Casi tres cuartos de los gestores aseguran llevar a cabo un ejercicio activo del derecho de propiedad como parte de su estrategia de inversión para reducir riesgos y maximizar beneficios, frente al 54% que lo hacía en 2017, según los datos de una encuesta publicada por Cerulli Associates. Además, este ejercicio activo de los derechos de propiedad se ha convertido en uno de los métodos de inversión responsable más usado. Aplicada de forma efectiva, esta práctica puede suponer importantes mejoras en políticas corporativas, prácticas y contabilidad.
Diversas fuerzas de mercado, sociales y tecnológicas impulsan dos estrategias de inversión diferentes: la inversión responsable y el activismo de hedge funds. La encuesta destaca, sobretodo, el apoyo que reciben estas metodologías por parte de inversores institucionales y grandes gestoras de activos que es, según Cerulli “especialmente importante”.
El activismo de hedge funds, como forma de ejercicio activo del derecho de propiedad, se basa en el diálogo con las compañías en lo referente a factores ambientales, sociales y de buena gobernanza (ESG) y en ejercer los derechos de propiedad a través de una voz que promueva el cambio, bien a través de actividades de voto, diálogo con los órganos de administración, compromiso de los accionistas o resoluciones de estos. Además, el activismo ESG de hedge funds aprovecha «el interés creciente de los inversores por la sostenibilidad y la práctica comprobada de estos fondos para actuar en la gobernanza al nivel ejecutivo», subraya el informe.
“Es probable que los activistas de hedge funds jueguen un papel particularmente importante para las grandes gestoras de activos y aquellos actores institucionales que inviertan ampliamente en todas las empresas, y, por ello, no estén en condiciones de participar, monitorizar activamente o hacer que su voz sea escuchada en todas las empresas”, subraya Michele Giuditta, directora de Cerulli. “Como consecuencia, en caso de que ciertos problemas corporativos, como la sostenibilidad, las relaciones entre los activistas de hedge funds y los gestores de activos podría volverse complementaria”, añade.
Los activistas de hedge funds representan una pequeña parte dentro de una industria que alcanza los 3,2 billones de dólares. Sin embargo, han ganado legitimidad e influencia gracias a su historial de impulsar el valor de los accionistas a través de cambios en la junta. Se estima que, en aproximadamente dos décadas, los tres mayores inversores indexados podrían votar hasta el 40% de las acciones de las compañías del S&P 500. A medida que estas participaciones se concentran cada vez más, los activistas de hedge funds podrían ayudar a involucrar, monitorizar y dar voz a las preocupaciones de los gestores a través de las empresas que posean.
El estudio también refleja que casi la mitad (46%) de los gestores de activos hacen uso de la propiedad de acciones en empresas que cotizan para promover el cambio a través del compromiso/el activismo de los accionistas.
Ahora bien, los hedge funds ESG son una estrategia de nicho practicada ya por fondos activistas de marca y algunos nuevos participantes. “Mientras que es probable que el apoyo del capital y de los accionistas gire en torno a estos actores existentes, la necesidad de nuevos activistas que creen un historial de éxito y un manual activista creíble podría funcionar como significantes barreras de entrada. Los hedge funds ESG existentes probablemente ganen mayores capitales y hedge funds adicionales e inversores responsables seguirán su camino”, concluye Giuditta.