Los mercados emergentes todavía pueden ofrecer valoraciones atractivas. Presentan fundamentales sólidos y están siendo respaldados por medidas agresivas por parte de las instituciones y los gobiernos. En este sentido, las compañías que operan en estas regiones aún pueden ser una fuente de diversificación para los inversores comprometidos con la renta fija corporativa.
La rápida propagación del COVID-19 y las medidas de confinamiento posteriores han dado lugar a una crisis de doble dimensión: humanitaria y, al mismo tiempo, de liquidez y capital de las compañías. Las medidas de política monetaria y fiscal implementadas por los bancos centrales y los gobiernos han actuado para ayudar a suavizar dicho varapalo. Estas se han dirigido a actuar de soporte para las empresas y los trabajadores, pero también para estabilizar los mercados después de una de las mayores olas de ventas desde la Gran Crisis financiera del 2008.
Desde mi punto de vista, si consideramos los fundamentales – los aspectos técnicos y las valoraciones – las empresas de los mercados emergentes ofrecen una oportunidad potencial atractiva para los inversores. Los balances de las empresas de estas regiones continúan saludables y, en nuestra opinión, aún pueden cumplir con los vencimientos de sus deudas. Si nos fijamos en los aspectos técnicos, no parece haber una gran urgencia de financiación, ya que todo se produjo a principios de año, mientras que el mercado primario ahora ha reabierto. De ahí a que podamos pensar que las valoraciones siguen siendo atractivas, habiendo tocado fondo en la segunda mitad de marzo de este año. Con todo, es posible que podamos revisar esos niveles si se produce una segunda ola del COVID-19 que frene aún más la apertura de la economía global.
El universo de inversión continúa ofreciendo oportunidades potenciales significativas a través de la exposición a más de 50 países en diferentes etapas del ciclo económico, así como a múltiples industrias. Los bonos corporativos de los emergentes pueden permitir una diversificación mucho mayor en todas las áreas, mediante la apuesta de industrias como el papel, la salud, las proteínas, los servicios públicos y de telecomunicaciones, etc. La calidad crediticia es comparable a los bonos de mercados desarrollados, según nuestros análisis, y este segmento tiene una calificación crediticia de grado de inversión de media.
La respuesta de los mercados emergentes se ha centrado menos en la flexibilización cuantitativa (QE) en comparación con la respuesta que han dado los mercados desarrollados. Primero, porque creemos que estos programas de compras deberían usarse cuando los tipos de interés llegan a cero, lo cual no es el caso para los emergentes; y, segundo, porque estas herramientas pueden degradar potencialmente las divisas, algo que estos países deben evitar.
En cambio, las instituciones monetarias de estas regiones han elegido otros mecanismos, como reducir el coeficiente de reserva requerido (RRR) o implementar “amortiguadores” de capital como medidas más efectivas para aumentar la liquidez en el sistema bancario para que luego pueda conectarse a la economía real a través de préstamos a pequeñas y medianas empresas.
Los bancos centrales de los mercados emergentes también han aumentado la liquidez en dólares al aumentar el tamaño y la elegibilidad de las operaciones de repos y han solicitado líneas de swaps con Estados Unidos y otras áreas de financiación relevantes.
En el aspecto fiscal, muchos de estos países han presionado para contrarrestar los préstamos cíclicos. Esto ha sido habitual en Asia, tanto en India, China, Filipinas, Singapur, Malasia e Indonesia, así como en Rusia, Turquía y México. Además, el G-20 y el FMI han anunciado la congelación de la deuda bilateral y una mayor facilidad de acceso a los mecanismos de emergencia, respectivamente.
Por tanto, creo que es probable que en 2020 se vea una recesión debido al impacto de la pandemia del COVID-19 en el crecimiento económico en todo el mundo. Nuestra opinión consensuada es que la magnitud de la crisis será severa pero temporal, y que probablemente no habrá una pérdida permanente en la producción. En general, pensamos que las empresas de los mercados emergentes parecen saludables, los flujos negativos han mejorado los aspectos técnicos y las valoraciones parecen atractivas.
En este entorno, los gestores activos con experiencia a la hora de determinar la solvencia crediticia de una empresa y minimizar la exposición a los defaults deberían poder navegar de manera oportunista, comprando bonos con futuros pagos potenciales a los precios más bajos de la actualidad.
Tribuna de Warren Hyland, Gestor de Carteras de Mercados Emergentes en Muzinich & Co