¿Cuánto recibirán los que llevan mucho tiempo aportando el 6,5%? ¿El monto de pensión será igual para los que pasen largos períodos de desempleo? ¿Habrá mayores rendimientos? ¿Ganarán menos las Afores? Ésas y otras preguntas y diversos comentarios, se han hecho con motivo del avance de la reforma del Sistema de Ahorro para el Retiro, SAR.
El reconocimiento
Será la primera corrección de fondo al sistema desde que fue creado. Y sobre el pilar clave, la tasa de aportación, del que depende el monto de la pensión. Es la primera, también, que se hace en conjunto, desde abajo, con la iniciativa privada y legisladores. En Chile, hay que decirlo, el intento de subir y encuadrar la cuota del 10% al 15% ha sido desgastante y, después de años de esfuerzos y forcejeos, la pugna continúa. Así que, bien por todos.
Lo bueno
El 15% obligatorio se acerca al promedio de los países de la OCDE y sería adecuado para recibir pensiones dignas. La proyección concuerda con los resultados de cálculos de organismos internacionales. A priori y más allá de las cifras gubernamentales, estimo que la tasa de reemplazo (la cantidad de dinero a recibir en la jubilación respecto del último salario) estaría alrededor de 80% a 85% (Véase “¿Qué puede hacer el nuevo gobierno de México para que la pensión alcance?”).
Las comisiones
Según los presentadores, la propuesta considera que el estándar internacional de cargos a los trabajadores es 0,70%. Me parece que el objetivo habría de ser más bajo. Ya expuse que los símiles de los fondos generacionales, los target date funds, TDF, en Estados Unidos y Reino Unido, cobran mucho menos (véase “La baja de comisiones del SAR es irrelevante: no significa ahorro, ni motiva a un cambio de afore”).
No será “apretar más a las Afores”, como tituló un diario el pasado día 23 (asume que ya estaban apretadas). El aumento a la contribución hará más alta la base de cobro y compensará la baja de ingresos por aplicar un porcentaje menor. Por ejemplo, si el aumento de 8,50% se hiciera a partes iguales en cada uno de los ocho años y las Afores generaran 4% de rendimiento en doce meses, los activos del SAR crecerían 11%; si sobre ello aplicaran comisiones de 0,80% (se infiere que la baja a 0,70% tampoco sería de golpe), su disminución de ingreso absoluto sería de alrededor de 3%. Solo el primer año; y como tendrán el estímulo de generar mayor retorno para elevar su cobro (hay que ver el esquema), al cabo de los ocho o antes estarían percibiendo ingresos superiores a los actuales. La cuestión sería ésa, generar rentabilidad.
El régimen de inversión
Se anticipa que el dinero adicional irá a instrumentos que suban el rendimiento. Dijeron que a “infraestructura” pero habría que precisar. Ojalá no sean solo Fibras, CKDs o fórmulas rebuscadas, equivalentes o parecidas. Se esperaría se incrementasen, también a estándares internacionales, los porcentajes permitidos en renta variable y valores extranjeros.
En los 10 años pasados el SAR no se benefició a plenitud del alza excepcional de las bolsas de EEUU y Europa. Sendas oportunidades se dejaron pasar por el régimen acotado y “tímido”. Aunque también es cierto que las gestoras no lo explotan. Por eso, para potenciar el rendimiento se requieren pisos o mínimos (como en Chile) a las clases de activos riesgosos. Y favorecer la inversión directa, no mecanismos laboriosos y poco provechosos como los “mandatos”. Y no impedir posibilidades de cobertura mediante productos derivados. No hay razón para objeciones.
Lo eludido
Los trabajadores mexicanos aportan 1,125%, la décima parte de la contribución promedio (10,57%) de los de Sudamérica. Y no hace faltar ir tan lejos para comparar: los burócratas mexicanos aportan 6,125% y hasta 8,125% con el aliciente voluntario. Y vaya que hay empleados del Estado con sueldos bajos. Eso prueba que sí, los de la iniciativa privada pueden y deben aportar más. No todos, pero sí los que pasan de cierto límite. Su cuota obligatoria podría aumentar en 1,1875%, para subirla a 3%, y pensar en incrementos graduales para que llegue a 5%. Y aún así quedaría lejos de los dichosos parámetros internacionales. El congreso no lo someterá a debate. Habría que dejarlo para otra ocasión, ojalá no muy lejana. Lo que sí es factible es incentivar en serio las aportaciones voluntarias.
Lo incierto
A falta de conocer la iniciativa, con sus detalles, hay dudas o pendientes, según se vea, que ojalá se respondan o subsanen:
- El ahorro obligatorio de 15% se aplicará en adelante. Como no puede ser retroactivo, el beneficio pleno será para los nuevos afiliados ¿Y cómo será la tasa de reemplazo de los que lleven mucho recorrido laboral aportando al 6,5%?
- A quienes se inscribieron al IMSS en julio de 1997 aplicará la nueva cuota cuando ha pasado entre 50% y 55% de su vida laboral. O sea, su aportación ponderada resultaría de poco más de 10%, menos comisiones. Con eso llegarían a un porcentaje de reemplazo inferior a 50%, que es más o menos lo que reciben los jubilados chilenos que, inconformes, exigieron la revolución del modelo
- Se requeriría una combinación de no más de siete años con cuota de 6,5% y al menos 35 con ahorro de 15% (nacidos en 1992 con comienzo laboral en 2012) para aspirar a recibir el equivalente a 60% del último sueldo. A menos que la pensión garantizada cubra el faltante, lo que hace sentido para quienes al retirarse ganen cinco salarios mínimos, alrededor de 18.500 pesos, mas no para quienes perciban más de eso y hasta el tope de ley
- Y aun quienes ahorren el 15%, tengan largos períodos de desempleo y se jubilen con remuneración medio-alta ¿Significa que tendrán complemento garantizado para recibir el mismo monto de pensión de quienes lleguen con salarios similares y hayan cotizado los 40-45 años?
Si como dijo el presidente del Senado, esta no es la solución definitiva sino el comienzo de la reforma, esperamos más cambios trascendentales. Queda mucho por mejorar.
Columna de Arturo Rueda