La reducción de la movilidad, el teletrabajo o la caída de la actividad económica a nivel global como consecuencia del COVID-19 han obligado a la ciudadanía, pero también a los mercados, a adaptarse en tiempo récord a un escenario “sin precedentes”. Expertos de Franklin Templeton analizaron en un evento virtual los nuevos riesgos para los inversores, las incertidumbres que deben aprender a gestionar y las oportunidades que pueden generar las nuevas tendencias.
Sonal Desai, Chief Investment Officer de renta fija de Franklin Templeton, recordó que, en los primeros meses de la pandemia, el deseo de participar en la economía por parte de los consumidores colapsó para posteriormente recuperarse con la reapertura. “Cuando comenzó la segunda ola en julio, estábamos preocupados por si ese deseo volvía a caer, pero se estabilizó. La ciudadanía ha incrementado sus ahorros, pero no está consumiendo: la buena noticia es que no los están usando para pagar deudas, sino que están guardados, esperando a ser gastados”, aseguró.
Asimismo, celebró la rapidez con la que los bancos centrales reaccionaron a la crisis, lo que, a su juicio, fue esencial a la hora de estabilizar los mercados. En ese sentido, destacó que, pese a que puedan existir dudas sobre la gestión de la coyuntura a nivel sanitario por parte de Estados Unidos, en términos fiscales y monetarios, en cuestión de semanas, la Fed ya había lanzado los primeros estímulos. “La duda ahora es cuánto tiempo durará esta política acomodaticia. Seguramente veamos un déficit presupuestario y algo de inflación a corto plazo para poder sostener ese grado de apoyo”, señaló.
Consultado por la desconexión que pueda existir actualmente entre “Main Street” y “Wall Street” (es decir, entre la economía real y los mercados), el CIO de Clearbridge Investments (renta variable global), Scott Glasser, admitió que se trata de algo habitual cuando existen caídas estrepitosas y recuperaciones aún mayores. Y, en este caso, ambas fueron “sin precedentes”. En línea con Desai, hizo hincapié en la velocidad extraordinaria con la que se introdujo liquidez en el sistema a través de políticas monetarias y fiscales.
“Actualmente, se libra una batalla entre la economía y la liquidez, y va ganando la liquidez”, afirmó. En ese sentido, recordó que, de los 500.000 millones de dólares que salieron del mercado tras el brote, ya han regresado cerca de 200.000 millones. Sin embargo, admitió que es probable que la liquidez suministrada por los bancos centrales no siga incrementándose en 2021, sino que acabará disminuyendo. “Main Street tendrá que volver para bombear de nuevo, pero la economía estadounidense tardará dos o tres años en regresar a donde estaba”, apuntó.
Un giro en el sector inmobiliario
Por otro lado, hizo referencia al resurgimiento del sector de real estate en el último año, una tendencia en la que se detuvo David Gilbert, CIO de Clarion Partners (inversión inmobiliaria). En esa línea, dijo que, al comienzo de la pandemia, nos encontrábamos cerca del final del ciclo de expansión más largo de la historia del sector inmobiliario, con los fundamentales más saludables: bajas tasas de vacantes, una fuerte demanda y condiciones robustas. “Invertimos principalmente en oficinas industriales, venta minorista y bienes multifamiliares, y las condiciones eran notablemente buenas, había mucha liquidez en el mercado”.
El impacto del coronavirus en este mercado es “preocupante”, ya que la implantación del teletrabajo en tiempo récord ha revertido la “mayor tendencia secular” que habían observado: la necesidad de los millennials de trabajar más estrechamente en espacios colaborativos en las ciudades. Esto se había evidenciado con el notable crecimiento de los alquileres en los mercados tecnológicos “más calientes”, como San Francisco, Seattle y Nueva York.
Según Gilbert, la mayor duda gira en torno al papel que van a desempeñar las oficinas, pero, en su opinión, “seguirá existiendo un rol para ellas”, ya que, pese a que el teletrabajo ha cogido fuerza, durante el confinamiento, muchos han recordado los beneficios de salir a un lugar de trabajo. Además de que la próxima generación demanda trabajar más cerca los unos de otros, otra de las tendencias pre-COVID-19 que no desaparecerán es la necesidad de atraer talento, especialmente en el mundo tecnológico, algo para lo que se necesita una mayor urbanización y espacios colaborativos. Asimismo, existen otras como la demanda de una mayor flexibilidad laboral, que están aquí para quedarse.
“La otra megatendencia es el comercio electrónico, cuya penetración se ha visto acelerada por el coronavirus. Esto ha tenido un impacto tremendo en la demanda de infraestructuras de distribución industrial, que suponen una gran proporción de nuestras carteras”, reveló.
Con él coincidió Glasser, quien consideró que esta “increíble aceleración” en la penetración de la tecnología ha generado beneficiarios “obvios” en los mercados bursátiles, como los proveedores de vídeo, y otros que no lo eran tanto, como en el caso del ámbito de la salud, donde se ha impulsado la telemedicina. A su juicio, se han producido movimientos excesivos en el sector tecnológico que han comenzado a corregirse y por eso hizo hincapié en la necesidad de construir carteras diversificadas que aprovechen oportunidades a más largo plazo. De ahí que recomendase invertir en algunos valores más cíclicos que equilibren la tecnología, como el sector industrial.
En renta fija, Desai señaló que los spreads todavía pueden estrecharse más y admitió que los retornos absolutos son menos atractivos que en otras clases de activos, pero, a su juicio, no es el momento de evitarla, sino de reducir la duración. “De cara a los próximos meses, la renta fija no debería estar sobreponderada en una cartera multiactivos” y, quienes inviertan en ella, deberían hacerlo de forma muy activa. La clave está en “invertir globalmente para diversificar los riesgos”. Por último, reveló que, durante la pandemia, la gestora ha sobreponderado el crédito investment grade, ya que proporcionaba valor atractivo.