Las economías occidentales se ven actualmente bajo la influencia de la “japonización”. Esto es, según Adrien Pichoud, economista jefe y director de total return de SYZ Asset Management, la persistente situación económica de escaso crecimiento, inflación reducida y tipos de interés bajos que la economía japonesa ha soportado durante casi tres décadas.
Hasta ahora los inversores han estado condicionados a esperar ciclos empresariales relativamente largos que alternaban fuertes recuperaciones y marcadas caídas. En este contexto, a medida que las economías iban expandiéndose, los bancos centrales han ido ajustando gradualmente las condiciones crediticias para evitar las presiones inflacionistas y, finalmente, nos sumieron en recesiones antes de que volviera a reanudarse el ciclo. “La ‘japonización’ marca una ruptura con este conocido modelo que se ha desarrollado durante varias décadas”, afirma Pichoud.
A raíz de este proceso, se plantea un modelo con ciclos empresariales más cortos y atenuados, de unos pocos trimestres o años como máximo. “Ante el acortamiento y la menor magnitud de los ciclos, los inversores tendrán que adaptarse a señales más débiles o confusas por parte de los indicadores tradicionales”, advierte el gestor. Ya hemos visto alguna de estas señales más débiles como, por ejemplo, la última recesión manufacturera en EE.UU. o la breve inversión de la curva de tipos.
Además, Pichoud advierte de que, a corto plazo, los tipos de interés pueden ser menos eficientes en la gestión de los altibajos. Tanto particulares como empresas muestran elevados volúmenes de endeudamiento, lo que limita su capacidad y su predisposición a ampliarlo, por ello, cada recorte sucesivo de tipos a manos de los bancos centrales será menos efectivo.
No obstante, en el plano positivo, las presiones inflacionistas continúan siendo mínimas, y los tipos de interés están bajos, pero estables. Según el gestor, los bancos centrales no se tornarán mucho más acomodaticios, pero sí pueden mantener su posición actual, al menos durante todo 2020, ya que continúan por debajo de sus objetivos de inflación. “Esto implica un entorno duradero de tipos bajos y la necesidad para los inversores de ir más lejos en su búsqueda de rendimientos, así como un enfoque de inversión más táctico respecto de los miniciclos, que pueden medirse en meses en lugar de en años”, asegura Pichoud.
Por otro lado, los mercados seguirán muy de cerca las relaciones entre Estados Unidos y China. Las tensiones se concentran principalmente en las intenciones políticas, perjudicadas por la política interna. “Cualquier deterioro grave en esta relación mermaría el crecimiento estadounidense y posiblemente desencadenaría una nueva reacción de la Reserva Federal para evitar la apreciación del dólar”, subraya el gestor. En consecuencia, y según los datos de SYZ Management, solo uno de los dos extremos (una recesión mundial o un repentino auge del crecimiento en EE. UU.) llevaría a la Reserva Federal a ajustar tipos de nuevo en 2020. Sin embargo, la gestora no considera ninguna de estas hipótesis probable de cara al año que viene.
Como consecuencia, “la normalización de la política monetaria no llegará pronto, ni siquiera si el crecimiento mundial prospera”, afirma Pichoud que descarta la subida de tipos por parte del Banco Central Europeo o de la Reserva Federal. Por lo tanto, los tipos monetarios reales continuarán en terreno negativo, también en dólares estadounidenses. Por ello, “es probable que el oro conserve cierto valor, si no por unas rentabilidades interesantes, al menos en calidad de elemento de diversificación en las carteras, sobre todo si asistimos a un mayor uso de la política fiscal”, apunta el gestor.
En cuanto a las divisas, desde SYZ Management descartan la posibilidad de que el dólar se aprecie mucho más. Desde 2014 ha estado respaldado por un creciente diferencial de tipos con el resto del mundo, que ahora esperan que se estabilice. Por tanto, “aunque no hay razones para priorizar notablemente el euro o el franco suizo, pensamos que los inversores ya no deberían esperar seguir obteniendo ganancias en el dólar estadounidense”, declaran desde la gestora. Esto también implica que los activos emergentes ya no se enfrentarán al obstáculo de un dólar fuerte en 2020.