Con sus últimos mensajes, la Fed y la OCDE rebajaron el optimismo de los mercados sobre una rápida reactivación económica y frenaron las subidas de las bolsas. Ante este entorno de alta volatilidad, las gestoras comentan sus perspectivas para la segunda mitad del año, en el que vigilarán una segunda oleada de esta pandemia, los rebrotes localizados del virus, el deterioro de las cifras macro o un repunte de la inflación.
En lo que todas las gestoras coinciden es que el riesgo de coronavirus seguirá presente durante todo el año, incluso se podría intensificar al llegar el otoño. «No anticipamos que una vacuna estará disponible tan pronto como a principios del próximo año. Más bien, esperamos que haya más rebrotes de coronavirus, pero éstas deberían ser manejables», apunta Stefan Kreuzkamp, director de inversiones de DWS. En este contexto, la gestora espera que la fuerte recesión de este año esté seguida por una modesta recuperación en 2021. Con los nuevos rebrotes del coronavirus que se esperan, los mercados también conservarán los riesgos asociados para determinados modelos de negocio y sectores, por lo que la selección activa de valores en todas las clases de activos seguirá siendo la clave.
En opinión de Kreuzkamp, aunque es probable que la economía mundial vuelva a una senda de crecimiento moderado el año que viene, la crisis desencadenada por la pandemia del coronavirus provocará cambios a largo plazo. “Es probable que la economía de libre mercado haya alcanzado su punto máximo, ya que es probable que los gobiernos desempeñen un papel más activo en el futuro y reclamen su participación en las decisiones de inversión, por ejemplo. Al mismo tiempo, es probable que los países y las empresas traten de reducir su dependencia de las importaciones, lo que acelerará la tendencia a la desglobalización de la industria manufacturera”, apunta.
El segundo mayor riesgo que señalan las gestoras es la deflación. En opinión de Mathilde Lemoine, economista jefe del Grupo Edmond de Rothschild, el riesgo de deflación continúa siendo mayor que el de inflación. Además, argumenta que los planes de apoyo, como las intervenciones de los bancos centrales, están causando nuevos desequilibrios. “El riesgo de una crisis bancaria, sobre todo en la zona euro. Un descenso de las inversiones con un efecto deflacionista a medio plazo, salvo en Alemania y Estados Unidos, que están poniendo en práctica potentes medidas para acelerar el repunte de la demanda agregada. Distorsiones en la competencia sin ningún análisis de su efecto en la inflación. Y un aumento de las desigualdades entre el universo emergente asiático y demás países emergentes, entre Alemania y otros países de la zona euro, entre los trabajadores que se benefician de infraestructuras tecnológicas y los que no”, explica.
Una recuperación en 2021
A la hora de ofrecer perspectivas macroeconómicas, todas están alineadas con las cifras que ha ofrecido el FMI y ven claramente que habrá una importante contracción en el próximo trimestre, pudiéndose recuperar algunas áreas geográficas durante el último trimestre del año. Según destacan desde Candriam, la contracción de la actividad ha sido tan profunda en todas partes que medir su intensidad es difícil, por eso se muestran prudentes: «Predecir la rapidez con la que la economía mundial podrá recuperar el aliento es igualmente difícil».
Según indica en su documento de perspectivas, a principios de junio, la pandemia estaba lejos de estar contenida. Además, considera que es difícil predecir el comportamiento del gasto de los hogares al final del período de bloqueo: es probable que el aumento de la incertidumbre, la concentración del exceso de ahorro que acaba de formarse en manos de la parte más rica de la población, pero también un posible cambio hacia un consumo más «frugal», lleven a un rebote insuficiente del gasto de los hogares. «Además, la magnitud del daño al tejido económico es todavía en gran parte desconocida», dice Anton Brender, economista jefe de Candriam.
“Se espera que el crecimiento mundial se recupere gradualmente, un 4,4 % en 2021, tras un descenso del 3,3 % en 2020, aunque esto no bastará para borrar la huella de la crisis, según nuestras previsiones. Los países emergentes seguirán acusando los bajos precios de las materias primas y la carrera de China en la recta final de las elecciones estadounidenses, así como la tímida recuperación del turismo. Estados Unidos se beneficiaría de un paquete de estímulos que representa un 14,3 % del PIB y de un apoyo al capital gracias a las recientes medidas fiscales, pero las elecciones y las tensiones entre el país y China lastrarán la inversión privada y pública”, afirma Lemoine.
Por su parte, Schroders ha rebajado sus previsiones de crecimiento mundial para reflejar la debilidad observada en el primer trimestre. La gestora pronostica que la recuperación tome forma de U. “Prevemos que la actividad mundial caiga un 5,4% este año, en comparación con nuestra previsión anterior del -2,9%. No obstante, en 2021 el crecimiento mundial debería repuntar hasta el 5,3%, sobre la base de que la política fiscal y monetaria siga siendo flexible y, en el frente médico, se haya desarrollado con éxito una vacuna contra el Covid-19 a mediados de año”, explica Keith Wade, economista jefe de Schroders.
La gestora señala que, a nivel mundial, es probable que la actividad del segundo trimestre sea igual de negativa o peor, que en el primero, ya que los cierres se extendieron hasta abril y hasta mayo. Sin embargo, algunos de los datos sugieren que ya hemos pasado la peor parte: por ejemplo, los precios de los metales industriales se han estabilizado y los datos de movilidad de Google sugieren que la actividad en el lugar de trabajo se está recuperando, aunque desde un nivel bajo.
«Creemos que el riesgo más probable para nuestro escenario base es que veamos una recuperación en forma de W. Esto sería resultado de una segunda oleada de contagios a finales de año, que llevaría a que se reimpusieran los cierres creando una doble recesión. La recuperación en forma de V es el siguiente escenario más probable. En este escenario, el virus sigue siendo moderado y el sector privado responde de forma más positiva al levantamiento de los cierres y al apoyo de los gobiernos y los bancos centrales. Que haya otra crisis de deuda en la eurozona es el tercer riesgo que consideramos más probable», añade Wade.
En cambio, Joseph Little, estratega jefe mundial de HSBC Global Asset Management, considera que la recuperación ha empezado este mismo trimestre. «Para finales del próximo año, la economía mundial debería estar plenamente establecida en una nueva y más baja trayectoria, pero con una tasa de crecimiento de tendencia más o menos similar. Las economías mejor posicionadas pertenecen a China y a la Asia industrializada, como Corea del Sur, Taiwán y Singapur. Menos resistentes son los mercados emergentes de la antigua Asia, los pequeños exportadores de petróleo, las naciones fronterizas y la zona del euro», señala.
Claves de la recuperación
En este sentido, las gestoras coinciden que la clave del segundo semestre de 2020 será la efectividad de las medidas ya tomadas por gobiernos y bancos centrales, así como nuevas decisiones, en materia fiscales o de la política monetaria, que se puedan tomar. A fin de financiar medidas para amortiguar los efectos de la pandemia de coronavirus, Kreuzkamp cree que es probable que muchos gobiernos den una vuelta de tuerca a los impuestos y al mismo tiempo toleren tasas de inflación más altas a fin de reducir la carga de la deuda.
Para AllianceBernstein, los principales factores que condicionarán el ritmo y la duración de la recuperación serán la eficacia de la ayuda de las políticas para los hogares y las empresas, así como la eficacia en la contención del virus a medida que se levanten las restricciones. «En general, somos optimistas en ambos casos», apunta en su documento de perspectivas.
Según sostiene su último documento, la firma espera que el gasto fiscal incremente la creciente tensión de los balances del sector público, añadiendo más presión para que los bancos centrales mantengan los tipos de interés cercanos a cero o por debajo. «El incremento de la deuda no será la única huella que deje tras de sí el COVID-19 en la economía global. El cambio de comportamiento resulta inevitable. Sin embargo, también es probable que la crisis avive las principales tendencias seculares, esto es, el populismo, la desglobalización y los conflictos geopolíticos», argumentan desde AllianceBernstein.
Por último, en opinión del CIO de DWS, en lo que queda de 2020, también veremos como las tendencias de las que llevamos hablando todo el año siguen cogiendo fuerza. “El tiempo después de la pandemia de coronavirus será más verde, ya que muchos estados y organizaciones supranacionales no se contentarán con sus programas de estímulo económico para reactivar la economía en general, sino que también quieren dar un impulso hacia una economía más sostenible”, señala. Además, considera que la tendencia a la digitalización se está reforzando, tanto por la necesidad de un entorno de trabajo más flexible como por la necesidad de nuevas tecnologías y terapias en la industria farmacéutica.
Visión de mercado
Según explica el equipo de Allianz GI, a pesar de la confianza del mercado en un rápido repunte de esta recesión, los inversores deben obrar con cautela y mantener una asignación neutral a medio plazo, a la vez que estar preparados para aprovechar algunas oportunidades de manera selectiva.
“Esperamos que los rendimientos de los bonos se mantengan bajos dado el tremendo apoyo de la política monetaria de los bancos centrales, que representa una recarga de las políticas de represión financiera desencadenadas como respuesta a la crisis financiera mundial y la posterior crisis de la deuda europea.Los inversores en busca de ingresos deben saber que, a medida que los bancos centrales sigan comprándolos, los bonos high-yield y algunos bonos con grado con calificación crediticia probablemente seguirán siendo caros”, argumenta Allianz GI en su último documento sobre perspectivas.
Los tres expertos de tres expertos de Capital Group, Jared Franz , Mark Casey & Claudia Huntington, coinciden también en la idea de que el inversor sea más selectivo y que el mercado post COVID-19 presentará oportunidades para inversores selectivos. “Si observamos detenidamente el mercado de valores estadounidense, comprobaremos que se ha producido una clara división entre ganadores y perdedores en estos tiempos de movilidad limitada. Como era de esperar, los minoristas y los supermercados en línea han experimentado un fuerte crecimiento de sus ventas, porque los consumidores consumen y hacen sus compras frente a una pantalla”, apuntan sobre las perspectivas del mercado estadounidense.
Desde Allianz GI apuntan que, a largo plazo, prefieren los bonos low-yield para los inversores en busca de rentabilidad, a pesar de que los que buscan un «refugio seguro» han impulsado las valoraciones de la renta variable en los Estados Unidos; las valoraciones son más moderadas en Europa y Asia. “La renta variable growth, particularmente el sector tecnológico, puede beneficiarse del hecho de que el crecimiento es escaso en esta recesión actual, y de la mayor demanda del sector digital en tiempos del COVID-19”, concluye en su documento.
En opinión de Little, la crisis actual ha acentuado la ya pronunciada compensación entre el riesgo y los beneficios. «Los precios actuales sugieren rendimientos subinflacionarios para los bonos gubernamentales básicos a mediano plazo, mientras que las clases de activos de mayor riesgo están descontando recompensas mucho más altas. Dado que los bonos del Estado no son atractivos desde el punto de vista de la valoración y que sus propiedades de cobertura son cada vez más limitadas a medida que los tipos de interés se acercan a cero, los inversores tienen que pensar más en cómo se diversifican», matiza el estratega jefe mundial de HSBC Global AM.