En el primer trimestre de este año, la pandemia del COVID-19 provocó la caída más grave del mercado desde la crisis financiera mundial. Sin embargo, los inversores centrados en cuestiones ambientales, sociales y de buen gobierno (ASG) encontraron cierto consuelo gracias a la relativa resistencia de los fondos con esos criterios.
En este período turbulento, hemos visto que, en general, las empresas con mejores calificaciones ASG han superado al mercado. De hecho, este comportamiento parece ser parte de una tendencia a más largo plazo. Los valores que se encuentran en el quintil superior de la clasificación ASG de Sustainalytics han superado al S&P 500 desde el cuarto trimestre de 2018 y han registrado un rendimiento relativo especialmente bueno durante la corrección causada por el COVID-19.
Se trata de un aspecto significativo porque la pandemia es la mayor crisis de mercado a la que se han enfrentado muchas estrategias con criterios ASG. La mayoría se pusieron en marcha tras la crisis financiera de 2008 y, por tanto, se han beneficiado del mercado alcista que ha persistido durante más de una década. Ahora, sin embargo, ese mercado alcista ha llegado a un final dramático. Y los fondos ASG parecen haber salido de la crisis en buena forma.
Sin embargo, debemos ser cautelosos al hacer cualquier afirmación sobre este comportamiento a corto plazo, o al darle alguna importancia particular. Después de todo, el atractivo esencial de los fondos que incorporan factores ASG es su enfoque a largo plazo, a través de la buena gobernanza y la sostenibilidad social y ambiental.
También puede que su mejor comportamiento a corto plazo se deba más a su posicionamiento sectorial que a las credenciales ASG de sus acciones. Por ejemplo, muchos de estos fondos tienden a tener una alta ponderación en el sector de la salud y una menor ponderación que los fondos tradicionales a energía o industria, más expuestos a la repentina caída de la actividad económica.
Aunque estos factores han sido beneficiosos para los fondos ASG, su posicionamiento está diseñado para lograr un impacto positivo a largo plazo, no para proporcionar cualidades defensivas a corto. Los fondos basados en la sostenibilidad han mostrado sistemáticamente menor vulnerabilidad a las crisis que los tradicionales. Así que no deberíamos descartar su carácter defensivo inherente.
Dicho esto, cabe recordar que los mercados volátiles tienden a ser altamente rotativos. Las acciones que mejor se han mantenido durante la corrección no tienen por qué ser los principales beneficiarios de un rebote en el sentimiento. Es posible, por ejemplo, que las empresas muy contaminantes suban con fuerza. Los fondos ASG deberán demostrar su potencial de manera más significativa una vez que la primera fase de la recuperación económica se haya completado. A medio plazo, existe la oportunidad de «reconstruir mejor», es decir, de establecer una economía más limpia y más ecológica que, en última instancia, sea más sostenible.
Esto podría implicar un cambio hacia una «economía circular», en la que no se desperdicien recursos y en la que se priorice el reciclaje. Algunos gobiernos ya están dando pasos importantes en esta dirección. En la Unión Europea, se ha acordado que la recuperación debe ser coherente con la «transición verde»; y, en Corea del Sur, se ha anunciado un «acuerdo verde» para estimular la economía y el objetivo de cero emisiones netas para 2050. Sin embargo, esos avances no pueden darse por sentados. El gobierno estadounidense, por ejemplo, está favoreciendo a las empresas de combustibles fósiles en detrimento de los productores de energía limpia en sus esfuerzos por estimular la economía.
Cualquier movimiento hacia una economía más verde debería recompensar el enfoque ambiental de los fondos ASG. Pero los aspectos sociales y de gobernanza también pueden recibir una atención renovada durante la recuperación. Esta crisis ha puesto de relieve grandes desigualdades sociales y no cabe duda de que la pandemia cambiará la forma en que funcionan nuestras sociedades. Las empresas que se ocupen de estas desigualdades y adopten prácticas comerciales responsables estarán en mejores condiciones de adaptarse al nuevo mundo que surge a su paso. Los que trabajan para asegurar el bienestar de sus empleados deberían tener una fuerza laboral más saludable, resistente y estable.
Y lo más importante: la gobernanza (la G del ASG) será crucial para que empresas puedan salir de la crisis en buena forma, con una operativa mejorada y una mayor reputación. Al identificar estas empresas, los gestores de las estrategias ASG pueden ofrecer a los inversores la perspectiva de invertir en un futuro mejor y más sostenible.
En última instancia, el mejor comportamiento a corto plazo de los fondos con criterios ASG puede simplemente subrayar las características duraderas y sostenibles de las empresas en las que invierten. Esas son las cualidades que servirán a esas empresas y a sus inversores en el futuro, y que, al mismo tiempo, promoverán los intereses de todos nosotros.
Tribuna de Amanda Young, directora global de inversión responsable de Aberdeen Standard Investments