La banca corporativa y la banca de inversión, epicentro de la última crisis financiera, tienen ahora la oportunidad de ser parte de la solución frente a la pandemia y sus repercusiones económicas. En palabras de Pablo Campos, CEO de Oliver Wyman en España y Portugal, “el sector financiero tiene un papel fundamental que desempeñar como amortiguador de la crisis económica, proporcionando la tan necesaria liquidez al sector empresarial y a los mercados financieros en este escenario de posible recesión global”.
La realidad, es que el actual sector financiero se encuentra en momento totalmente diferente a la crisis de 2008. “En los últimos 10 años, el sector financiero ha hecho grandes inversiones reforzando las reservas de capital y liquidez, reduciendo el riesgo en el negocio y construyendo la infraestructura de gestión de riesgos necesaria para manejar la tensión del mercado” añade Pablo Campos.
Para probar la resistencia de la industria, Oliver Wyman y Morgan Stanley analizan en el informe Steering Through the Next Cycle tres escenarios dependientes de la evolución de la pandemia COVID-19, su impacto en la economía y su repercusión en las ganancias de los bancos de inversión en los próximos tres años.
Escenario antes la pandemia
El primero de sus escenarios, el central, contempla una recesión global. Según señala el informe, se podría tardar entre 6 y 12 meses para controlar la pandemia, con algún alivio estacional, impulsando una recesión global que se extiende hasta 2021. En este caso, los países contienen el brote, pero experimentarían un aumento de los casos después de levantar el confinamiento.
Ante esta circunstancia, las entidades se benefician de la mayor volatilidad, que impulsaría márgenes más amplios y una elevaría la actividad de los clientes, pero estas ganancias se compensarían con creces por la reducción del margen de interés neto (NIM) en las entidades de captación de depósitos y las elevadas pérdidas crediticias. “El apoyo fiscal sin precedentes en las principales economías occidentales ayudaría a contener el daño económico, lo que significaría que las pérdidas se concentran en los sectores directamente afectados y la recuperación es rápida. Los ingresos de la banca de inversión caerían un 8% mientras que los beneficios disminuirían hacia el 0% en el 2020”, apunta el estudio. En este escenario, las pérdidas crediticias en los bancos de inversión estarían entre los 100.000-150.000 millones de dólares, concentrados en los sectores corporativos más afectados por la pandemia.
En un segundo más escenario má adverso, una profunda recesión global, estaríamos hablando de una interrupción prolongada que más allá de 12 meses y supondría una desaceleración global más profunda que las intervenciones fiscales no podrían contener. Los tipos de interés estarían más bajos durante más tiempo y la incertidumbre persistiría amortigua tanto la actividad financiera corporativa como los volúmenes de comercio. Estaríamos ante un shock simultáneo de la demanda y la oferta, un colapso sostenido de los precios de los activos y recesión mundial.
En este caso, se estima que “los beneficios caerían en un 277%, con pérdidas crediticias de 200.000-300.000 millones de dólares, mientras que las ganancias serían negativas en 2020, y mantendrían esa tendencia en 2021”.
Por último el tercer escenario posible sería todo lo contrarío, una rápida recuperación en forma de V y en menos de 6 meses. Con esta fuerte recuperación, el aumento de la volatilidad y de la actividad de los clientes crearía un entorno favorable para las empresas en 2020. Las pérdidas crediticias estarían contenidas, las finanzas corporativas sólo sufrirían un paro temporal y los tipos de interés empezarían a subir de nuevo en 2021. Así, la previsión es que los ingresos de la banca de inversión se mantuviesen planos, mientras que los beneficios disminuirían un 10% en 2020, pero luego se incrementarían entre un 5% y un 15% anualmente en 2021 y 2022.
Radiografía de la pandemia
Según señala el informe, la rentabilidad global de la industria y sus retornos nunca han sido menores al entrar en un contexto de estrés mayor: el rendimiento de capital medio en toda la industria ha rondado alrededor de 9%-10% en los últimos 5 años, con los bancos situados en el cuartil inferior, entre el 7%-8%. En el caso actual, los rendimientos medios de 2020-2022 caen hasta el 4%-5% para la industria – con los bancos en el cuartil inferior cerca de cero.
El informe de Oliver Wyman y Morgan Stanley determina que los rendimientos de la industria se recuperan en 2022 en la mayoría de los escenarios, pero la brecha de rentabilidad será amplia y la sequía de ingresos será particularmente difícil. El análisis sugiere que el mayor impulsor de la rentabilidad es la economía de escala, sea dentro de un marco de especialización definido, o a través de un amplio conjunto de actividades relacionadas.
Tras esta pandemia, los bancos de inversión deberán tomar medidas para recuperarse de forma eficaz haciendo frente a uno de sus principales retos: sus altos costes fijos. Muchos de ellos tienen que ver por la apuesta tecnológica, la regulación y el cambio que están realizando de estructuras fijas a otras más variables. “En medio de una emergencia de salud pública, es improbable que los bancos busquen recortar costes mediante la imposición de despidos. En este contexto, con un margen de maniobra limitado a corto plazo, es posible que algunos bancos se vean obligados realizar desinversiones o vender activos”, matiza el informe.
Además, más allá de los próximos 18-24 meses, es probable que se reafirmen por sí mismas las presiones estructurales que han pesado sobre los ingresos en los últimos 5 años. Los bancos tendrán que adaptar sus modelos en respuesta a los cambios de necesidades de los clientes.
Cómo continuar hacia delante
Para hacer frente al futuro, el informe apunta dos tendencias claras: la inversión sostenible y la consolidación del sector. Sobre la primera de ellas destaca que la banca de inversión puede jugar un papel proactivo en el apoyo en la transición hacia una economía de bajas emisiones es un diferenciador potencial.
“A medio plazo, la pandemia provocada por el COVID-19 y sus consecuencias económicas acelerarán la demanda de productos que promuevan una economía más sostenible, que se convertirá en una cuestión definitoria del próximo ciclo, a medida que la inversión socialmente responsable (ESG), se extienda más profundamente en el mercado y las industrias se reconfiguren en respuesta a los cambios en el comportamiento de los consumidores y las políticas gubernamentales. Los bancos que se posicionen a la vanguardia de este cambio ganarán una parte considerable del pool de ingresos de más de 100.000 millones de dólares. Se estima que el mercado de finanzas sostenibles, definido en términos generales, podría crecer hasta los 150.000 millones de dólares en todo el sistema financiero”, estima el informe.
Además, a medida que los clientes institucionales se pasen al ESG, demandarán nuevos servicios. Al mismo tiempo, habrá grandes oportunidades para ayudar a las empresas en la transición hacia modelos de negocio más limpios.
Por último, destaca que la consolidación puede ser la mejor respuesta para determinados casos En conjunto, las acciones anteriores ofrecen un camino de regreso al 10% de rentabilidad para casi todos los bancos de inversión. Pero para algunos, las presiones a corto plazo y los desafíos de escala podrían ser demasiado bruscos. El reciente cambio de tono entre los responsables políticos europeos, junto con los descuentos en el valor de los activos, podría desencadenar finalmente una nueva ola de consolidaciones o salidas en el sector.
“La experiencia pasada apunta al potencial de consolidación para impulsar la liberación de costes: la absorción de Bear Stearns, Lehman Brothers y Merrill Lynch por otros actores durante 2008-2009 ayudó a sacar de la industria entre 15.000 y 20.000 millones de dólares de costes, equivalentes al 50%-70% de la base de costes de las empresas adquiridas. Europa es la principal área de atención hoy en día”, añaden.