La pandemia del COVID-19 ya forma parte de la historia del siglo XXI. Por eso, Pieter Busscher, gestor senior en RobecoSAM, firma especializada en inversión sostenible, propone una mirada positiva y analizar qué ha aportado este choque a la sociedad. En este sentido, defiende que el coronavirus se ha convertido en un catalizador para el cambio y la innovación.
“Aunque el COVID-19 ha generado problemas a corto plazo para muchos sectores, a largo plazo, estas complicaciones y tensiones derivadas de las perturbaciones en las cadenas de suministro y las medidas de confinamiento impulsarán un aumento del interés y la inversión en tecnologías innovadoras que permitan prosperar a la sociedad”, argumenta.
Para Busscher, aunque la pandemia del coronavirus interrumpió temporalmente las operaciones comerciales y el crecimiento del PIB, no ha detenido ni puede detener la necesidad de que se realicen avances tecnológicos que permitan generar mejores resultados con menos recursos. “Los factores estructurales que impulsan y fomentan la adopción de tecnologías transformadoras en las cadenas de suministro industriales continúan muy presentes y se están intensificando de manera constante”, añade.
A pesar de los reveses a corto plazo, tanto a medio como a largo plazo, según su valoración, estos factores darán lugar a importantes oportunidades de inversión y crecimiento para las industrias y en temas como la automatización y el despliegue de la robótica, la electrificación de la movilidad, la logística y el transporte, los edificios con eficiencia energética y los modelos de negocio circulares. En la UE, estos factores se verán fuertemente impulsados por los planes de recuperación económica recientemente anunciados, en los que el estímulo presupuestario se centra en aspectos que promueven la transición de la UE hacia una economía con bajas emisiones de carbono.
Principales temáticas
Según Busscher, las semanas de inactividad de las plantas y las perturbaciones en las cadenas de suministro acentuaron aún más las deficiencias operativas de la industria manufacturera y su necesidad vital de adaptarse a unas condiciones de negocio en rápida transformación —condiciones que ya estaban viéndose distorsionadas por la disputa comercial entre Estados Unidos y China, todavía latente—. “La conjunción de estas grandes fuerzas está acelerando la transición hacia las tecnologías inteligentes y la reinvención de los procesos de producción”, matiza.
En segundo lugar, destaca que esta pandemia ha puesto de manifiesto que a medida que el sector industrial vaya integrando las tecnologías big data y la nube, cabe esperar que se obtenga una mayor eficiencia en la producción a gran escala. “La pandemia del Covid-19 también ha proporcionado un campo de pruebas en tiempo real para mostrar las posibilidades que ofrecen otros tipos de tecnologías de fabricación”, afirma.
El gestor senior identifica dos temáticas más: la sostenibilidad medioambiental y las tecnologías limpias. “La propagación del COVID-19 ha sacudido las economías y nos ha abierto los ojos a los riesgos asociados a las enfermedades infecciosas, sobre todo en los centros de trabajo. La incorporación de funciones electrónicas más sofisticadas en el interior de los edificios solo aumentará el consumo de energía y las huellas de carbono del “entorno construido”, que ya representa más del 36% del consumo de energía y casi el 40% de las emisiones de GEI. Asimismo, la creciente popularidad de los principios económicos circulares implica que el sector de la construcción debe hacer mayor hincapié en minimizar los residuos y reducir la contaminación en relación con las materias primas empleadas en la construcción”, explica.
La pandemia del coronavirus y las medidas de confinamiento asociadas han dado lugar a una serie de retos disruptivos sin precedentes, en términos de escala y urgencia. “La respuesta inicial al COVID-19 ha dejado patente la capacidad y agilidad de muchas industrias para adaptarse a circunstancias muy exigentes. Sin embargo, el periodo posterior al COVID seguirá estando caracterizado por unos niveles de presión regulatoria y competitiva también sin precedentes, que requerirán soluciones igualmente novedosas, centradas en la eficiencia de los costes y los recursos”, concluye Busscher.