El lemino es una criatura que instintivamente sigue a otros leminos de su entorno. Desafortunadamente, los leminos son conocidos por lanzarse de un barranco hacia su muerte por seguir a otros leminos. El comportamiento racional no está programado en su ADN, al menos cuando se trata de tomar una decisión la cual lo lleve a su muerte.
Desafortunadamente vemos este comportamiento a lo largo del panorama de inversión. El comportamiento racional debiese instruirnos a comprar a precios bajos y luego vender a precios altos. En realidad, son las emociones por lo general que dictan las decisiones de inversión. Los inversores compran después de que ver a muchos otros hacerlo, usualmente cuando los precios han subido. De la misma manera, venden cuando observan a muchos otros vendiendo, usualmente cuando hay una mala noticia económica y los precios son empujados a la baja. Comprar caro y vender barato es la gran realidad demuchos inversores, frecuentemente influenciados por emociones fuertes y la necesidad de seguir a otros para justificar las decisiones. Los inversores profesionales atribuyen este mismo comportamiento humano a la toma de decisiones emocional, similar al lemino.
La mayoría de las inversiones privadas no son distintas. El comportamiento racional dicta a los gestores de fondos que contratamos a comprar barato y luego vender caro. Esto generalmente significaría que un gestor de fondo adquiera empresas pagando razonablemente 7 veces su flujo de caja, trabaje en crear valor en esas empresas sobre un periodo de años, y después venda la inversión con una ganancia. En realidad, observamos muchos gestores comprando alto, con la esperanza de crear valor para luego vender a precios más altos; esto como resultado incrementa el riesgo de vender a una perdida – especialmente con inversiones que involucran mucha deuda (apalancamiento).
¿Entonces porque este comportamiento ocurre en inversiones privadas? La respuesta empieza con el hecho de que muchos inversores se comportan como leminos. Cuando un fondo de pensiones de reconocida reputación como CalPers anuncia (como lo hizo de nuevo en 2018) de que estarían duplicando sus inversiones privadas con la meta de incrementar el rendimiento de su portafolio, el cual les esta rindiendo en los bajos dígitos (por debajo de 10%), la mayoría de la comunidad de inversión toma nota y se comporta similar. Por otro lado, al examinar los incentivos de los empleados de inversión de la mayoría de las instituciones, los incentivos no están alineados con sus beneficiarios; lo cual presenta la posibilidad de que se tomen decisiones conflictivas. La meta primordial de muchos inversores dentro de los fondos de pensiones es mejorar su resume y no ser despedidos en el proceso. Empiezan teniendo una sensación falsa de seguridad por invertir en los gestores de fondos con grandes marcas y de nombre. Gestores quienes hacen un excelente trabajo de marketing para sus fondos loq ue los ayuda a crecer cada vez mas sus billones de activos bajo manejo (2019 fue un año récord para levantamiento de activos y de efectivo disponible para invertir).
Subsecuentemente, estos grandes fondos crecen aun mas, y a la vez su competencia. Estos fondos luchan por encontrar oportunidades e ineficiencias para poder utilizar sus billones. Ellos compiten casi por cada transacción que invierten, por lo tanto, los precios de compra incrementan a múltiplos muy altos, un rango de 11-13 veces flujo de caja o por encima de estos niveles. Después estos mega fondos aún tienen que entregar un rendimiento que justifique la tasa que cobran y la iliquidez del cual le piden a sus inversores.
La creación de valor es difícil de implementar en empresas grandes sobre periodos relativamente cortos. Frecuentemente, los gestores de mega fondos confían en el uso excesivo de apalancamiento para mejorar sus bajos rendimientos. Solo en el 2018, cerca del 15% de las adquisiciones de empresas utilizaron una palanca de 7 veces flujo de caja para artificialmente mejorar sus rendimientos. Este comportamiento esta bien en un ambiente de tasas bajas y no durante una recesión, pero las desaceleraciones económicas son impredecibles, las tasas suben y el riesgo de una bancarrota es real. En tiempos económicos normales, una bancarrota al estilo de Toys-R-Us es un llamado de atención a los inversores que adjudican recursos a gestores de fondos con este comportamiento arriesgado. A pesar de este patrón de hechos, muchos inversores continúan otorgando billones de dólares a los mega fondos, aun cuando estamos en las últimas etapas del ciclo económico.
Hay una mejor manera de invertir, aun en este ambiente. Solo hay que decir: no a convertirse en un inversor lemino. No aceptar riesgo innecesario. No seguir el comportamiento colectivo y lanzarse de un barranco. De los mas de 8.000 gestores privados, hay un buen numero que invierte apropiadamente y que mitiga riesgos. Como hemos mencionado en artículos previos, hay que trabajar, hacer preguntas, buscar alineamiento de incentivos, y hacer lo mejor que podamos para evitar riesgos innecesarios.
Columna de Alex Gregory