Los documentos de perspectivas de las firmas de inversión coinciden: 2020 será un año favorable para los mercados bursátiles. El principal argumento para sustentar esta afirmación es la mejora en las relaciones entre China y Estados Unidos, sobre todo tras haber formaliza el primer acuerdo comercial. “Este hecho ha reducido la incertidumbre generalizada e incluso disipa toda impresión de que pueda producirse un descarrilamiento catastrófico en este ámbito en 2020”, apuntan desde Carmignac.
Según la opinión de la gestora francesa la menor incertidumbre, no solo por China sino también por el proceso del Brexit, que existe este año, así como el apoyo de los bancos centrales a las economías, son favorables, pero recuerda que no hay que perder de vista los problemas estructurales.
“Es interesante aprovechar esta tregua en las angustias sobre una recesión inminente para abordar de nuevo la cuestión de los problemas estructurales, que quedan relegados al olvido cuando no tienen consecuencias inmediatas, para después resurgir en todo su esplendor cuando todos los participantes del mercado tienen la mirada puesta en la última noticia de actualidad. Para el ahorrador, estas preguntas de fondo giran en torno a la incapacidad del mundo para recuperarse por completo de la gran crisis financiera de 2008. El motivo es bastante sencillo. En respuesta a este momento histórico, los gobiernos tuvieron en un primer momento que endeudarse como nunca antes lo habían hecho para sacar a flote un sector bancario cuyo derrumbe hubiera arrastrado al Occidente a unas penurias dignas de la crisis de 1929. Lastrados por esta carga que les despojaba de cualquier tipo de margen de maniobra presupuestario, estos Gobiernos tuvieron que encomendar a los bancos centrales la tarea de reactivar la actividad económica, profundamente erosionada por la gran crisis”, explican desde Carmignac.
Uno de los principales “problemas estructurales” será ver cómo acaba el experimento iniciado hace diez años por los bancos centrales y cómo la política monetaria regresa a la normalidad. “El problema está en que, si bien los activos financieros pueden desafiar durante mucho tiempo las leyes de la gravedad, puesto que no existe un límite real respecto del volumen de compras que puede realizar un banco central, no sucede lo mismo en la economía real: sin inversiones productivas, ni crecimiento del empleo o de los salarios de los trabajadores, no puede haber generación de riqueza. O, dicho de otra forma, solo los titulares de los activos pudieron beneficiarse de este efecto riqueza, de modo que el crecimiento económico real distó mucho de ser equiparable al repunte de los mercados financieros”, añade.
Para Carmignac una consecuencia que ha tenido esto es que, desde hace algunos años, se ha desarrollado una rebelión de la clase media — los asalariados— en protesta por el considerable aumento de las desigualdades en los últimos treinta años aproximadamente, que se ha acentuado en la última década desde Chile hasta Francia, pasando por Estados Unidos. En su opinión, en la actualidad, “los gobiernos se ven sometidos a una presión más que considerable para atemperar las promesas de disciplina formuladas tras la gran crisis de 2008 y decidirse al fin a incrementar el gasto”.
En este sentido, y según el análisis de Carmignac, Estados Unidos dispone de un margen de actuación que Europa no tiene, por lo que puede tomar medida antes. “Estados Unidos ha abierto la veda: la manga ancha de su banco central a la hora de financiar abiertamente los déficits de su gobierno podría conllevar una pérdida de confianza en el dólar, al menos en primera instancia, e impulsar el precio del oro. Como es lógico, la aplicación de planes de reactivación económica más contundentes debería contribuir a impulsar al alza los tipos de interés, pero la intervención de los bancos centrales tendrá precisamente por objeto evitar un desplome de los mercados de renta fija. Por tanto, se debería poder llevar a cabo una gestión activa de la renta fija capaz de aprovechar un repunte de la volatilidad en esta clase de activos”, sostienen desde Carmignac.
Respecto a qué supone esto para los mercados de renta variable, la gestora señala que los inversores deberían decantarse una vez más por las regiones de mayor crecimiento, por lo que cabría esperar que prioricen de nuevo Estados Unidos. “No obstante, no cabe duda de que ello no será un camino de rosas, debido a las tensiones en los mercados de renta fija y divisas, y no podemos enfatizar lo suficiente nuestra recomendación de mantenerse alerta frente a un regreso de la volatilidad y de prestar especial atención a la calidad de los valores que se incorporen a la cartera. Los mercados bursátiles ya están caros en la actualidad, y una gestión pasiva que apueste por la continuación de la senda alcista de los mercados a escala mundial sin establecer distinciones podría resultar muy decepcionante”, concluye.