Carmignac no ha realizado ninguna modificación en la estructuración de su cartera, más allá de recogidas de beneficios en los valores que han protagonizado una revalorización sumamente rápida. En su último comentario de mercado, la gestora revela que se ciñe a su “núcleo de cartera de gran solidez, compuesto por valores de crecimiento no cíclicos y de elevada calidad”.
“La naturaleza de este repunte resulta muy poco habitual, dado que se está materializando en un momento en el que la confianza de los inversores sigue siendo bastante endeble. En otras palabras, ante la escasa visibilidad sobre el año que viene, han acortado su horizonte de inversión”, asegura. A su juicio, los inversores confían en que la reapertura no acabará siendo un desastre, cuentan con los bancos centrales para mantener el precio de los activos y su optimismo se materializa en la toma de posiciones en los títulos más baratos.
Según Carmignac, muy pocos inversores querrían tener en cartera a largo plazo cualquiera de los valores que están registrando un repunte meteórico en la actualidad, dado que su calidad es muy reducida. “Por tanto, estamos ante una rotación con pies de barro, aunque puede durar hasta que la realidad se encargue de hacer añicos este optimismo”, apunta.
Asimismo, señala que, durante la burbuja tecnológica, el nivel extremo de las valoraciones respondió al optimismo excesivo sobre el crecimiento de los beneficios. En este caso, la situación no solo es diferente, sino, incluso, opuesta. El aumento de las valoraciones se produce en un contexto de creciente “japonización” del mundo y con unas previsiones de crecimiento muy reducidas. Esto ha dado lugar a un mercado dual: “los valores de crecimiento con gran visibilidad cotizan con prima, mientras que los valores cíclicos cotizan con descuento”. Además, destaca que el repunte de los valores cíclicos se explica porque habían pasado a estar muy baratos y, en su opinión, seguirán estándolo porque su potencial de crecimiento de beneficios es muy débil.
“El número de quiebras está empezando a aumentar -lo cual era inevitable- pese a los programas de apoyo gubernamentales”, dice la gestora. Mientras, en EE. UU., el informe sobre el mercado laboral sumamente alentador publicado la semana pasada y que sorprendió a todos los economistas rozó, a su juicio, la manipulación de datos. Muchos trabajadores temporalmente desempleados pasaron de estar inscritos en los programas federales de lucha contra el desempleo a quedar registrados en programas análogos gestionados por empresas, por lo que siguen en casa, pero, a efectos oficiales, han vuelto a ser contratados. Así, los empleadores reciben la subvención del Gobierno y los empleados quedan eliminados de las listas oficiales del paro.
“Desde el punto de vista político, este enfoque resulta muy inteligente, pero no impulsará la demanda de los consumidores. De hecho, los despidos de carácter permanente empezaron a incrementarse el mes pasado desde un nivel muy bajo, una tendencia que seguramente se acentuará”, advierte.
Para Carmignac, la crisis del coronavirus constituye un acontecimiento único y extraordinario, y la actividad a escala mundial seguramente repunte hacia niveles más “normales” si el virus no depara ninguna sorpresa desagradable. “No obstante, observamos importantes factores recesivos de fondo, como los márgenes corporativos o el endeudamiento público y privado, que están sentando las bases de una coyuntura económica bastante aciaga de cara a 2021”, asegura.
Por tanto, mantiene la convicción de que la rotación hacia los títulos de valor constituye tan solo un posicionamiento temporal y no representa un cambio estructural en el liderazgo del mercado. “En todo caso, la escasez de crecimiento pasará a ser un factor con mayor peso en el futuro”, afirma.
Los títulos de valor están baratos porque generan una rentabilidad reducida sobre los fondos propios, mientras que los de crecimiento están caros porque generan un ROE superior durante los ciclos. En un contexto de crecimiento reducido, o en una recesión, este aspecto marca la diferencia, y explica por qué, pese a haber aumentado su exposición a la renta variable y a la deuda corporativa, el posicionamiento sectorial principal de Carmignac ha permanecido inalterado.