Para viajes en familia, parejas o amigos, Brasil cuenta con destinos donde la naturaleza se preserva con una explotación sustentable, como los que se describen a continuación, seleccionados por “Visit Brasil”.
10. llhabela (Sao Paulo)
Playas, cascadas, deportes e historia. El Parque Nacional de Illhabela, al norte del litoral de Sao Paulo y a unos 200 kilómetros de la capital del estado, abre al turista un circuito de maravillas que bien podría comenzar conociendo cuatro de sus más de 40 playas: Do Curral, De los Castellanos, De Jabacuara y Playa Pedras do Sino. Poco, para los 150 kilómetros de costa que ofrece el archipiélago.
A los buceadores se les invita especialmente a Ilha das cabras y a los amantes de los deportes acuáticos al Canal de São Sebastião. No tan lejos del mar se encuentran las cascadas Agua Blanca, Veloso, Da Toca, Cachoeira do Gato y Dos Três Tombos. Los mosquitos, eso sí, forman parte del paseo; mejor estar prevenido.
9. Pantanal (Mato Grosso do Sul)
Ningún paisaje de Brasil se asemeja al Pantanal, si bien las playas y la Amazonia suelen convocar más turistas que esta región cuya riqueza biológica y ecológica no tienen réplica en ninguna parte del planeta.
Hablamos del humedal más grande del mundo, en donde se encuentra la mayor concentración de fauna del continente. Más de 3.500 especies vegetales identificadas viven allí, un paraíso ecológico accesible, preferiblemente, de la mano de guías especializados.
8. Lencois Maranhenses (Maranhao)
Las protagonistas de este parque nacional son las dunas. Ubicado a unos 260 kilómetros de la capital de Maranhao, Sao Luis, la visita cautivará a quienes se aventuran a realizar largas caminatas por este paisaje casi desértico, que incluye manglares y lagunas. El paisaje se transforma con el cambio de estación, pues las dunas crecen o disminuyen de tamaño y se forman nuevas lagunas. Este parque nacional se encuentra en el estado de Maranhão, y el punto de partida es la población de Barreirinhas.
7. Itacaré (Bahía)
Ideal para jóvenes aventureros y surfistas, con sus 14 playas y paisaje selvático, es una pequeña localidad a 250 kilómetros de Salvador, que vive del ecoturismo. Hay varias opciones para llegar (aérea, hasta el aeropuerto de Ilheus) por ferry, ómnibus y auto, si bien la ruta es un poco precaria.
El trayecto vale la pena cuando se desembarca en playas semidesiertas, o se practica rapel en Cachoeira de Noré, rafting en el cañón del río Contas, ciclismo de montaña o travesías en kayaks. Allí cerca está Prainha, una de las preferidas por los surfistas del país cuyos surfistas ganaron cuatro de los últimos seis campeonatos mundiales de esa disciplina.
6. Jalapão (Tocantins)
Uno de los destinos brasileños menos explorados por el turismo internacional, que bien vale conocer para apreciar el esplendor de la Cachoeira da Velha, cascada en forma de herradura de unos 100 metros de ancho y 15 metros de altura; o disfrutar de la puesta de sol en el naranja de las dunas de Jalapão, fotografiar la Cachoeira do Formiga.
En la Cachoeira da Fumaça, el espectáculo de la caída de agua se corona con la gran nube de vapor. Este parque nacional es conocido por los hervideros, pozos donde la presión del agua mantiene a los bañistas flotando. Para llegar hay que dirigirse a la capital del estado, Palmas, que tiene conexiones aéreas desdeBrasilia, Goiás y São Paulo.
5. Fernando de Noronha (Pernambuco)
La llamada esmeralda del Atlántico es un santuario ecológico al que se le llega únicamente por avión; veleros y cruceros solo pueden bordearla. La isla es un área de protección ambiental, de manera que solo pueden estar en ella una cantidad límite de personas por días. Fue descubierta por Fernando de Norohna en el siglo XVI, y actualmente el conjunto de 21 islas que forma el archipiélago es Patrimonio de la Humanidad. Buceo, surf, senderismo, avistamiento de delfines y excursiones de pesca forman parte del menú. Es un destino VIP: para algunos bolsillos los precios pueden resultar prohibitivos.
4. llha Grande (Rio de Janeiro)
En las listas de las más bellas de Brasil siempre estará la playa Lopes Mendes, que con sus tres kilómetros de arena blanca es uno de los destinos más buscados por los viajeros que abrevan en Angra dos Reis, a 180 kilómetros de Río de Janeiro. Pero Lopes Mendes es solo una de las cien hermosas playas que conforman esta isla con 200 kilómetros de extensión. Un detalle: el mar no es caliente, más bien fresquito.
3. Parque Nacional Chapada dos Veadeiros (Goiás)
Declarado Patrimonio Mundial por la Unesco en 2001, el parque tiene como epicentro al Vale da Lua: se trata de formaciones rocosas en la ribera del río San Miguel y que lucen similares a los cráteres lunares. Ubicada a 260 kilómetros de Brasilia, la Chapada (meseta o tepuy) posee 13 cascadas, dos de las cuales superan los 80 metros de altura. En las caminatas sorprenden los minúsculos cristales de cuarzo dispersos por el camino, que con la refracción solar le otorgan al parque un aura especial. Ríos y pequeñas cascadas permiten disfrutar de la naturaleza sin ser un experto senderista, pero hay que estar atento a la amplitud térmica: las noches suelen ser frías en los meses de junio a agosto.
2. Bonito (Mato Grosso do Sul)
Se encuentra al suroeste del estado de Mato Grosso do Sul, y su nombre le hace justicia, pues las bellezas naturales que se encuentran en este municipio son esplendorosas. Aquí los imperdibles: la laguna misteriosa para hacer snorkeling en aguas cristalinas; Gruta do Lago Azul, con 80 metros de profundidad; Rio da Prata, una laguna transparente conformada por manantiales del Río da Prata; Abismus Anhumas, un espejo de agua al que se llega bajando por rapel a través del abismo que mide 72 metros; y el Aquário Natural, naciente del Río Bahía Bonita, con recorrido de 900 metros.
Es un destino donde la actividad turística está muy controlada y hay que planificar con antelación: los paseos sólo se pueden hacer con guías especializados. Para llegar lo ideal es volar hasta la capital del estado, Campo Grande.
1. Alter do Chão (Pará)
Uno de los secretos mejor guardados de Brasil. Este pueblo amazónico es motivo de estudio por poseer una de las reservas de agua subterránea más grandes del mundo. Alter do Chão le ofrece al viajero el encanto de Ilha do Amor, una hermosa playa de arenas blancas a orillas del río Tapajós, cuya singular forma de lengua, será cuando menos, inolvidable.
El recorrido debe seguir hacia la Floresta Nacional do Tapajós, para adentrarse en la rica selva amazónica, acercarse a la experiencia de la extracción del caucho, fotografiar la centenaria ceiba de 60 metros de altura, y culminar navegando el Lago Verde. La mejor manera de llegar es al aeropuerto de Santarém, a 15 kilómetros de Alter do Chão.
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