, cada uno a su manera, a potenciar las infraestructuras estadounidenses, lo que podría impulsar el sector.
“Las infraestructuras son un área muy importante con un gran peso político. Creo que, tanto si gana Trump como Biden, el desarrollo de infraestructuras acabará recibiendo un impulso significativo. Aunque es probable que esto beneficie a la clase de activos de los bonos municipales, en realidad estamos ante una cuestión política que dependerá de cómo se orienten los programas de infraestructuras para reflejar los valores del partido en el poder”, explica Burger.
En opinión del experto, si los demócratas se hacen con la presidencia y con el Congreso, la probabilidad de que el gobierno ponga en marcha más proyectos “verdes” y respetuosos con el medioambiente para estimular la economía será mayor que bajo una administración republicana.
Independientemente de quién llegue a la Casa Blanca, Burger asegura que los aeropuertos son un área clave para el gasto en infraestructuras. Pese a que el impacto del confinamiento en los vuelos comerciales ha sido devastador a corto plazo, el gestor anticipa que el transporte aéreo acabará recuperándose. Por eso, cree que las decrépitas infraestructuras aeroportuarias estadounidenses podrían beneficiarse de una actualización que lleva aplazándose desde hace demasiado tiempo.