El hidrógeno, que no puede encontrarse en su forma pura en la naturaleza y necesita ser procesado, es un medio eficiente para almacenar energía. Sin embargo, su valioso potencial como vector energético no ha sido explotado hasta ahora y hoy en día su función es sólo la de una materia prima industrial con una huella de carbono deficiente (de ahí la definición de hidrógeno gris). En el futuro, al producir hidrógeno con energía renovable (hidrógeno verde) podemos cambiar su destino, utilizándolo no sólo como una materia prima libre de carbono para ayudar a las industrias química y a la de refinado de petróleo a reducir su huella de carbono, sino también en una variedad de nuevas aplicaciones, que permitirán la transición energética y la descarbonización de la economía.
Por ejemplo, las tecnologías del hidrógeno y las pilas de combustible de hidrógeno pueden mejorar la flexibilidad operacional de las energías renovables, algo que es fundamental para aumentar su contribución a la red eléctrica. Con ese fin, esas tecnologías pueden integrarse en los parques solares y eólicos para facilitar la producción, utilizando el exceso de electricidad para crear hidrógeno que alimente las pilas de combustible para generar energía cuando sea necesario. Además, el hidrógeno puede almacenarse y transportarse, lo que permite disponer de energía lejos de la fuente y conectar diferentes sectores energéticos.
Las aplicaciones del hidrógeno podrían extenderse a diversos e importantes sectores que siguen siendo difíciles de electrificar y dependientes de los combustibles fósiles, como el transporte marítimo, la fabricación de hierro y acero o la calefacción de edificios. Las pilas de combustible ya representan soluciones viables para la calefacción y la electricidad en edificios o centrales eléctricas. Además, se ha comprobado que estos dispositivos son mejores soluciones que las baterías de iones de litio en diversos medios de transporte, especialmente en el de larga distancia y de gran tonelaje.
Para que esta transición se produzca, el precio del hidrógeno verde debe de ser competitivo con las alternativas de bajo coste y bajo carbono y, en última instancia, con los combustibles fósiles. Hoy tenemos una idea más clara de lo que se necesita en términos de nueva capacidad e integración tecnológica para que se alcancen unos precios más bajos. El potencial de crecimiento del mercado del hidrógeno es muy significativo y el impulso de la industria ha ido en aumento. La cartera de inversiones para el hidrógeno verde hasta 2025 equivale a un crecimiento de 12 veces en relación con la insignificante capacidad instalada en el mercado incipiente actual y las dos próximas décadas se caracterizarán por un crecimiento significativo si las estrategias de hidrógeno que se han anunciado en todo el mundo se hacen realidad según se ha previsto. Esto requerirá un amplio compromiso de los gobiernos en la aplicación de una política clara, una financiación significativa, así como la integración de otros gases de bajo contenido de carbono, tales como el hidrógeno azul y el biometano, como soluciones complementarias en el camino hacia la descarbonización del sistema energético.
En el pasado ya se habían generado grandes esperanzas para el hidrógeno, pero se han producido acusadas decepciones, así que ¿por qué debería ser diferente esta vez? Creemos que hay varias razones muy sólidas. En primer lugar, las preocupaciones medioambientales nunca han tenido tanta importancia y ahora son reconocidas universalmente. Sabemos que será imposible alcanzar los objetivos climáticos y de seguridad energética para 2050 sin fuentes de energía alternativas que puedan complementar a la electricidad. Esa es la razón por la que el hidrógeno y otros gases renovables se están considerando seriamente una vez más, a pesar de la disminución del coste de los combustibles fósiles. En segundo lugar, ayudar a poner en marcha un ecosistema de hidrógeno es una forma sostenible de que los gobiernos recuperen y potencien los conocimientos técnicos de la industria existente en materia de electrolizadores, pilas de combustible y tecnologías relacionadas con el hidrógeno.
Por último, la última década no ha pasado en vano: la energía renovable se ha continuado desarrollando y su coste ha seguido disminuyendo. Ahora estamos en condiciones de saber que la hoja de ruta y las inversiones necesarias para ampliar la capacidad de producción de hidrógeno y hacerla competitiva en cuanto a coste son ambiciosas, pero factibles.
Como inversores, vemos que las empresas que operan en la cadena de suministro se encuentran entre los mayores beneficiarios de las inversiones multimillonarias previstas para aumentar la producción de hidrógeno, en particular los desarrolladores de electrolizadores, cilindros y pilas de combustible. Aunque muchas de las compañías centradas puramente en hidrógeno son pequeñas, no se debe ignorar a las firmas más grandes que participan en la construcción de la infraestructura. Estos líderes del mercado son proveedores de tecnología esencial y representan formas atractivas de estar expuestos a la temática del hidrógeno junto a nombres seleccionados dentro del sector de la energía renovable. Al final, el hidrógeno es una temática de inversión prometedora a medio y largo plazo que encaja bien en una cartera diversificada.
Tribuna de Sara Cattano, analista de Edmond de Rothschild