Al analizar el impacto de la pandemia en las perspectivas de rendimientos a largo plazo, el pasado abril, DWS planteó tres escenarios potenciales teniendo en cuenta la elevada incertidumbre: statu-quo, repetición del 2009 y “tres sigmas”. El segundo es el escenario base que asume a la hora de plantear sus pronósticos a largo plazo para todas las clases de activos en su último informe.
Este consiste en que, como en 2009, los dividendos caen y se normalizan en un período de cinco años. Asimismo, el crédito corporativo experimenta una modesta migración hacia calificaciones negativas y pérdidas por impago, y los bonos soberanos se desempeñan algo mejor que en el statu quo. En cuanto al escenario de las tres sigmas, los recortes en los dividendos son mayores y tardan todo el período de 10 años en normalizarse, y la migración y las pérdidas del crédito son más severas. Además, los bonos soberanos experimentan un shock sintético que incluye un default asimétrico y la probabilidad de reducción de la calificación.
Según DWS, en el último trimestre, ha quedado claro que, si bien la crisis del COVID-19 es un acontecimiento del tipo de la regla de las tres sigmas, desde el punto de vista económico, es probable que el impacto en los fundamentales de las acciones cotizadas y el crédito corporativo sea comparable al de 2009. “Esto se debe a una combinación de acciones rápidas de gobiernos y bancos centrales (no fue el caso en 2009), una mejor capitalización en ciertos sectores (financieros) y un mayor nivel de «esponjosidad» por parte de las empresas que cotizan en bolsa”, señala.
Asimismo, señala que el sentimiento de los inversores repuntó rápidamente en el segundo trimestre. Varios índices de referencia clave están ahora cerca de sus niveles de principios del año, con el índice NASDAQ 100 a niveles récord. “Algunos inversores pueden encontrar esto irracional, pero, en ausencia de una crisis crediticia, una pérdida del 50% de las ganancias durante 2 años requeriría solo una caída del 5% en los precios, suponiendo una tasa de descuento constante”, señala. Aun así, esto deja a los inversores con unas expectativas de rendimientos reales y nominales durante la próxima década poco satisfactoria.
A nivel agregado, la gestora estima que ahora la tasa de rendimiento prevista para una cartera de activos diversificada es del 4,9%, por debajo del 5,7% de finales del primer trimestre. “Existen oportunidades atractivas dentro de la renta variable y los activos alternativos. Esta perspectiva es consistente con una recuperación económica en forma de raíz cuadrada”, afirma la gestora.
En su opinión, una recuperación económica en forma de «W» o «U» pondría más presión en los rendimientos previstos. En el escenario de las tres sigmas, los de la renta variable serían inferiores en un 0,4-0,8% en todas las regiones en comparación con el escenario de repetición de 2009. Los REITs, las infraestructuras y el high yield estadounidense tienen rendimientos previstos significativamente inferiores en este escenario.
Una recuperación de ‘raíz cuadrada’
La gestora destaca que la pandemia ha enviado a la economía mundial a su recesión más profunda desde la Segunda Guerra Mundial. Según sus estimaciones, se contraerá en un 5% este año. En abril, cuando la mayoría de las economías avanzadas estaban en un bloqueo, la producción literalmente se paralizó. Esto llevó a una disminución del PIB del segundo trimestre de aproximadamente el 10% intertrimestral en la mayoría de los países industrializados.
“Los gobiernos han aplicado paquetes fiscales de una magnitud sin precedentes para evitar que la economía mundial caiga en una depresión”, asegura. En ese sentido, señala los programas de préstamos implementados en marzo para mantener a la solvencia de las empresas y los puestos de trabajo, así como los paquetes de estímulo fiscal lanzados con la relajación del confinamiento para reiniciar la economía. Estas medidas supusieron aproximadamente el 10% del PIB en muchos países y llegaron al 40% en algunos casos.
DWS recuerda que los bancos centrales también intervinieron y ampliaron sus balances de una manera sin precedentes. Así, ayudaron a aumentar la liquidez en los bancos comerciales y a mantener los tipos de interés bajos a largo plazo, mejorando la asequibilidad de los programas gubernamentales a través de la reducción de los gastos de intereses. “Esto ha ayudado a las economías a recuperarse rápidamente del punto más bajo de la recesión y evitar un escenario de depresión. Prevemos que el crecimiento se vuelva positivo en el tercer trimestre en la mayoría de las economías avanzadas”, revela.
A pesar de esta marcada recuperación a corto plazo, considera que la economía tardará (posiblemente hasta 2023) en recuperarse hasta los niveles de 2019. La recuperación del empleo llevará aún más tiempo. “Hasta que se disponga de una vacuna viable, es probable que se produzcan nuevos brotes del virus, que perturbarán las cadenas de suministro y arrastrarán la actividad económica”, advierte.
La gestora también cree que el COVID-19 dejará cicatrices a largo plazo con un crecimiento de la productividad inferior a los niveles pre-pandémicos. “Es posible que se mantengan muchas restricciones a la producción de bienes, y que esta se diversifique hacia más lugares a costa de algunas economías de escala”. Por eso espera que la recuperación adopte la forma de una “raíz cuadrada”.
Pese a que admite la persistencia de cierta incertidumbre a nivel de los fundamentales, la mayor claridad sobre la trayectoria general de la recuperación económica global, así como el marcado repunte de los mercados de riesgo permiten a DWS actualizar sus perspectivas de rendimientos a largo plazo para las principales clases de activos. Todo ello se encuentra plasmado en un informe elaborado por Francesco Curto, responsable de Research House; Sarvesh Agrawal, miembro de la estrategia de inversión y valoración CROCI; Jason Chen, integrante del DWS Research Institute; y Martin Moryson, economista jefe para Europa. Puede accederse al documento completo aquí.